lunes, 22 de abril de 2013

Ya alcanzó a Tabasco el cambio climático


Nuestra entidad es uno los casos más dramáticos de degradación ambiental en México, donde las políticas públicas alentaron el desmonte de bosques y selvas para transformarlos en tierras agrícolas y de pastoreo para el ganado 

Alejandro Esquivel C. / alesquivelc@hotmail.com


Las inestables condiciones climáticas registradas las últimas semanas en Tabasco, de frío a calor y viceversa entre una semana y otra, no pueden ser producto más que del cambio climático a nivel mundial que ya está empezando a hacer sentir de manera más constante sus efectos en Tabasco.
Nuestra entidad es uno los casos más dramáticos de degradación ambiental en México, donde las políticas públicas alentaron el desmonte de bosques y selvas para transformarlos en tierras agrícolas y de pastoreo para el ganado.
Como consecuencia y en un contexto de incremento de la intensidad de fenómenos climáticos, hoy la población tabasqueña está en un alto nivel de vulnerabilidad frente a la crisis del clima, denunció un año atrás Greenpeace.
En 1940, la cobertura de selva tropical en Tabasco representaba 49 por ciento de la superficie del estado; sin embargo, para 1990 se había reducido a sólo ocho por ciento, del cual únicamente la mitad correspondía a selvas primarias. 
Es decir, en alrededor de medio siglo se perdió alrededor de un millón de hectáreas de selva (83.6% del total de ese ecosistema), lo cual fue consecuencia del propósito de convertir a la entidad en un emporio agrícola que nunca llegó a ver la luz, tal como se había planteado en un principio. 
Esta tendencia continúa hasta la actualidad, y tan sólo se conserva una muestra representativa de los ecosistemas naturales en cuatro por ciento del estado, pues de alrededor de 100 mil hectáreas que corresponden a zonas de la sierra de los municipios de Huimanguillo, Teapa, Tacotalpa, Macuspana y Tenosique, únicamente quedan 45 mil hectáreas de selvas y acahuales, 40 mil de manglares, diez mil de tintales y cinco mil de encinares.
Desde mediados del siglo pasado, Tabasco replicó los modelos de desarrollo diseñados para otras condiciones sociales, económicas y ambientales, lo que ocasionó cambios drásticos en el paisaje, cuyos efectos son más patentes ahora en un escenario de cambio climático donde ya están impactado la vida y seguridad de los tabasqueños. 
“Tabasco debería ser considerado ejemplo de las consecuencias nefastas que puede tener la implementación de políticas ambientales y agropecuarias sin análisis, sin planeación y con objetivos que se contradicen entre sí, como actualmente lo hacen la política forestal, la agropecuaria y la ambiental”, plantea Paloma Neumann, integrante de la campaña de bosques de Greenpeace.
“La alta vulnerabilidad que enfrenta Tabasco en la actualidad se debe a una combinación de factores: la deforestación y el deterioro constante de los ecosistemas naturales; los agresivos planes agropecuarios que han modificado drásticamente el régimen hidrológico (cortes, bloqueos y modificaciones de las trazas originales de los ríos); la tasa promedio de precipitación en Tabasco es la más alta del país (1700 mm/año); además del incremento y aumento en la frecuencia de fenómenos vinculados con el cambio climático”, detalla Neumann.

LA GANADERÍA YA NO ES NEGOCIO
“En la actualidad, en un escenario de incertidumbre frente a los impactos del cambio climático, ante la alta vulnerabilidad a tormentas e inundaciones, la ganadería en Tabasco ya no es negocio, por lo que algunos productores han decidido sustituir sus potreros por plantaciones forestales comerciales”. 
Este es un ejemplo de las falsas soluciones que se están tomando en nuestro país, en respuesta a las malas decisiones en materia ambiental, señala Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace.
“Lo más preocupante –añade– es que en lugar de diseñar políticas públicas que reviertan los factores que ocasionan la deforestación, se continúen promoviendo falsas soluciones como las plantaciones forestales y la reforestación que sólo atienden los síntomas provocados por la contradicción en las políticas públicas pero no resuelven el problema”. 
Para evitar de forma efectiva la pérdida de masa forestal en México es necesario que las diversas dependencias responsables del uso de los recursos forestales, agropecuarios y ambientales del país trabajen de forma coordinada y con las mismas herramientas, continuó Magallón.

CONSECUENCIAS DE LA DEFORESTACIÓN
De acuerdo con un análisis realizado en la Semarnat, la expansión de la actividad ganadera constituyó el proceso socio-ambiental más impactante ocurrido en Tabasco entre 1960 y 1975, de tal magnitud que el hato ganadero llegó a sumar más de un millón de cabezas en 1970, lo que a su vez se consiguió mediante un agresivo desmonte de las selvas del estado, de tal manera que ya en 1980 más de la mitad de la superficie de Tabasco se había convertido en pastizales para ganado.
Como resultado de estas voraces políticas de desmonte, para la década de los 90 ya era muy amplio el espectro de afectaciones claras que habían tenido en el ambiente: alteraciones hidrológicas, degradación de suelos, erosión, salinización, pérdida de recursos bióticos y contaminaciones de diversa índole.
Las principales consecuencias de la deforestación en Tabasco ya eran patentes desde entonces: pérdida de riqueza biológica (estimada hasta 300 especies vegetales por hectárea), emisión de bióxido de carbono (CO2) a la atmósfera y la reducción en la capacidad de captura, modificaciones en el régimen climático, aumento de la escorrentía (flujo de de agua superficial) y transformaciones en el suelo como pérdida de nutrientes, erosión, compactación, salinización e inundaciones en las planicies.  

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