En el marco del Cuarto Congreso Mexicano de Ecología y el Foro Manejo y Cultura del Agua, realizados en Tabasco, se planteó la importancia de proteger de estos recursos naturales
Samuel L. Soto Giles / gi_les@hotmail.com
Bajo el fundamento de que los recursos naturales son finitos y por tanto deben protegerse, la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y la Sociedad Científica Mexicana de Ecología realizaron el Cuarto Congreso de Ecología, en tanto el Consejo Ciudadano de Contraloría Social efectuó el Foro Manejo y Cultura del Agua.
En el Congreso que se desarrolló del 18 al 22 de marzo se insistió en la precariedad de estos recursos y se puso de ejemplo positivo a un complejo turístico cuyo atractivo son los manglares. Mientras que en el Foro, realizado del miércoles 20 al viernes 22, se destacó el reciclaje del líquido vital.
Al poner en marcha los trabajos del Cuarto Congreso Mexicano de Ecología, el gobernador Arturo Núñez Jiménez señaló que ante el impacto climático en Tabasco y la zona costera del trópico húmedo, producto de la actividad petrolera y la expansión ganadera, no se puede concebir el quehacer gubernamental y las políticas públicas sin la variable ambiental.
Acompañado del rector de la UJAT, José Manuel Piña Gutiérrez, Núñez Jiménez agradeció a la Sociedad Científica Mexicana de Ecología haber seleccionado a Villahermosa como la sede para estos trabajos, y valoró la calidad de los invitados procedentes de instituciones educativas de California y Tennessee, y el entusiasmo de los estudiantes de la División Académica de Ciencias Biológicas (DACBIO) por aprender más y comprometerse con el desarrollo del estado.
Por su parte, Piña Gutiérrez expresó su preocupación por el grave deterioro ambiental del planeta, provocado por la mano del propio ser humano, que ha devastado el 62 por ciento de los humedales del país y propiciado la pérdida anual de 500 mil hectáreas de selvas.
En su participación, Jorge Alejandro López-Portillo Guzmán, presidente de la Sociedad Mexicana de Ecología, alertó que la pérdida de biodiversidad, conservación de los manglares, cambio de uso de suelo y el empleo de organismos genéticamente modificados, entre otros temas, forman parte de una radiografía de la ecología en el país.
PASTIZALES, CAUSA DE INUNDACIONES
El presidente de la Asociación Quintanarroense de Investigación y Desarrollo Tecnológico, Miguel Ángel García Lara, egresado del Instituto Politécnico Nacional y que laboró en Tabasco para Pemex, tras su participación en el foro Manejo y Cultura del Agua, dijo a Clip / Reporte Semanal que el cambio de uso del suelo, de la deforestación para la ganadería, es la causa principal de las inundaciones.
“Dios sabe para qué hizo la selva”, señala y explica que con los pastizales la lluvia arrastra el suelo fértil y el nivel de los ríos sube, perjudicando a las ciudades.
“Todo cambió, aunque se hizo algo bueno con las bardas en la margen de los ríos, eso evitará la erosión”, justificó.
GUERRA DEL AGUA
García Lara participó en el Foro, realizado en el edificio de la UJAT ubicado en la colonia Reforma, con la ponencia El gran reto de las urbes, agua, urbanismo y cambio climático.
Esta problemática la ilustró con el abastecimiento del agua al Distrito Federal desde el Estado de México.
Dijo que hay siete presas que juntan toda el agua y la llevan al Distrito Federal, con la enorme desventaja de que hay una distancia considerable de más de 200 kilómetros, además, hay que subirla más de mil cien metros y “eso cuesta mucho”.
Indicó que las poblaciones a lo largo de las presas, de los ductos y de los canales toman el agua de ahí porque les hace falta, aunque el abastecimiento a la Ciudad de México se está abatiendo.
Alertó que todos esperaban el fenómeno de que el abastecimiento de agua a la capital del país iba a ser un problema muy serio “porque la población del Estado de México va a decir: momento ésta es mi agua ¿por qué se la llevan? La necesito aquí y aquí se queda”.
Relató que conoció unos potreros que se alimentaban del nacimiento del río Lerma, una ciudad en el Estado de México, del municipio de Coyoacac, el barrio de Cholula, “que era como Venecia, estaba todo inundando. Las casas estaban construidas en medio del agua, una preciosidad, y la gente se alimentaba de la pesca.
“Cuando se empezó a llevar agua a la Ciudad de México se hicieron pozos y esa agua que se extrajo acabó con la laguna de Lerma, acabó con el barrio de Cholula, acabó con un vivero natural de truchas, que era una hermosura”, recordó.
Miguel Ángel García Lara advirtió que hay una guerra de agua que se avecina y se tiene que pensar en soluciones desde ahora.
La solución que propuso es que se reutilice el agua, “todas las aguas servidas mandarlas a los antiguos lagos que los aztecas trataron con pinzas porque tenían ingenieros buenísimos”, dijo al comentar que tiene identificadas a cien obras hidráulicas a las que catalogó de “fantásticas”.
Pero, destacó, llegaron los españoles con el afán de comprar tierras y vender la propiedad de la tierra, concepto que en todo México no existía. La tierra nunca tuvo dueño, era de todos.
“No sólo los aztecas, también los mayas, por todos lados no existía el concepto de la propiedad de la tierra. Eso lo trajeron los españoles, heredado del derecho romano. Así se estableció definir las propiedades, de qué tamaño, cómo cuidarlas, cercar o no cercar.
“Todo el derecho romano respecto a la propiedad de la tierra lo traían bien entendido los españoles, pero además estaba la ambición de adueñarse de la tierra.
“Para adueñarse de la tierra en la Ciudad de México taparon los ríos, canales y parte del lago, para ir construyendo la ciudad y la costumbre se siguió. Durante 500 años al Distrito Federal le taparon todos sus ríos, los canalizaron por tubos, metieron aguas negras donde había aguas limpias y con eso impidieron la filtración del agua natural hacia el subsuelo”, señaló.
El especialista egresado del IPN explicó que, por lo tanto, el agua que se saca del subsuelo se va abatiendo, se va acabando, y la ciudad se hunde y resulta que toda el agua que se usa en la Ciudad de México, 50 metros cúbicos por segundo, se va al Estado de Hidalgo.
“En Hidalgo se usa para riego y el valle del Mezquital se convirtió en un vergel, pero ya empieza a subir el nivel del manto freático y un día ese desierto se va a convertir en un pantano y entonces hay que sacar el agua”, observó.
“Qué mejor sacar el agua, potabilizarla y regresarla a la Ciudad de México, es su propia agua y el gran tanque, el tanque de balance de todo eso, es el propio subsuelo del Valle de México, donde hoy está almacenada agua en grandes cantidades, más o menos en unos tirantes de cien a ciento cincuenta metros.
“Habrá que reutilizarla otra vez como lo hicieron los aztecas, y aunque ahí entra un plan más audaz, recomiendo que vuelvan a abrirse muchas de las grandes avenidas que se hicieron sobre los ríos. Que se quiten los tubos, que se hagan nuevamente los ríos y que se permita la filtración del agua que circulará por ahí. Entonces habrá un balance y no necesitará que se importe agua”, explicó.
Adelantó que el día que el Estado de México ya no quiera enviar el agua, con mucha razón la capital del país tendrá que importar agua de Tecolutla, a subirla a dos mil metros y 300 kilómetros para hacerla llegar “y estas no son obras que se hacen de la noche a la mañana”.
RIQUEZA DE MANGLARES
En el Cuarto Congreso de Ecología, Jorge López Portillo Guzmán señaló que después de seis años de que en la Ley General de Vida Silvestre se prohibió talar los manglares, se trabaja en casos de restauración y siempre está la amenaza de que el Congreso de la Unión busque modificar esa norma.
Por su parte, el especialista Exequiel Ezcurra dijo que de acuerdo con la Ley de Aguas Nacionales, los manglares son propiedad de la nación, y lo que ha ocurrido en algunos casos es que se ha dado esa superficie a alguna empresa extranjera, ésta la privatiza, mueren manglares y el predio se saliniza.
Explicó que en Nopolo, Baja California Sur, la empresa Loreto Bay adquirió un estuario de valor histórico para convertido en campos de golf con la promesa de dar el uno por ciento de las ventas a los ambientalistas para conseguir su silencio.
Posteriormente, se hicieron estudios y se encontró que por cada hectárea de manglar de franja costera se puede obtener la producción de pesquerías en mar abierto, y una hectárea vale 650 mil dólares en recursos pesqueros.
Por su parte, Jorge Alejandro López-Portillo, experto en esa vegetación, dijo que a partir de que se estableció el artículo 60 en la Ley General de Vida Silvestre, con apoyo de la Comisión Nacional Forestal, en proyectos de restauración de manglares, se han encontrado evidencias de que es muy caro realizar dicha labor.
Además, los servicios ambientales que producen son muy abundantes: la protección de línea de costa, la formación de una barrera contra huracanes y fuente de alimentos de las pesquerías, entre otros.
Relató que uno de sus compañeros estableció un desarrollo turístico detrás de los manglares y abrió canales. “Ahora la hectárea de esa vegetación cuesta un millón de dólares, porque si se pierde esa superficie se pierde el atractivo del sitio”, observó.
Por tal motivo, López-Portillo recomendó el uso ecológico de los manglares, aunque sea todo un reto.
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