lunes, 4 de marzo de 2013

Viven en palacios pero casi como esclavas


La falta de prestaciones acrecienta la vulnerabilidad social de las domésticas; si se enferman, no tienen Seguro Social; si se embarazan las lanzan a la calle y tampoco hay jubilación que les garantice vejez digna 

Alejandro Esquivel C. / alesquivelc@hotmail.com


Resplandecientes mansiones se levantan en los fraccionamientos más conocidos de la capital tabasqueña, como en un reino de ensueño, donde las casas y departamentos son los palacios de hoy. En esos suntuosos residenciales también hay princesas y apuestos caballeros. Y para atenderles, también hay servidumbre.
A diferencia de los cuentos de hadas, la ‘criada’ (como algunos le dicen peyorativamente) jamás podrá casarse con el galán como una Cenicienta o una María la del Barrio, de las telenovelas. Estigmatizadas e invisibles, analfabetas, de origen indígena las más, y orilladas por la necesidad económica, las trabajadoras del hogar en Villahermosa aceptan someterse a condiciones casi equiparables a la esclavitud. 
Rodeadas de lujos que no son para ellas, laboran en fraccionamientos como Puerta de Hierro, El Country, Campestre, Prados de Villahermosa o Real del Ángel, por nombrar sólo algunos, pero también  trabajan en barrios de clase media alta, donde quedan algunas familias que en algún tiempo vivieron en la abundancia y aún añoran glorias pasadas.
Abundan los casos en que reciben un salario de miseria, apenas coqueteando con el sueldo mínimo. Un estrecho cuarto en el más alejado rincón de la mansión las aloja.
“Es el peor sector, en el que menos se observa la vigencia de derechos laborales. No tienen contratos, la jornada laboral es discrecional. Si hubiera aguinaldo es más bien una caridad; no hay reparto de utilidades, prima vacacional, ni Infonavit”, expone Alejandra Martínez Salaya, activista por los derechos de las mujeres.
Para la doctora en Economía por la UNAM, aunque existen excepciones, la falta de prestaciones acrecienta la vulnerabilidad social de esas mujeres. Si se enferman, no tienen Seguro Social; si se embarazan, simplemente las lanzan a la calle. No hay jubilación que les garantice vejez digna y lo peor es la falta de certeza laboral, pues en cualquier momento las pueden correr.

SUFREN DISCRIMINACIÓN MÚLTIPLE
De acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), casi un millón y medio de mexicanas se dedica al trabajo remunerado en los hogares, de las cuales 4.1 por ciento, es decir, alrededor de 61 mil tabasqueñas, veracruzanas y chiapanecas, principalmente, lo efectúan en Tabasco.
Respecto a la distribución de los empleados domésticos por entidad federativa, Morelos y Yucatán comparten el porcentaje más alto: 5.0 en relación con el total del país, es decir 1.5 puntos por arriba del promedio nacional, que es de 3.5 por ciento. Veracruz y Tabasco se encuentran en tercer y cuarto lugar nacional, respectivamente.
La economista Isabel de los Santos sostiene que en esta actividad hay un profundo sesgo de género, pues “el 94 por ciento son mujeres y sufren discriminación múltiple, por sexo, edad, por pertenencia étnica y condición socio-económica”.

HASTA LA LEY LAS DISCRIMINA
Para el experto en derecho laboral por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco Everardo García Tiquet, el trabajo en el hogar sí está regulado por la Ley Federal del Trabajo, en los artículos 131 al 343.
“Está catalogado como trabajo especial y difiere de cualquier otro. El salario se fija de común acuerdo y se puede pactar menos del mínimo. No obligan a utilidades, ni a horas extras, ni obliga a dar seguro social”, precisa.
Sin embargo, según el reporte intitulado: ‘Derechos iguales para las trabajadoras del hogar en México’, publicado por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) en 2012, la legislación mexicana, con la Ley del Trabajo y la del IMSS, es discriminatoria en este renglón. 
“Limitan los derechos de los y las trabajadoras del hogar y no garantizan la igualdad real de oportunidades y de trato, en comparación con las y los trabajadores en general”, afirma el reporte.
Las tesis aisladas de jurisprudencia que existen en este tema, también son discriminatorias, de acuerdo con el documento: ‘Los derechos fundamentales de las trabajadoras del hogar’, elaborado por Ileana Moreno Ramírez, para la Suprema Corte de Justicia.
Cabe mencionar que México está retrasado, en comparación a países como Uruguay, donde sí se exige a los empleadores a dar todas las prestaciones de ley a las trabajadoras del hogar. 
El abogado agrega que “existe el Convenio 189 que firmó México con la Organización Internacional del Trabajo para dignificar el trabajo doméstico. Ordena que se le dé certeza jurídica con reformas legislativas. Pero aún está pendiente que este acuerdo lo ratifique el Senado”.
García Tiquet aclara que las trabajadoras del hogar pueden acudir a la Procuraduría de la Defensa del Trabajo y ahí les dan asesoría gratuita; sin embargo, admite que eso es improbable, pues no conocen sus derechos, ni a esas instituciones, pues al estado mexicano no le ha importado dárselos a conocer.

Y TIENEN SU DÍA INTERNACIONAL
Según el documento de Moreno Ramírez, las trabajadoras del hogar tienen pocas redes de apoyo. “Ha habido intentos de sindicatos. Existió el “Sindicato de Trabajadoras Domésticas en México, de 1920 hasta 1950, pero no tuvo demasiado éxito”, refiere.
Actualmente existen esfuerzos como el Centro de Apoyo y Capacitación de Empleadas del Hogar, que encabeza Marcelina Bautista, el cual cuenta con oficinas en la Ciudad de México, pero entidades como la nuestra es inexistente. También está la Red Nacional de Trabajadoras del Hogar en México, con organizaciones en cuatro estados y la esperanza es tener pronto una en Tabasco.
“Hemos tratado ver si hay la posibilidad de la creación de una organización de trabajadoras del hogar. Mientras eso se da, seguimos defendiendo casos de abusos contra ellas y siempre nos referimos a los derechos de las trabajadoras del hogar, quienes también tienen un Día Internacional, que se celebra el 30 de marzo, pero como ellas, pasa desapercibido y en la invisibilidad.  

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