martes, 19 de febrero de 2013

Seguridad nacional en riesgo por autosuficiencia alimentaria


El régimen calderonista no es responsable de las raíces del problema, pero sí de no haberlo previsto y carecer de estrategia para revertir la improductividad en el campo y reducir la agobiante dependencia en alimentos 

Alejandro Esquivel C. / alesquivelc@hotmail.com


Cuando Felipe Calderón asumió el cargo como Presidente de México sabía que durante los cinco años anteriores México había destinado 49 mil 500 millones de dólares en importación de alimentos; sabía también que su antecesor, Vicente Fox, había importado 40 por ciento más de productos agropecuarios que Ernesto Zedillo y utilizado más del 54 por ciento de las divisas obtenidas por venta de petróleo en importación de granos, cereales, carnes, frutas, pescado, leche y hortalizas.
Calderón tenía información sobre los índices que mostraban la grave improductividad del campo mexicano y la creciente y peligrosa dependencia de nuestro país en materia alimentaria. Insuficiencia que, de acuerdo a analistas, tiene sus orígenes en los años 70, crece en los 80 y se profundiza durante el sexenio salinista de los 90, con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC).
La crisis de alimentos que hoy coloca al país en una situación de emergencia ya es, por lo tanto, añeja. Nadie, sin embargo, previó o quiso aceptar que llegaría a ser de una magnitud tal.
La administración calderonista no es responsable de las raíces estructurales del problema, pero sí de no haberlo previsto y de haber llegado al poder sin una estrategia agrícola de mediano y largo plazos, dirigida a revertir la improductividad en el campo y reducir la agobiante dependencia en alimentos que pone en riesgo, hoy más que nunca, la seguridad nacional.

¿MÁS BARATO IMPORTAR QUE PRODUCIR?
Al igual que anteriores gobiernos, Calderón Hinojosa cayó en la trampa neoliberal de creer —como también propuso en la reforma energética— que es más fácil y barato importar que producir.
A partir de una concepción meramente ‘eficientista’, pero sin visión de Estado, las autoridades federales parecen haber llegado a la conclusión de que implica menos esfuerzo importar alimentos que rehacer la cadena productiva y reorganizar el sector campesino mexicano.
Inclusive, Calderón se reunió con el presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC) en un encuentro donde aceptó la propuesta de firmar una especie de acuerdo nacional con la sociedad rural para replantear el capítulo agropecuario del TLC, un convenio de competitividad y un programa de empleo especial en zonas marginadas… el cual no se llevó a cabo.
Y no se obtuvo resultado alguno porque, según la misma CNC, ninguno de los secretarios a los cuales se les dio la ‘orden’, hicieron caso de la disposición presidencial.
El plan de emergencia presentado por el Ejecutivo federal para atenuar el impacto que tienen los altos precios de los alimentos, tiene preocupados desde hace años a muchos, sobre todo porque se convertiría en un salvaje devorador de remesas y de excedentes petroleros.
Importar alimentos en forma masiva significa dejar al país sin recursos para la inversión y el desarrollo. Sin embargo, no hay más remedio: o se importa o quién sabe lo que pueda suceder.

RIESGO DE ESTALLIDOS SOCIALES
De acuerdo a cifras recientes, México importó en 2010 de Estados Unidos casi 10 mil millones de dólares en productos agropecuarios, cifra equivalente a las exportaciones petroleras efectuadas en el mismo lapso.
El director del Fondo de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, criticó en su tiempo las políticas que han reducido a la mitad la asistencia al desarrollo del campo y advirtió que la crisis alimentaria amenaza seriamente la estabilidad mundial. Si los gobernantes no adoptan medidas urgentes habrá, sin duda, una cadena de estallidos sociales.
Es síntesis, como lo dijo Alan Greenspan en su libro más reciente: “la economía ha entrado en aguas turbulentas”, lo que exige, necesariamente, una mejor forma de hacer política, pues políticas de ese tipo han afectado el desarrollo de entidades como Tabasco, cuya vocación es eminentemente agropecuaria.

Y EL CAMPO TABASQUEÑO… EN LA POBREZA
Para la Coalición de Organizaciones Democráticas Urbana y Campesina (Coduc), la incapacidad de algunos funcionarios estatales de la administración pasada, responsables de ejecutar los proyectos productivos, ha provocado que el campo tabasqueño se encuentre sumergido en la pobreza. 
Apunta que pese a que existieron muchos proyectos de ‘Alianza para el Campo’ nunca se ejercieron porque las instancias federales y el gobierno estatal manifestaron que no había presupuesto para invertir en el campo.
Con lo anterior, y sumado a la crisis económica —consideró—, el campo no podrá salir del hoyanco en que se encuentra, “porque no existe capacidad de compra, y al no haber esto no hay consumo, y al no existir éste no se tendrá producción y generación de empleos”.
Para el ganadero Ezequiel Ricárdez, no hay los alimentos suficientes para los tabasqueños, como arroz y frijol, mientras que en maíz comienza a haber repuntes; por lo cual, indica, la propuesta es que se apoye a los pequeños productores para que los cultivos se hagan de manera adecuada y con los programas gubernamentales alineados y no sólo se apoye a los cultivos de exportación, “pues eso es lo que ha dado al traste a la autosuficiencia alimentaria”.  

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