Costuras de la alianza
Si de principios se tratara, no deberían tener problemas. Pero las ambiciones individuales de Acción Nacional (PAN) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD) son más fuertes a la ambición superior de destruir electoralmente al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
José Ureña / primercirculo@hotmail.com
No son buenas referencias.
Dirigentes de uno y otro partido ponen muy altas sus guindas y en consecuencia se encarecen.
El mejor ejemplo es la ciudad de Oaxaca. Juan Manuel Oliva, cabeza negociadora del panismo, insiste en entregar la candidatura a uno de los suyos.
—No —rechaza la trinidad perredista, Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Guadalupe Acosta Naranjo—; nosotros somos la primera fuerza en Oaxaca capital.
Desavenencias de este tipo transitan hacia otras entidades.
La puja por posiciones, tanto de mayoría como plurinominales, se extiende a otras entidades donde inclusive ya hubo experimentos exitosos hace tres años a impulso del Pinocho César Nava y Gustavo Madero.
Las negociaciones prosiguen, pero podríamos no ver la sociedad PAN-PRD en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, donde colocaron respectivamente a Gabino Cué, Rafael Moreno Valle y Mario López Valdez en 2010.
Y si no van ellos, menos sus otros aliados de antaño, el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC).
MALAS COMPAÑÍAS
Los problemas comenzaron en Tamaulipas.
Allá, refieren negociadores de Acción Nacional, el Partido de la Revolución Democrática exigía candidaturas como si fuera una fuerza en competencia por la gobernabilidad.
Aunque tiene militantes no bien vistos en lugares de la frontera —Reynosa, Nuevo Laredo, Matamoros— porque varios de ellos han sido ligados al crimen organizado y al robo de gasolinas.
No hubo entendimiento y las negociaciones se rompieron.
—Vamos separados —anunció Juan Manuel Oliva.
En otros lados, refieren representantes de ambos partidos, las cosas marchan de perlas.
Ponen de ejemplo Veracruz.
Las cúpulas estatales de PAN y PRD, supervisados por enviados desde el Distrito Federal, fueron capaces de conformar planillas en todos los municipios y en los distritos.
Gustavo Madero y Oliva celebraron este hecho como “ejemplo digno de coordinación y democracia” para ir juntos en los comicios de julio.
Otro lugar consumado es Baja California, la elección más atractiva del año por cuanto tiene de historia y trascendencia.
El PRI optó por Fernando Castro Trenti, quien jamás ha ganado una elección pero detenta el control de toda la estructura priista e inclusive ha logrado colocar alfiles suyos en posiciones del gobierno panista de Guadalupe Osuna.
Tuvo otro mérito: se llevó en alianza al Partido del Trabajo (PT), tatuado por Andrés López, poseedor de la senaduría de primera minoría con Marco Antonio Blázquez.
ALIANZAS SIN PROGRAMA
La alianza comenzó a urdirse con un compromiso de partes. —La clave es el programa —dijeron.
Para garantizarlo, equipos de PAN y PRD estudian cómo integrar un comité de seguimiento tanto en político, como ideológico y de calendario.
Dicho comité definirá cada punto y la clave es incluir únicamente las coincidencias y dejar al margen diferencias tan marcadas como los matrimonios del mismo sexo y reformas estructurales.
Dato clave, si se asoma uno a la realidad.
El PRD capitalino de Los Chuchos y Martí Batres es adalid de los matrimonios gays y el aborto, mientras el PAN del Yunque extremista y de Juan Manuel Oliva es abierto opositor de aquel liberalismo sexual.
Ni panistas ni perredistas lo dicen en voz alta, pero tratan de enmendar un error craso en 2010 de Pinocho César Nava y Jesús Ortega: no hubo compromiso alguno.
En aras de ganar posiciones y presupuestos, no comprometieron lealtades ni Gabino Cué niRafael Moreno Valle y menos Mario López Valdez Malova, ahora tan cercano al PRI y tan zalamero con el presidente Enrique Peña.
Cada uno gobierna como le viene en gana, si se les puede llamar gobierno.
COPIAS DEL PRI
Otro error no confesado es el dedazo contra el cual lucharon los dos partidos.
Acción Nacional siempre lo criticó y el PRD de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y otros fundadores presumía de postular candidatos surgidos de los votos en plaza pública.
Eso ya no será.
Ya probaron el poder y está claro: las candidaturas de mayoría son para quien garantice votos y las plurinominales para las camarillas de partido.
El mejor ejemplo lo veremos estos días.
Aunque hay cuadros altamente competitivos como el ex alcalde de Tijuana Jorge Ramos, el panismo decidió hacerlo a un lado y el perredismo se ciñó a la voluntad de sus socios.
En consecuencia, por dedazo el candidato a gobernador será Francisco Kiko Vega de la Madrid.
El proceso de eliminación, no de selección, inició en noviembre con cuatro aspirantes: el propio Kiko, Héctor Osuna, Oscar Vega, Gastón Luken, Cuauhtémoc Cardona, Oscar Arce y algún otro. Para imponer a Kiko se utilizaron encuestas.
Si no hay resentimientos de los desplazados, el PAN sumará su quinto sexenio al frente del gobierno de Baja California.
Pero si hay rebelión de panistas antiperredistas y de Héctor Osuna, hasta ahora el más inconforme, disminuirán las posibilidades de Kiko, del PAN, del PRD y de su alianza con el Panal.
Otra costura de estas coaliciones.
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