jueves, 3 de enero de 2013

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Saqueadores 


La noche del 24 de diciembre —como suele hacerlo cada año— Andrés Granier Melo acudió con su esposa Teresa Calles de Granier a la misa en Catedral para la conmemoración de la natividad de Jesucristo. Sin embargo, el todavía gobernador no se esperó siquiera a que iniciara la celebración religiosa. Y es que apenas ingresó, fue descubierto por algunos fieles que en tono bajo pero muy perceptible comenzaron a abuchearlo 

Fernando Hernández Gómez / fdohernandezg@hotmail.com



El sonido que no era un cántico religioso fue haciéndose cada vez más fuerte y más personas se sumaban al coro que se escuchaba dentro de las paredes de esa inmensa mole de cantera rosada. Y al saberse destinatario de ese ¡uuuuuuuh! —insólito en un templo católico o de cualquier otra religión—, el matrimonio Granier Calles puso pies en polvorosa.
Andrés Granier no terminaba su periodo sexenal y ya era objeto del repudio del pueblo que lo llevó a la gubernatura. No era para menos. No sólo se le acusa del mal gobierno sino de enriquecerse junto a una caterva de parientes, amigos y colaboradores que metieron mano al presupuesto estatal e hicieron negocios personales al amparo del poder público.
Debió advertir este escenario desde el 1 de julio, cuando los tabasqueños decidieron echar al PRI de la Quinta Grijalva, no sólo por la imposición de candidatos impopulares, sino sobre todo por el hartazgo producido por el mal gobierno, el suyo.
Su pésima y vergonzante gestión administrativa no sólo provocó que fuera el primer gobernador emanado de ese partido que no le entregara la estafeta a otro priista —como sucedió las últimas ocho décadas de hegemonía tricolor— sino que para evitar exponerse a un abucheo mucho mayor al de la Catedral decidió no acudir a la ceremonia en que su sucesor, el perredista Arturo Núñez Jiménez, rindió protesta como nuevo depositario del Ejecutivo.
Empero, los tabasqueños no quieren que sus abucheos se apaguen con el paso del tiempo y todo quede en un linchamiento mediático a quienes saquearon las arcas y dejaron convertida a la entidad en la “zona de desastre”, como consideró el nuevo mandatario el estado que le heredó Andrés Granier.
Es una exigencia ciudadana que ese repudio que hoy se expresa con fuerza y hasta con mofa contra el ex gobernador, se traduzca en acciones legales prontas y contundentes contra los saqueadores del erario, contra quienes dejan a su administración prácticamente atada de manos al heredarle pasivos por 10 mil 135 millones de pesos, más otras deudas —como la que existe con CFE por 850 millones de pesos—, y al comprometer participaciones fiscales en 14.4 por ciento para pagar la deuda bancaria a 20 años.
Arturo Núñez entendió perfectamente esta exigencia popular, la remarcó en su mensaje de asunción el día 31 y la tradujo en un compromiso específico con sus gobernados.
Lo hizo cuando manifestó que en el ámbito de la administración y las finanzas públicas, el diagnóstico es grave. Y refirió que la crisis hospitalaria puso en evidencia no sólo un pésimo manejo financiero en todo el aparato gubernamental, sino también desorden administrativo, negligencia, corrupción e irresponsabilidad compartida.
Lo enfatizó cuando comprometió “el combate frontal, enérgico y con resultados claros, a la corrupción gubernamental y a la impunidad, mediante auténticos sistemas de transparencia informativa, control y fiscalización del gasto público y rendición de cuentas, así como a través de la prevención, y sanción en su caso, de las conductas indebidas”.
Y lo dejó claro cuando definió el alcance de ese compromiso. “A la alternancia no la concibo como revancha política. No obstante ello, la protesta constitucional que he rendido ante ustedes me obliga y compromete, con la fuerza de la norma, la política y la ética, a velar por el imperio de la ley en el marco del estado de derecho. Ello incluye sancionar a quien lo haya vulnerado o lo vulnere en perjuicio del pueblo de Tabasco. Siempre que haya elementos para proceder vamos a hacerlo, sin consideración de partido político, jerarquía o poder del presunto responsable”, estableció.
Añadiría que es indispensable para el bien de la convivencia social desagraviar a una sociedad profundamente lastimada, “por lo que reitero, para que quede claro y no haya lugar a duda alguna, que no encubriré a nadie haciéndome cómplice de quien haya hecho privados en su beneficio los recursos públicos de los tabasqueños. A ésos no les espera el disfrute de rentas mal habidas, les espera la cárcel”.
A propósito de que no se respetará ‘jerarquía’ o ‘poder’ de quienes resulten ‘presuntos responsables’, la inquietud ciudadana es si la acción de la justicia alcanzará a Andrés Granier; a su secretario de Finanzas, José Sáiz Pineda; al asesor incómodo de éste, Amílcar Sala, y al titular de SAOP, Héctor López Peralta —de quien se dice que para evitar cualquier incautación de bienes recién se divorció para proteger el ‘patrimonio’ familiar acrecentado los últimos seis años—, por citar a los funcionarios que están en la vox populi.
Pero sobre todo, la gente quiere saber si se procederá con la ley en la mano contra el hijo del ex gobernador, Fabián Granier Calles, quien manejó a manos llenas dinero público —desviado ya sea para comprar conciencias con fines electoreros y para su provecho personal— que podría representar más presupuesto que algunas Secretarías estatales juntas.
Si todo queda en algunos chivos expiatorios, a Núñez sus paisanos se lo estarían recordando y reclamando todo su sexenio. Pero habrá que concederle el beneficio de la duda al primer gobernador que emana de las filas de la oposición, a quien conocemos como un político profesional de una trayectoria impecable.
Habrá que darle ese voto de confianza o bono democrático que Granier dilapidó cegado por la ambición de acrecentar su fortuna y al convertirse en cómplice de sus colaboradores que se despacharon con la cuchara grande del presupuesto público.
Quedémonos con su compromiso de que “como gobernador del estado daré el ejemplo, sin concesión alguna al nepotismo, al amiguismo, al tráfico de influencias, al conflicto de intereses o a cualquier otro comportamiento indebido. Reitero aquí y ahora: no he venido a gobernar para ver que me llevo de Tabasco; he venido a hacerlo para aportarle a Tabasco”.
Y la noche del 31 de diciembre, en muchas calles de Villahermosa se quemaron, en señal del año viejo y del repudio al gobernante que finalizaba su periodo, monigotes con imágenes de Andrés Granier, unas con una bolsa cargada de billetes simbolizando el saqueo del que presuntamente hizo contra el patrimonio de Tabasco y otras vestido de médico, con estetoscopio y una cajita bajo el brazo con la leyenda: “Hasta el botiquín se llevó”.
Y es que para esa hora —se dijo en redes sociales— toda la familia Granier Calles ya estaba fuera del país. ¿Qué le depara al granierismo? ¿El ‘disfrute de rentas mal habidas’ o la cárcel?

LA IZQUIERDA SÍ SABE GOBERNAR
Ya llenamos la página de la alternancia, ahora el reto es lograr el cambio en Centro, afirmó Humberto de los Santos Bertruy.
En la sesión solemne de Cabildo en que rindió protesta como el primer alcalde de la capital tabasqueña surgido de filas opositoras, enfatizó: “Demostraremos que la izquierda sabe gobernar y sabe hacerlo bien”, con honestidad, orden, eficiencia y transparencia, y en un ambiente de concordia que deje atrás rivalidades.
Ante el gobernador Arturo Núñez y su esposa Martha Lilia López Aguilera, que acudieron al evento en la plaza La Ceiba del Palacio Municipal,  De los Santos Bertruy afirmó que los miembros de la nueva clase política que gobierna en Centro “no venimos a hacer uso indebido de los recursos públicos, ni a saquear las arcas públicas”, sino a lograr que el cambio verdadero se traduzca en un desarrollo verdaderamente planificado y a que el municipio se convierta en tierra de oportunidades.
Confía en que lo logrará, pues asevera que “una gran ventaja es que no llegamos a aprender”.  

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