martes, 29 de enero de 2013

Lesbianas, doblemente discriminadas por ser mujer y homosexual


Ignoradas por instituciones y ONG’s, no figuran en las estadísticas oficiales ni son consideradas en los programas de salud pública; hasta los gay reciben más atención que ellas, lamentan 

Alejandro Esquivel C. / alesquivelc@hotmail.com


Tanto en Tabasco como en el resto del país, las lesbianas luchan por que su derecho a ser diferentes sea aceptado en esta sociedad con una incipiente cultura de la tolerancia, y aunque no figuran entre las cifras de discriminación ni criminalidad homofóbica, su estigma es tristemente doble: ser mujeres y homosexuales.
Patricia, Sonia, Lorena y Karla no se conocen, viven en distintos lugares, tienen gustos diferentes, sus edades son variadas y sus oficios también, pero comparten una misma historia: son lesbianas.
Y no sólo comparten la misma orientación sexual, sino lo que implica ser lesbiana en México, pero sobre todo, en Tabasco, entidad donde a no ser por organizaciones no gubernamentales (ONG), ni siquiera figuran, pues no son parte de las campañas de salud sexual, no figuran en las cifras de discriminación ni mucho menos en las de crímenes de odio por orientación sexual.
En pocas palabras, estas cuatro mujeres son invisibles, incluso para sus familias y amigos, pero sus historias de vida guardan algunas similitudes. Por ejemplo: se les exige, como a toda mujer, tener hijos y un hombre al lado; se les señala por ciertos estereotipos.
La invisibilización viene de varias partes, y eso lo reconoce Lorena, quien se ha topado con comentarios lesbófobos. “Nos dicen que las lesbianas peleamos por todo, que somos difíciles, un sinfín de estereotipos. Es común que activistas gay digan que con nosotras no pueden trabajar. El principal problema es la invisibilización de nosotras las lesbianas, a nivel institucional y social”.
Es cierto que en la ciudad de México se lograron algunas leyes, esfuerzo de años por parte del movimiento lésbico-gay, pero en el resto del país nada. Tabasco es ejemplo de ello; aquí ni siquiera se ha legislado en ese sentido, afirma y agrega que “vivimos como en un islote donde se cree que los derechos del colectivo están ganados por el sólo hecho de que en la capital del país van más adelantados en ese tema, pero no es cierto, pues en materia de políticas públicas no hay nada”.

MARGINADAS TAMBIÉN POR LAS INSTITUCIONES
Lorena comparte una experiencia que tuvo con el Centro para la Prevención y el Control del VIH-Sida (Censida): “En un afán de visibilizar que las lesbianas también tenemos riesgos de infecciones de transmisión sexual y VIH-Sida, hemos gestionado para que Censida emprendiera acciones e hiciera un registro de lesbianas que contrajeron el virus. A pesar de que en Censida tenemos amigos, la propuesta no les pareció atractiva.
“Esa es una muestra de que las lesbianas no existimos en el plano institucional y social”, apunta. Lo que dice se sustenta en las cifras oficiales de los crímenes de odio por homofobia. Tan sólo en 2012 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) registró 648 homicidios por homofobia
En dicho informe, la CNDH no precisa si las muertes en sus cifras figuran las lesbianas. Sin embargo, la Comisión Ciudadana Contra de Crímenes de Odio por Homofobia (CCCCOH), de la organización civil Letra S, el año pasado dio a conocer que del 28 de enero de 1995 al 30 de junio de 2012, se contabilizaron, a través de una investigación hemerográfica, 976 asesinatos donde sí se desagregan las cifras: 818 cometidos hacia hombres; 129, a transgéneros; y 29 contra mujeres.
Y aunque estos crímenes por odio se caracterizan por tortura y vejación previa al asesinato, lo que el informe no detalla es si en hombres o mujeres se aplica la misma saña. Por eso, explica Lorena, cuando se hace un estudio acerca de la homosexualidad, “las lesbianas quedamos fuera o en segundo plano al de los hombres”.  

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