A excepción de dos o tres personajes con holgada experiencia política, los integrantes del próximo Congreso parecen carecer de bagaje para enfrentar los retos por venir
Luis Enrique Martínez / luisenriquemarh@hotmail.com
No sólo por su juventud y belleza pero a sus 23 años Ana Karen Mollinedo Zurita es un caso emblemático de lo que será la 61 Legislatura al Congreso estatal: representa la edad de su partido, el de la Revolución Democrática, y la inexperiencia política de la mayoría de los 35 integrantes de las bancadas parlamentarias del PRD, PRI, PAN, PT, Pvem y Panal.
Con Andrés Manuel López Obrador como su primer presidente del Comité Ejecutivo Estatal, el PRD quedó constituido el 5 de mayo de 1989. Esto es el año en que nació la joven militante de ese partido que el día en el cual quedó constituida la Junta Preparatoria de los presuntos miembros de la 61 Legislatura recibió piropos y silbidos de los seguidores de Roger Arias García.
Este último representante del Partido del Trabajo también parece la réplica del ex diputado Aquiles Magaña García, cuyas declaraciones, discurso y actitudes en la Cámara de Diputados convirtieron en arena política y demeritaron al tribuno que aún no aparece en el Poder Legislativo. La única excepción quizá fue la de Manuel Fernández Martínez, el ex priista que arropado por el PRD habló en latín en la llamada “más alta tribuna” de Tabasco en 1993.
A reserva de que Mollinedo Zurita enseñe que su fascinante hermosura no está reñida con la inteligencia, otro caso para advertir que, como dice el clásico, la caballa de la próxima legislatura está flaca, la representa José Sabino Herrera Dagdug.
El jueves 6 arribó al inmueble de la Calle Independencia, número 101, colonia Centro, con botas, pantalón y camisa vaquera, presumiendo un sombrero blanco tal vez emulando sin saber a otro típico personaje de la política estatal: Francisco Mirabal Hernández, quien con la siglas del PRD fue diputado y alcalde de Jalpa de Méndez, siempre portando, indistintamente, sombrero de fieltro en colores negro y café. El día que murió su caballo preferido le rindió tales honores que aún son alimento de sus correrías por aquel municipio.
Ahora, el joven Herrera Dagdug que tras la elección del 1 de julio dio a conocer su inestable talante político al abandonar las filas del PT para sumarse a la bancada perredista, parece seguir los pasos de Mirabal Hernández.
Por las características de tales personajes, incluyendo las propias de los coordinadores parlamentarios de los seis partidos representados en el Congreso local que no son mayores a la de los casos citados, es que cuando apareció en el salón de pleno la diputada electa Rosalinda López Hernández se impuso la sobriedad a la asamblea que presidió el diputado Javier Calderón Mena.
Pocos o casi nadie como ella para presumir una carrera política siempre en ascenso cuando en Tabasco todo era a favor del PRI: diputada local (dos veces), diputada federal y senadora de la república. Es la primera vez que llega al Congreso por la vía plurinominal. De ahí que su rentabilidad electoral provoca controversia hasta en las mismas filas de su partido, el PRD.
La experiencia legislativa acumulada de López Hernández la ubica como el personaje de mayor peso político en la 61 Legislatura aunque, por lo mismo, también sea anotada por propios y extraños como parte del futuro gabinete del gobernador Arturo Núñez Jiménez. Algunos ya la ven despachando en la Secretaría de la Contraloría (¿por su futuro se convocó a la toma de protesta para el 27 de diciembre?).
De manera tal que la ex senadora que a principios de este año estaba entre los aspirantes a la candidatura del PRD a la elección de gobernador, es, por el momento, la excepción de la regla que impera entres los 35 sucesores de la saliente 60 Legislatura.
Rafael Abner Balboa Sánchez, a pesar de su edad, es un político de naciente cuño aunque antes de ganar la alcaldía de Teapa fuera un intrascendente militante del PRI. Producto de una negociación interna, será el coordinador de la bancada perredista a la cual llegan correligionarios con un poco de correa legislativa: Rafael Acosta León, Alipio Ovando Magaña y Casilda Ruiz Agustín.
Por el lado de los priistas, también la caballada está flaca: destacan los casos de Esther Alicia Dagdug Lutzow quien fue la oficial mayor de la Legislatura que coordinó Pedro Jiménez León y como tal impuso en el muro izquierdo del recinto legislativo una placa que a los perredistas de ayer les da pánico recordar: el bronce recuerda el 19 de enero de 1995 como el “Día de la defensa de la soberanía de Tabasco”. O sea, la fecha en que los priistas desalojaron la Plaza de Armas para que pudiera ingresar Roberto Madrazo Pintado a Palacio de Gobierno.
Uno de los que seguramente colaboraron en organizar a los pandilleros y la fuerza pública que arremetió con todo y contra todo contra los perredistas, fue José del Pilar Córdova Hernández. Este líder petrolero, a pesar de su gris pasó por el Congreso local y la Cámara de Diputados federal, regresa contra el rechazo público de sus correligionarios priistas. Ya se acostumbró a la protección del fuero legislativo.
También se estrena como legislador Erubiel Lorenzo Alonso Que, un profesor que el día de la sesión referente recibió el apoyo de afiliados al Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación (SITET) que llegaron a respaldar al rijoso de Rogers Arias García. Será el pastor del rebaño priista que en la persona de Luis Rodrigo Marín Figueroa evidencia la desbandada de militantes de ese partido a la derecha o izquierda del espectro político estatal: de la burocracia educativa salió a la curul.
Otro que recibe la oportunidad de su vida o el premio a su vínculo a los regímenes priistas a través de los liderazgos estudiantiles es el dirigente estatal del PMC, Gaspar Hernández Córdova. Al menos tiene experiencia en la negociación interna y el cabildeo partidista, cosa que no tiene el coordinador parlamentario del Partido Acción Nacional (PAN), Francisco Castillo Ramírez.
Y mucho menos el representante del PVEM, Patricio Bosch Hernández, y Mileidy Aracely Quevedo Custodio, del Panal. Esta última tendrá que probar, por ejemplo, que no es la diputada telegénica que parece. En la tribuna legislativa no tendrá el teleprompter de TVT. Y en ella no se trata de despedirse con un “volvemos…”
Al fin y al cabo, como Ana Karen Mollinedo Zurita, tiene la oportunidad para ratificar que la belleza no está reñida con la inteligencia.
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