El fallecimiento del escritor y poeta oriundo de Cunduacán deja en la orfandad literaria a cientos de jóvenes que incursionaron en las letras a través de su obra
Samuel Soto Giles / gi_les@hotmail.com
La tarde del jueves 1 de noviembre, el reportero Wilbert Albert llamó telefónicamente a varios compañeros para que ayudaran a la señora Mireya Ruiz a convencer a su hijo de la urgencia de hospitalizarse. El escritor Teodosio García Ruiz, vencido físicamente por la diabetes, se negaba a recibir atención médica.
El lunes 5 una ambulancia trasladó a Teo del domicilio de la señora Ruiz, número 177, interior 2 de la calle Niños Héroes de la colonia Atasta de Serra, al hospital Juan Graham, donde la escritora Guadalupe Azuara Forcelledo estuvo pendiente de la atención médica.
—Ya mandé hacer los tamales, bromeaba —comentó Wilbert Albert.
Entre las bromas dijo que no quería rezo, que se velara en casa de su madre y que llevaran su cadáver a Cunduacán. Su hermano menor y su sobrino no se despegaron de la cama.
—Los tamales van a estar sabrosos como el mole de mi cumpleaños, recordaba en la cama 35.
En la primera semana de mayo pasado, al proponer integrar el club “Y sin embargo… se lee”, con Perla Rodríguez, Ervey Castillo, Luis Acopa, Francisco Morales Hoil y José Luis Lara López, Teo estrenó una cafetera e invitó a un mole para su cumpleaños número 48.
A ese convivio asistieron Alejandro Breck, Mario Dávila, Wilbert Albert y otros escritores, pintores y fotógrafos que fueron pasando a la mesa toda la tarde.
En esa ocasión se había propuesto darle continuidad al taller concebido en su domicilio del Kilómetro 15: “Club de Himalaya”, con el fin de promover en los lectores el bienestar y autoestima a través de la reflexión, ejercicios prácticos y textos sencillos. Inició el martes 5 de junio.
Entre otros propósitos, buscaba superar en los participantes, situaciones de salud física o emocional, mediante el intercambio de contextos o experiencias significativas que mejoraran el bienestar y la calidad de vida de los asistentes.
También propuso un taller de lectura para trabajadores que por el proceso electoral se dejó para después.
Con el triunfo de Arturo Núñez Jiménez, Teo se dio a la tarea de elaborar una propuesta de cultura para el Plan Estatal de Desarrollo. Había participado en el PLED de Enrique Priego Oropeza. Dijo que Tabasco es un gran estado como para perderse en el calor del trópico.
—Ya me quiero morir, pero no puedo —había dicho en comentario fugaz a varios de sus visitantes.
Desde septiembre, Teo empezó a debilitarse cada día más y dejó de recibir visitas para no dejar ver los estragos de la enfermedad. Alguna vez contestaba el teléfono.
Doña Mireya Ruiz, ayudada por dos vecinas, lo cuidó de día y de noche, hasta que fue internado.
“A principio de este año, cuando salió del hospital Juan Graham, donde lo interné de emergencia, me preguntó si se quedaba en mi casa. Le dije que sí, que era mi hijo primogénito. Me preguntó si lo iba a cuidar. Le dije que lo iba a alimentar, a bañar, a darle su medicina. Y se quedó”, recuerda Doña Mireya.
Para el lunes 5 de noviembre, a las 12 horas, Teo respiraba con dificultad, tenía los ojos entre abiertos. La enfermera avisó que le pondría una sonda para alimentarlo. A las dos horas falleció.
Del recinto memorial, el martes a las 15 horas, después de los funerales religiosos, trasladaron sus restos mortales a Cunduacán.
El reportero Salvador Hernández Triano informó para La Verdad del Sureste que la carroza arribó al panteón central de esa cabecera municipal a las 16:15 horas.
Lo esperaban amigos, familiares, compañeros de las diferentes expresiones artísticas, políticos de diferentes ideologías y religiosas.
El escritor y poeta Níger Madrigal, del taller literario “El libro vacío”, ofreció el pésame a sus familiares; les dijo que si bien ellos pierden a un hijo y a un hermano, el pueblo, la sociedad, pierde a un gran talento.
“A la voz del mariachi, que ante cada tema como Un puño de tierra, Las golondrinas, Te vas ángel mío, El rey, hicieron llorar en el ultimo adiós al hermano, al amigo, al hijo, al talento, al dechado por Dios de la esencia humana.
“Aparte de artista, Teodosio era un ser humano en toda la expresión de la palabra, comentó Glenda Jasso”, fue el registro periodístico de Salvador Hernández Triano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario