lunes, 29 de octubre de 2012

Punta Fina


Un relevo diferente



Ha sido muy laborioso, pero los resultados están a la vista. A despecho de Andrés López, quien no ha aceptado ninguna derrota desde 1988, sus compañeros de izquierda trazaron su propio trayecto...

José Ureña / primercirculo@hotmail.com



La misma noche de su victoria, el 1 de julio, el tabasqueño-morelense Graco Ramírez decidió sumarse al reconocimiento de la victoria del priista Enrqiue Peña. El tabasqueño Arturo Núñez lo hizo al día siguiente, el lunes 2.
Rápido se establecieron los contactos y, vía telefónica, Núñez felicitó a Peña por su triunfo.
Su civilidad distó mucho de la conducta de Marcelo Ebrard, quien todavía se mantiene reticente a la verdad electoral y jurídica del resultado presidencial de julio.
Y no se diga de su segundo mentor —López, el primero es Manuel Camacho— , quien no digiere una desventaja de 3.3 millones de votos.
El miércoles tuvo una reacción desafortunada al encuentro de cinco gobernadores perredistas —el guerrerense Angel Aguirre, el morelense Graco Ramírez, el oaxaqueño Gabino Cué, el tabasqueño Arturo Núñez y el defeño Miguel Mancera. —Fueron por necesidad —analizó López.
El tono despectivo del tabasqueño no da mucho para el análisis, pero dijo una verdad como se mostrará a continuación.

GOBERNADORES PEDIGÜEÑOS
No ha sido sorpresa para Peña. Desde su campaña, varios gobernadores le narraron su realidad con dos características:
1.- Durante el presente sexenio la entrega de participaciones ha sido a cuentagotas, a menudo con retrasos y anomalías en perjuicio de los estados.
Por ese desorden administrativo ha sido frecuente una aberración: o llegan los recursos al cuarto para las doce, cuando ya no se pueden aplicar porque se han vencido los plazos de obra pública, o se les pide reintegrarlos a la federación antes de recibirlos.
Entre los quejosos resaltaron dos: el oaxaqueño Ángel Aguirre y el michoacano Fausto Vallejo, aunque los culpables principales fueron sus antecesores perredistas, respectivamente Zeferino Torreblanca y Leonel Godoy.
Hasta los panistas se pusieron en brazos de Peña.
Dos casos: el poblano Rafael Moreno Valle y el sinaloense Mario López Valdez, conocido como Malova.
Y 2.- en lugar de ayudarlos se les critica.
Famosa es la campaña impulsada desde el poder contra Humberto Moreira por el endeudamiento dejado en Coahuila, razón por la cual le congelaron la entrega de recursos.
Resultado: el actual gobernador, Rubén Moreira, se ha puesto en manos de Felipe Calderón y ha firmado compromisos muy severos de pagos con Hacienda.
En la misma situación se encuentran Michoacán y Guerrero.
O municipios como Acapulco.

NECESIDAD CAPITALIZADA
Ese es el panorama entregado a Enrique Peña.
Están asustados en su equipo porque no esperaban esa inopia de estados y municipios.
Semanas atrás hablamos de cómo ya se estudia una absorción de deudas a fin de partir de cero en todas las entidades.
—Un país no puede quebrar —dicen financieros coordinados por Luis Videgaray, acaso para ilustrar la situación de las 32 entidades federativas.
Hay disposición, quién lo duda, pero también interés.
Mediante esta zanahoria ha sido posible aglutinar respaldos.
De los priistas era natural.
El triunfo de su candidato puede representarles mejores condiciones de colaboración y de participaciones, como lo ha señalado el mexiquense Eruviel Avila.
Pero panistas y perredistas ven la oportunidad de negociar con un presidente diferente al suyo, prueba infalible de su orfandad con Felipe Calderón.
Tal vez les asista la razón, como confirma la historia.
Va la primera experiencia:
El 1 de septiembre de 1989 ascendió en Baja California el primer gobernador de oposición, el panista Ernesto Ruffo Appel.
Un día después, el presidente Carlos Salinas de Gortari encabezó una comida con los gobernadores en el restaurante San Ángel Inn y la novedad era Ruffo Appel.
Un funcionario de Hacienda entregó el borrador del convenio de coordinación fiscal para 1990 a los gobernadores priistas y todos firmaron el formato sin chistar.
No fue el caso con el opositor Ruffo Appel.
A él se le acercó el mismísimo secretario de Hacienda y Crédito Público, Pedro Aspe, y le preguntó tras saludarlo:
Aspe: Gobernador, ¿cuándo podemos platicar?
Ruffo: Cuando guste, secretario. Yo pensaba buscarlo luego.
Aspe: ¿Le parece bien mañana?
Ruffo: Sí, mañana 3 de septiembre. ¿Dónde?
Aspe: En mi oficina, ¿dónde más? ¿A las once está bien?
Ruffo: Ahí nos vemos. ¿En su oficina de Palacio Nacional, verdad?
Aspe: Sí, es para hablar sobre el convenio de coordinación fiscal. ¿Quiere un borrador para que lo vaya revisando?
Ruffo: Sí, deme uno.
¿Y qué cree usted?
Con Ruffo, gobernador del PAN, sí hubo negociación.
Con los del PRI hubo imposición.
Hoy los sucesores del PAN, más los del PRD y por supuesto los del PRI, acuden al presidente electo “por necesidad” —El Peje dixit— y esa necesidad crea un ambiente distinto al de 2006.
Favorable para Peña, quien sí podrá tomar posesión en el Palacio Legislativo ante el Congreso y la clase política en pleno e iniciar un gobierno en relativa paz.
No faltarán movimientos opositores como el #132 y otros pejistas, pero en condiciones distintas al mal ambiente de Calderón.
¿Ya ve por qué le comento que El Peje dijo una verdad?  

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