lunes, 29 de octubre de 2012

POLICRONÍA SEMANAL


Función legislativa, una deuda constitucional


Cada tres y seis años los mexicanos nos liamos en sendos y onerosísimos procesos electorales a fin de constituir uno de los poderes del Estado: el Legislativo, que se supone debe ocuparse de impulsar las iniciativas para alcanzar el desarrollo del país y los Estados, según ámbitos de competencias...

Rosa Elvia Bracamontes / rosaelviab@hotmail.com


La mayoría de los ciudadanos culpan a los titulares del poder Ejecutivo a nivel federal y local, de las “ocurrencias” en que discurren sus encargos y con lo cual la ciudadanía no ve claro que sus garantías individuales y derechos fundamentales se vean colmados. Vivimos con muchísimas deficiencias en servicios públicos y sociales, en consecuencia.
Lo cierto es que este escenario es corresponsabilidad de ambos poderes y la inacción a falta de voluntad política o manejos absurdos de poder tanto de la clase política que lo ocupa y de nosotros como ciudadanía, por permisivos, conformistas  o negligentes con nosotros mismos… ¡que flojera leer!
Acá la cosa no es tan compleja; cada elección le otorgamos a quienes se postulan al efecto, la capacidad legal para tutelar el bienestar de la ciudadanía. Esto no es obra de ocurrencias.
Quien se involucra en dicha función requiere de una visión comprometida con la gente; tener a su alcance la capacidad para saber y entender qué es lo que se va necesitando; conocer las legislaciones o tener asesores duchos en diversas materias. No se puede ejercer tal función con las clásicas “enchílame éstas”, aunque sabemos que en la práctica así se estila.
México padece una enorme crisis en todos los rubros; citarlas es no terminar esta columna pero lo que interesa a ponderar a usted que lee estas humildes letras es la importancia de la poca importancia que tenemos para nuestros congresistas.
La pregunta que debemos plantearnos es más sencilla de lo que parece: ¿Cuándo hemos visto a nuestros legisladores haciendo trabajos de campo y ofreciéndole a la sociedad un diagnóstico realista sobre los factores que inciden en cualquiera de los rubros que duelen a los mexicanos?
¿Cómo remediar males de naturaleza grave, si pocos o nadie de los que tienen la capacidad de mover la varita mágica para acotar los problemas está consciente de sus raíces u orígenes?
Es claro que a grandes males, grandes remedios, pero esto está fuera del alcance si no se sabe en qué consisten unos y otros. Y es justo esto lo que nos tiene en la lona como pueblo. En Tabasco es más cómodo echarle un vistazo a lo que en otras localidades han ido innovando.
Atrás quedó ese espíritu progresista de ir poniendo a la vanguardia al Estado en legislaciones que en verdad colmen necesidades sociales, y si lo hacen pareciera a propósito que las dejan a medias, sin reglamentar correctamente.
Preocupa saber que velocistas reconocidas por siempre como Ana Gabriela Guevara estén al frente de rubros dolorosos como el de los inmigrantes de paso por el país. Mordaz el pueblo, no tarda en hacer la broma que ello es para que los adiestre para huir de los malos de Migración.
No deja de preocupar que esto sea una constante, no solo en ella, sino en la mayoría de los que llegan a ocupar una curul y ni idea tienen de cuantos pares son tres botas. Pero ya lo reza el dicho: “la culpa no la tiene el indio, sino quien lo hace compadre”. La Constitución debe evolucionar y exigir mínimos de preparación en nuestros representantes populares. No hay de otra.  

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