lunes, 29 de octubre de 2012

Post-it


El ex inquilino 



Andrés Granier Melo y su familia ya no viven en la Quinta Grijalva, la que ha sido residencia oficial de los gobernadores de Tabasco desde mediados del siglo pasado...

Fernando Hernández Gómez / fdohernandezg@hotmail.com



Faltan dos meses para que deje la gubernatura; sin embargo, Granier Melo ha decidido dejar la que fue su morada desde el 31 de diciembre de 2006 —la noche misma de su toma de protesta y víspera del inicio de su mandato pernoctó allí— para dar paso al remozamiento y adecuaciones para que esté lista para recibir a su nuevo inquilino sexenal: Arturo Núñez Jiménez y familia.
Poco se sabe de cuál es el momento en que un gobernador cuyo periodo fenece debe dejar la Quinta Grijalva, pero el hecho de que habrá alternancia en el Poder Ejecutivo le ha dado cierta relevancia al anuncio que hizo Andrés Granier, de que se había instalado provisionalmente en una casa cercana a la residencia oficial, donde todavía atiende asuntos de trabajo. 
Y cómo no iba a tener significado si con Granier Melo se cierra un ciclo de gobernadores priistas viviendo en la Quinta Grijalva.
El 23 de octubre, el aún mandatario estatal sorprendió a reporteros cuando les anunció: “No vivo en la Quinta. Despacho en la Quinta, pero no vivo en la Quinta”. Y acotó: “Vivo cerquita de la Quinta Grijalva”. No dijo si, una vez que deje el cargo, regresará al que ha sido su domicilio particular, en la avenida Mario Brown.
Tal vez no debe no debe preocuparnos mucho dónde vive el titular del Ejecutivo. Tal vez la atención debería estar en cuáles son las condiciones que deja el estado que gobernó por seis años, más allá de los dichos y afirmaciones oficiales.
Hace un mes, cuando se conmemoró el Día del Arquitecto, Granier Melo presumió como un gran logro de su gestión que prevalezca la gobernabilidad a pesar de adversidades climatológicas, ecológicas, presupuestales y de salud en la entidad.
“Aquí estamos. La gobernabilidad de Tabasco se ha mantenido y la construcción de obra pública no la hemos detenido, aunque hace cinco años nadie creía que podíamos levantarnos y lo hicimos”, aseguró aludiendo a la devastación que sufrió el territorio estatal a causa de la inundación de 2007.
Y dio números. Habló de que en su gestión se invirtieron 33 mil 280 millones de pesos junto al gobierno federal en obras como las de protección contra inundaciones (PHIT), universidades politécnicas y tecnológicas, hospitales regionales y comunitarios, ampliación del circuito interior Carlos Pellicer y el libramiento de Villahermosa —por cierto inconcluso—, entre otras.
Tal vez en su último informe —que será el segundo domingo de noviembre— Granier deba decir cómo su gobierno gastó en seis años algo así como 180 mil millones de pesos del presupuesto Tabasco, porque la mención anterior refiere a la mezcla de recursos estatales y federales, aunque en la mayoría de los casos se trata de aportaciones 100 por ciento de la Federación.
Recuerdo que a mediados de octubre, Héctor López Peralta, secretario de Obras Públicas del estado, se vanagloriaba de que “a pesar de que tuvimos que enfrentar y superar las inundaciones, puedo afirmar que este gobierno ha logrado la obra que Tabasco requería, la cual es el resultado de un trabajo responsable, institucional y con visión de Estado”.
Sin aludir la ‘transformación’ —lema del actual gobierno—, López Peralta afirmó que “los tabasqueños tenemos un nuevo paisaje urbano, conformado por nuevas vialidades, carreteras y puentes vehiculares reconstruidos, edificios públicos, infraestructura urbana, vivienda, así como la aplicación de los servicios públicos, como los de agua potable y drenaje, saneamiento, de salud, educación y el desarrollo de infraestructura para el campo, hospitales, escuelas, infraestructura deportiva y recintos culturales como principales”.(Por la libre, Telerreportaje,16/oct/12)
Los tabasqueños escuchan estas aseveraciones; las leen repetidamente en medios impresos de la entidad, pero la percepción que tienen es que lo hecho en seis años es poco o de plano nada de lo que ellos esperaban de un gobierno en el que cifraron grandes esperanzas.
Lo poco que podría presumirse, las llamadas mega-obras, como el libramiento de Villahermosa —única capital del sureste sin esa infraestructura—, o como el hospital general de Cárdenas, o la torre oncológica del hospital Juan Graham, quedan inconclusas por falta de recursos presupuestales para su terminación o equipamiento, como es el caso de los nosocomios.
Otras, como el ferrocarril Estación Chontalpa-Dos Bocas que se anunció con bombo y platillos, no tienen ni pa’ cuándo, pues no se colocó siquiera el primer riel.
Es seguro que el próximo gobernador recibirá un estado con muchas de sus actividades productivas en crisis, con obras inconclusas, con graves problemas de inseguridad pública, con un desempleo galopante, con deficiencias en la prestación de servicios públicos y, para colmo, endeudado con bancos y fuertes pasivos con proveedores.
Este panorama, muy distinto al “nuevo paisaje urbano” de que habla Héctor López, le quita toda trascendencia periodística al hecho que el gobernador que va de salida ya no es inquilino de la residencia oficial.
Tal vez porque del presente no esperan nada y tienen todas sus esperanzas en el futuro cercano en que estrenarán un gobierno distinto del PRI, los tabasqueños estuvieron más atentos a conocer los detalles del encuentro que su próximo gobernador tuvo con el Presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, que a la última gira del mandatario nacional Felipe Calderón Hinojosa por esta tierra que aún gobierna Granier.
Posiblemente por ello es que llaman más la atención las advertencias del gobernador electo Arturo Núñez, de que castigará con el rigor de la ley a quienes en los últimos años saquearon el patrimonio público de Tabasco, que a los eventos de despedida de quien aguarda para entregarle las llaves de La Quinta.
Como que a la ciudadanía de esta entidad dejaron de interesarle frivolidades o asuntos de poca monta —como la remodelación que se hace de la residencia oficial o a dónde irá a parar la fauna exótica que allí vive—, y ya se ocupa de sus asuntos, de los temas que le afectan, como ese adeudo por casi 800 millones de pesos que —hasta ahora se viene a enterar— el gobierno de Tabasco tiene con la CFE, para el subsidio de consumo eléctrico doméstico.

UNA ‘REPINTADITA’ NADA MÁS
—Gobernador, ¿se va a hacer alguna adecuación a las instalaciones de la Quinta?
“Se va a remodelar en el sentido estricto de dejarla para que los que lleguen la reciban como yo la recibí”.
—¿Esa adecuación implicará algún tipo de erogación?
“Con el personal lo estamos repintando, arreglando, el jardín, quitando nuestras cosas personales, nuestra ropa, nuestras fotos…”.  

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