lunes, 1 de octubre de 2012

Punta Fina


Oposición sin estrategia 



Para Enrique Peña Nieto puede ser una buena noticia. Pero para la oposición es un mal presagio: no tiene estrategia para la próxima administración. Peor aún: no sabe qué va a ser de ella. Hablemos únicamente de las dos principales fuerzas, porque las demás son satélites a disposición del mejor postor o del interés de sus dueños.

José Ureña / primercirculo@hotmail.com



Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) no han salido de su pasmo tras la derrota del 1 de julio. El primero porque si no estuvo preparado para llegar al poder, mucho menos para dejarlo.
Vicente Fox aprovechó su carisma y su discurso para convocar a una población saciada del unipartidismo priista y su estela de corrupciones, crisis recurrentes, insatisfacciones sociales y mil problemas agravados año con año, sexenio tras sexenio.
A Los Pinos llegó Fox, mas no el PAN. No alcanzó el poder siquiera con Felipe Calderón, con quien jamás pudo establecer una sinergia de gobierno, proyecto, eficiencia y futuro. El resultado electoral de julio lo dice todo: fue desplazado al tercer lugar y, tres meses después, el panismo y sus dirigentes siguen confundidos sin saber qué rumbo tomar.
Quién lo dijera: el comité encabezado por Gustavo Madero espera la salida de su último presidente —al menos en esta etapa gubernativa— para empezar a desentrañar qué le ha sucedido y otear caminos de refundación.

DEL PEJE A EBRARD
Con el PRD sucede lo mismo. Con un agravante: quien aglutinaba al perredismo y era imán de votaciones, Andrés López, decidió irse con su monotonía discursiva a la única fuerza donde puede ser amo y señor, su Movimiento de Renovación Nacional (Morena).
Ahí no estará en pleito eterno con Los Chuchos, dueños de todos los órganos partidistas, ni en desacuerdo con Cuauhtémoc Cárdenas por su posición mesiánica e impositiva, ni en pelea directa con Marcelo Ebrard o Miguel Mancera para su tercera candidatura presidencial.
De repente las tribus dominantes, Izquierda Democrática Nacional (IDN) de René Bejarano y Los Chuchos  de Jesús Ortega y Jesús Zambrano, se quedaron solas y sin tutela y sin saben qué hacer.
Esas tribus apenas han iniciado en su interior un examen para determinar cuál es su fuerza electoral real, por qué no pudieron desligarse del caudillo ni cuál será el efecto militante cuando aparezca Morena como partido político. A su situación actual se agrega un dato desestabilizador: Ebrard no esperó el fin de su mandato al frente del Distrito Federal y aprovecha el cargo y su fuerza económica para proyectarse y quitarles margen de acción en la reforma.
Mal pintaría para el PRD en general y Los Chuchos en particular si salen de la dictadura del tabasqueño y entran a otra a cargo del capitalino. —Equivaldría a continuar con la misma esquizofrenia —me dijo uno de los jerarcas de Nueva Izquierda (NI).
Con ese panorama las corrientes discuten cuándo realizar su próximo congreso y, una vez determinada la fecha, cómo se abren a la sociedad civil. Porque en esa ruta están Ebrard y Los Chuchos, interesados en construir un partido para el gobierno y no para la protesta y la calle.

CONSENSOS LEJANOS
La desunión de los de enfrente debiera ser una ventaja para el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Enrique Peña Nieto. Facilitarles el gobierno. Sin embargo, la escasa experiencia ha demostrado lo contrario.
Lo han visto en las primeras negociaciones post electorales, unas para integrar comisiones y órganos de gobierno del Poder Legislativo y otras para emprender reformas fundamentales.
No saben a quién dirigirse. No hay coordinación. Los panistas y perredistas conciliadores, ala en la cual se ubican el diputado Silvano Aureoles y el senador Miguel Barbosa, tratan de sentarse y negociar con los priistas, pero los duros se oponen. Ya se vio durante la semana pasada con la reforma laboral.
La oposición a ultranza era esperada en el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC), mas no en algunos perredistas como el diputado Martí Batres. Eso plantea la duda al equipo de Peña Nieto: ¿con quién deberá entenderse?
Unos tejen mientras otros sabotean, unos proponen mientras otros obstaculizan. Cierto, reflexionaba en privado uno de los hombres de confianza del presidente electo, urgen cambios de fondo en el quehacer público y en las prácticas democráticas, pero para ello es necesaria la voluntad y no todos los grupos la tienen. La gobernabilidad es indispensable para regresar el país a la paz y al crecimiento y sin consensos no será fácil.
México ya no aguanta desórdenes, pero la clase política mexicana está muy lejos de generar esperanzas.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario