lunes, 22 de octubre de 2012

POLICRONÍA SEMANAL


La Familia, del mundo al revés


Para nadie es un secreto que el factor que más incide en la crisis social que vive el pueblo mexicano proviene de la disfuncionalidad del núcleo social: la familia. 

Rosa Elvia Bracamontes / rosaelviab@hotmail.com


Lejos quedaron los tiempos donde el padre era el proveedor y la madre, la guarda y custodia de la crianza y el cuidado de la pareja; lejos quedó aquél importante trabajo que bajo una acuciosa supervisión creaba niños formales, respetuosos, que iban a las escuelas donde a la vez habían maestros con verdadera vocación de servicio, que iban más allá de enseñar lo común.
Nuestra Constitución consagra una serie de garantías y derechos fundamentales que se supone debieran crear individuos plenos; se supone que desde el momento de ser concebidos tenemos derechos; se supone que al nacer, el Estado nos recibe con servicios médicos dignos y nuestros padres con modo honesto de vivir y salarios dignos para proveer el sustento familiar, en un plano de tranquilidad.
Se supone que tenemos derecho a recibir educación, a estar tutelados por los padres hasta adquirir la capacidad de convertirnos en autosuficientes mediante una profesión u oficio.
Que conste que el “se supone” tiene una mordaz intención. México convive en una grave incongruencia entre lo que a la letra dice la Carta Magna y lo que sucede en la realidad. 
Existe un enorme desgaste en el seno familiar; disfunciones que surgen en muchos de los casos por problemas económicos y un despropósito en el tema de los valores humanos.
Empieza el tema, por supuesto, ante la poca o nula cultura de planificación familiar y ahí sí los mexicanos ejercemos indiscriminadamente el derecho a procrear la familia que queramos, no la que podemos mantener.
Mas hijos, menos atención. Y si a eso le aunamos el matiz “desechable” con que ahora tratamos las relaciones de pareja o maritales, pues ¡ya la amolamos! Ahí tenemos un hermoso caldo de cultivo de niños desprotegidos, que apenas subsisten con pírricos montos que los “espléndidos” padres suministran a mano o en tribunales. 
“Deposita el salario mínimo, con ello no te meten al bote”. Y así, pretenden cumplir con esa perentoria e insoslayable obligación que debiera no estar sujeta a caprichos de nadie; que debería ser preferencial y obligatoria por encima de cualquier cosa, pues de ello depende la vida de una criaturita indefensa. 
Pero no. México convive con leyes laxas donde lo que menos se custodian son los derechos de nuestros niños que en un buen porcentaje crecen abandonados a su suerte, pero eso sí, cometen la mínima infracción y la majestuosa mano del Estado entra a re-educar al no educado en centros de atención para menores infractores, llámele como le guste a usted ponerle.
¿Qué fue primero: el huevo o la gallina? Nos vivimos quejando del escenario criminal del país que se nutre justamente de esos jóvenes que fueron niños no tutelados por sus padres, tutores o el mismo Estado. Jóvenes o adultos que optan por apañárselas con quienes les brindan mejores condiciones de vida que los que tenían obligación consanguínea o de Derecho.
Muchos le temen a la novedosa iniciativa que propone responsabilizar a los adultos de las conductas negativas cometidas por los menores. Ya va siendo hora que ello se actualice a la vida del derecho positivo. Ahí es cuando comenzaremos a manejarnos con mejor gobierno y no precisamente el del Estado. Los derechos de los niños son preponderantes a todo. Es tiempo.  

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