lunes, 8 de octubre de 2012

INEFICAZ política migratoria


El INM apenas logra contener un mínimo porcentaje de inmigrantes que ingresan diariamente a la entidad. Y más tarda en deportarlos que éstos en regresar

Roberto Barboza Sosa rbarbozasosa@hotmail.com



Es evidente que en la Frontera Sur de Tabasco cruzan intermitente e inconteniblemente miles de inmigrantes indocumentados.
Ante esa verdad se cuestionaría el papel que desempeñan las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM), cuya presencia sólo es simbólica, cuestionada y costosa para el erario federal.
Las cifras revelan que el Instituto apenas logra contener una ínfima cantidad del flujo de inmigrantes que atraviesan cada día por la entidad.
Tan sólo en un viaje de ferrocarril se observan que viajan centenares de indocumentados, en su mayoría centroamericanos de Honduras, Guatemala y El Salvador. Aparte, los que viajan en otros transportes terrestres para atravesar la entidad en busca de llegar hasta los Estados Unidos.
Ante la realidad de la inútil labor desarrollada por el Instituto Nacional de Migración, cabe preguntarse si se necesita un cambio radical en la política migratoria en el sur del país, y si en verdad se debe seguir manteniendo a ese organismo.
Inclusive, hasta esa mínima tarea realizada —el aseguramiento de ilegales— es cuestionada al considerar que la ejecuta de manera impropia y sólo incrementa la vulnerabilidad de los grupos de inmigrantes.
En el año 2011, la ‘Migra’ mexicana aseguró y atendió en las dos estaciones migratorias con que cuenta en la entidad —en Villahermosa y Tenosique—, a seis mil 081 extranjeros indocumentados. En promedio significaría que detuvieron a 16.6 ilegales diarios.
Hasta agosto de 2012 —últimas cifras públicas—, el INM llevaba dos mil 732 ilegales asegurados en la entidad. Ello representa que sólo aseguraron a 11.3 indocumentados cada día.
En el año 2010, fueron asegurados 12 mil 770 inmigrantes que se internaron ilegalmente por Tabasco, casi el doble de los asegurados un año después.
Fue en marzo de ese año, con 929 inmigrantes, en el que tuvo el mayor número de asegurados, y en diciembre, con 169 personas, el mes con la menor cifra de interceptados y recluidos en las estaciones migratorias.
La mayoría de los asegurados fueron centroamericanos, pero también existen registros de cubanos, ecuatorianos, colombianos, haitianos, dominicanos, chinos, de Sri Lanka, Bangladesh, turcos, egipcios, ghaneses y hasta de Sierra Leona.

NO PUEDE INM CON TANTO ‘ASEGURADO’
Por cada día que mantiene a indocumentados en las estaciones migratorias, el INM tiene la obligación de proporcionarle alimentos, y para su expulsión tiene que erogar en renta de autobuses para llevarlos hasta la frontera con Guatemala, por el estado de Chiapas. Pero más tarda en deportar a los inmigrantes, que éstos en estar de regreso.
El Instituto no puede deportarlos por el cruce fronterizo de El Ceibo, a 60 kilómetros de Tenosique, sino hasta la ciudad de Tapachula, a 600 kilómetros de distancia, debido a que el gobierno de Guatemala carece de infraestructura pública en El Ceibo.
José Noguez Saldaña, delegado federal del INM, responde que carecen de la capacidad para realizar operativos masivos contra inmigrantes, pues en promedio cuentan con 15 agentes para sus tareas de vigilancia en los más de 180 kilómetros de la frontera de Tabasco con Guatemala.
Indica que Migración tendría que “multiplicar exponencialmente su capacidad de respuesta” para que con los suficientes elementos saliera a cuidar los diferentes puntos de internación, para que no pasen los inmigrantes.
“Con nuestros recursos y capacidad humana, con los que nos mandata la Ley, sólo salimos a invitar al inmigrante a que reflexione y participe en un apoyo para su retorno asistido”, dice.
Ejemplifica que igual ocurre si en la vía férrea se encuentra 200 personas, aunque quisieran efectuar un operativo, tampoco cuentan con la capacidad instalada para albergar a esa cifra de indocumentados. Es pequeña, no caben, acota.
Tanto la estación migratoria de Tenosique, como la de Villahermosa —señala— son inmuebles que fueron adaptados de acuerdo a las circunstancias y cumplen una función.

‘HERMANITAS DE LA CARIDAD’
“Hacemos lo que está al alcance de nuestras posibilidades”, justifica Noguez Saldaña al citar que “salimos a buscar a aquellas personas que quisieran regresar a sus países de origen, o que requieren de una atención especial médica o psicológica, y tratar de orientar a aquellos que por decisión propia quieran continuar su camino”.
Es común —apunta— encontrar a ilegales que tienen sin comer dos o más días, vienen enfermos, y deciden pedir el apoyo del INM.
“Nosotros no queremos y no estamos dispuestos a hacer una revisión migratoria que lesione sus derechos humanos. No es el ánimo del gobierno realizar ese tipo de acciones”, asegura.
Comenta que la estrategia que tienen para realizar mejor su tarea es la profesionalización de los elementos del INM, y reconoce que el fenómeno migratorio todavía va a continuar y “tenemos que estar preparados, en un sentido académico, de entender el fenómeno, de razonarlo, pero debemos estar mejor preparados con mayores conocimientos”.
“De hecho —prosigue— estamos en ese proceso de fortalecimiento institucional. Le estamos apostando mucho a la capacitación, a que las CNDH y otros organismos les den cursos y actualizaciones” a los elementos del INM.
Afirma que en sus recorridos, cuando se topan con ilegales centroamericanos, se ponen a correr sin que se les persiga para nada.
Rechaza que en el ‘aseguramiento’ de indocumentados efectúen operativos violentos contra los inmigrantes, incluso los agentes ni siquiera portan armas, ni se ponen a perseguirlos, afirma el delegado estatal de esa dependencia federal.

“QUE REGRESEN CON BIEN A CASA”
Noguez Saldaña sostiene que la acción que realiza el Instituto es de carácter preventiva, en la que se busca la oportunidad de que los indocumentados regresen “con bien a su casa”, pues están más seguros en el INM al no estar expuestos a ser asaltados, secuestrados y cooptados por el crimen organizado.
“Es una vida o grupo de vidas que les quitamos la probabilidad de que participen o sean víctimas de la delincuencia organizada, que les puedan hacer daño u otras situaciones desagradables”, dice el funcionario federal.
Los expatriados tratan de continuar su camino, se echan a correr por cualquier terreno con el riesgo de lastimarse. Y el INM no va por ellos, pues se aumenta el riesgo de sufrir un accidente o lastimarse.
Dice que este organismo descentralizado de la Secretaría de Gobernación apoya a los expatriados centroamericanos a través del Grupo Beta de Protección al Migrante. “Es parte de la nobleza del Instituto, el tratar de proteger, orientar y apoyarlo en lo más que se pueda”, expresa.
Es el propio indocumentado quien decide si regresa a su país o si quiere continuar su camino, de acuerdo a sus intereses, enfrentando los riesgos que ello conlleva. “Sabemos —expresa— que no son delincuentes, sino sólo buscan una alternativa mejor de vida”.
Exponen sus vidas, subraya y abunda: “no se sabe si las personas que le ofrece llevarla a Estados Unidos los va a asaltar, violar, lesionar, asesinar o si lo entregara a algún grupo de delincuente”.

LES HACEN VER “QUE EL CAMINO ES DIFÍCIL”
Se trata de concientizarlos de que el camino es muy difícil, y se complicará conforme avanza hacia el norte del país. En el mismo Tabasco sufren asaltos, homicidios, abusos, admite.
Pero también el personal del INM corre riesgos, pues durante su labor desconocen si el migrante tiene algún vínculo con la delincuencia organizada. “A nosotros también nos pueden hacer daño en cualquier momento. No tenemos otra forma de defendernos más que la presencia de nuestro gafete, es la única arma que traemos y realizar el trabajo de la mejor forma posible”, explica el funcionario del Instituto Nacional de Migración.  

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