lunes, 3 de septiembre de 2012

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¿Rebeldía o institucionalidad?



El triunfo logrado en la gubernatura y la derrota —no aceptada— en la contienda presidencial colocan al perredismo tabasqueño en una disyuntiva: ¿Seguir en la rebeldía realizando acciones de desobediencia civil que rayan en transgresiones al orden legal en respaldo a su caudillo Andrés Manuel López Obrador, o iniciar una vida institucional que, aunque las desautorice por no convenir a sus intereses, termine acatando los fallos de las autoridades? 

Fernando Hernández Gómez / fdohernandezg@hotmail.com



El primer gobernador electo emanado de las filas del PRD, Arturo Núñez Jiménez, no tuvo mayor problema para, sin poner en duda su fama de hombre de Estado, fijar un posicionamiento sobre la resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la  Federación (TEPJF) que desechó la impugnación a la elección presidencial hecha por la coalición Movimiento Progresista de México; fue claro al señalar que no comparte el fallo pero lo acatará en todos sus términos.
“Mi afecto, mi solidaridad, mi respaldo político” están con López Obrador; “eso sigue firme, es muy claro, pero no tiene que ver con el cumplimiento de mis responsabilidades institucionales”, especificó Núñez Jiménez. E indicó que si bien seguirá respaldando la lucha política de López Obrador, reconocerá a Enrique Peña Nieto como Presidente de México, pues es la consecuencia de acatar el fallo del máximo tribunal electoral del país.
Lo que llama la atención es la posición que fijó la dirigencia del PRD en Tabasco, respecto a cómo serán las relaciones de las autoridades que tendrán su sello partidista con el gobierno federal que encabezará Peña Nieto, y cuál será el apoyo que darán a su guía moral para impedir que el mexiquense asuma la Presidencia de la República; es decir, hasta dónde están dispuestos a seguirlo.
No hubo reunión de Consejo Estatal para definir la posición del partido, pero su dirigente interino, Roberto Romero del Valle, desenvainó la espada en una primera reacción (Telerreportaje, 31/ago/12), y más tarde en rueda de prensa tuvo que ser más moderado. Le debieron haber jalado las orejas porque ya no habló de ‘medidas extremas’, sin medir consecuencias incluso, o probablemente se dio cuenta de que había metido la pata en la entrevista con Emmanuel Sibilla.
Tal vez todavía no le cae el veinte de que ya no se trata de un simple actor de oposición tirándole a todo lo que se mueva; ahora Romero del Valle es el presidente del nuevo partido mayoritario en la entidad. Sus opiniones o cualquier posicionamiento que fije tienen ahora un peso político mayor. Y esto no es sólo para términos mediáticos. Revisemos su discurso.
A las próximas autoridades surgidas del PRD —incluido el gobernador Núñez— les dice que deben ser institucionales y respetuosas del marco legal. “No les va quedar más remedio que respetar a Peña Nieto como Presidente del país”, indicó. En tanto que ellos, como partido, podrán declarar la guerra al nuevo gobierno federal.
“No vamos a pedirles al gobernador, ni a los presidentes municipales, ni a diputados que nos acompañen en esta lucha; ya llegaron para gobernar y están obligados a gobernar Tabasco y los 10 municipios que nos corresponden. El partido va a hacer lo suyo”, declaró.
Estableció que si su gobernador y los 10 alcaldes perredistas serán ‘institucionales’, como partido “no estamos en esa lógica. Nosotros estamos en la lógica del PRD, en la lógica de Andrés Manuel López Obrador, y vamos a obedecer lo que él nos diga”.
Fue categórico: “El partido —afirmó— va a hacer lo suyo. Si tenemos que llegar a los extremos, llegaremos a  los extremos. Y si tenemos que pagar las consecuencias, las vamos a pagar, porque siempre hemos sido tercos y siempre hemos estado luchando y eso nos ha mantenido como partido real de izquierda. Nosotros no somos paleros de estrategias del gobierno federal”.
Y refirió cuáles serían esos ‘extremos’ en los que incurrirían en respaldo a su líder:  “Si en Tabasco nosotros tenemos que tomar, y lo digo claramente, pozos petroleros, cerrar carreteras, tomar acciones que no es la primera vez que lo hemos hecho, lo vamos a hacer porque estamos convencidos que esta oposición,  aunque la acusen de terca y de muchas cosas, nos consideramos que queremos a este país y que tenemos que hacer lo que se tenga que hacer por cambiar la vida y democratizar al país”.
La agresividad contenida en las palabras que vertió en Telerreportaje desapareció al poco rato, en una rueda de prensa que dio el mismo viernes 31, donde ya no quiso referir las acciones de resistencia civil a que recurrirían. Dijo: “Nosotros vamos a ser prudentes y vamos a esperar lo que se acuerde” en la asamblea a que convocó López Obrador para el domingo 9, en el Zócalo de la Ciudad de México.
Fue una retractación tácita. Y fortaleció su nueva posición: “No nos vamos a adelantar; vamos a esperar lo que se decida en el Zócalo, en esta asamblea ciudadana, y lo que Andrés Manuel nos trace como camino a seguir, y nosotros como tabasqueños una vez que tengamos esa línea política, la vamos a dar a conocer al Comité Estatal, al Consejo Estatal y a los órganos del partido. La vamos a discutir; es obvio que va a ser avalada por todos, y nos vamos a ir en esa línea política”.
Ya no adelantó vísperas. No refirió toma de pozos petroleros, ni cierres carreteros. Ni ‘medidas extremas’. Habló de la toma de decisiones en las instancias partidistas. Con todo y lo desbocado que es, Romero del Valle fue esta vez —en la rueda de prensa— un tantito ‘institucional’.
Es la falta de costumbre, sin duda, lo que motivó a que vociferara como opositor recalcitrante. Lo que sea. Pero Romero del Valle debe, a partir de ya, meditar muy bien lo que va a decir en público. Tiene que erigirse como depositario de un liderazgo responsable.
Eso de que Núñez a lo suyo,    gobernando, y ellos, el PRD, a lo que te truje Chencha, dando palos a los adversarios o a quien cataloguen de ‘ilegítimo’, no fue por lo que los tabasqueños optaron en las urnas. No se le dio al PRD una patente de corso para hacer y deshacer; por el contrario, el mensaje de los votos fue claro: queremos que todo se sujete al imperio del derecho.
Así que en su próxima sesión de Consejo Estatal —no en una simple reunión cupular, y menos en sometimiento a ciegas de lo que dicte su cabecilla— el PRD deberá definir si en su papel de nueva mayoría se estrena como partido respetuoso de la voluntad ciudadana, de las leyes y las instituciones, o sigue siendo esa ‘izquierda’ violenta, transgresora, insubordinada y terca.  

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