lunes, 13 de agosto de 2012

Punta Fina


El legislador número 629


Enrique Peña se esfuerza por sustraerse de los conflictos post electorales. Le ha costado trabajo, mucho trabajo. Aunque holgado, su triunfo no ha podido ser de celebración.

José Ureña / primercirculo@hotmail.com



Imposible sacar a los simpatizantes a la calle, organizar una gran concentración de apoteosis, hacer una gira nacional de agradecimiento y mostrarse exultante, como corresponde a un vencedor.
Andrés López y su espadachín de mentiras Ricardo Monreal no dan espacio a la siguiente tarea, la de construir alianzas y un proyecto de gobierno para aplicarlo a partir del 1 de enero.
Así correspondería en cualquier país democrático; en México no.
En lugar de ello, las semanas posteriores a las votaciones del 1 de julio fueron dedicadas por el candidato vencedor a actos sin trascendencia, cerrados y pequeñas entrevistas donde la constante era contestar a López cuanta ocurrencia decía una mañana cualquiera.
Los mensajes de Peña no trascendían, se le veía atribulado, los de enfrente le ganaban la nota y le imponían condiciones.
Ante esa realidad costó trabajo a sus asesores hacerlo entender sobre la conveniencia de ocultarse un tiempo, de organizar reuniones cerradas o tomarse un descanso.
Para responder estaban otros: el dirigente partidista Pedro Joaquín Coldwell, los voceros priistas y, en última instancia, sus dos hombres de mayor confianza, Luis Videgaray y Miguel Angel Osorio.
Al final Peña aceptó y trata de imponer estrategia.

REFORMAS LIGERAS PARA EMPEZAR
Enrique Peña ha reaparecido con bríos y propuesta.
La semana pasada condujo con relativa tranquilidad la designación de sus coordinadores parlamentarios, Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, en cuyas manos ha puesto la suerte de la próxima administración.
Ahora entenderá por qué:
Apenas se arreglaron los liderazgos del Senado de la República y de la Cámara de Diputados, convocó a los gobernadores priistas y les leyó el que sería el plan de inicio de gobierno.
La primera parte de él es conocida:
Para abrir propondrá dar forma la Comisión Nacional Anticorrupción, la cual se sumará a un viejo e inútil entramado de organismos ornamentales: la Secretaría de la Función Pública (SFP), la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y sus respectivas réplicas en todas las dependencias federales y en los gobiernos estatales y municipales.
A continuación se sugerirán reformas para fortalecer al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) y se creará un cuerpo para transparentar el manejo publicitario.
Y junto con todo ello se rascará la hacienda pública para sacar recursos y dedicarlos a la infraestructura por todos lados: carreteras, presas, la refinería de Tula, Hidalgo, reparación de escuelas…
La gente necesita ver obra y no se escatimarán dineros en ello.
NO REHUIRA CAMBIOS DE FONDO
Para sacar varios de aquellos puntos será necesario el apoyo de otros partidos.
No del Verde ni del Panal, cuya cercanía con Enrique Peña es real, sino de las dos principales fuerzas para dar legitimidad al nuevo entramado jurídico del país.
Entonces se verá la medida real del proyecto.
Peña parece decidido a jugar en serio.
Apenas se estrene como presidente, enviará al Congreso de la Unión tres iniciativas para las reformas tan llevadas y traídas durante los tres últimos sexenios, desde Ernesto Zedillo hasta Felipe Calderón, pasando por Vicente Fox.
Le anuncio: promoverá una reforma fiscal a fondo, cambios a la Ley Federal del Trabajo y la apertura de Pemex a la inversión privada colateral sin pasar por la propiedad de los hidrocarburos de la nación.
No es privatización, queda claro, como lo han pretendido desvirtuar Andrés López y la izquierda.
Muy puntual les habló el miércoles pasado el propio Peña a los gobernadores priistas:
—Vamos por las tres reformas.
Desde ahora, dé usted por sentado, López se opondrá y será su ansiada oportunidad para sacar a todas sus huestes a las calles, a marchar, a protestar.
La apuesta de Peña es grande y la tarea de convencimiento a legisladores panistas y perredistas está encomendada a Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones.
Pero por encima de ellos ya negocia Luis Videgaray.
No le pierda la pista: será el legislador 629.  

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