lunes, 6 de agosto de 2012

POLICRONÍA SEMANAL



Cuarto poder en el ring 


 En alguna de las ya copiosas entregas de este espacio se habló de la importancia adquirida por el poder de la comunicación, particularmente en temas políticos. Poder que en el contexto de antes ha variado sustancialmente, si se hace un recuento breve pero acucioso de lo ocurrido en los procesos electorales homologados. 

Rosa Elvia Bracamontes rosaelviab@hotmail.com



A resultas de los comicios del pasado 1 de julio, a nivel federal y local se han creado sendas interrogantes sobre la efectividad de éstos dentro de la sociedad. Esto, pues, a muchos les resulta inverosímil creer que no obstante la difusión proporcionada en medios masivos como el de Televisa y TV Azteca a los políticos contendientes, los resultados se antojan muy dispares al tiempo en que permanecieron en penetración ante la sociedad.
Cabe recordar que hemos tenido noticias de Enrique Peña Nieto a partir de su ingreso con el pie derecho a la administración de Edomex; una en la que hizo un esfuerzo importante por adquirir un nombre serio, eficiente y de interés a la sociedad, camino al 2012. No obstante, nunca faltan los pelos en la sopa para desmerecer este esfuercito para crear una imagen pública. El caso Atenco y el Paulette fueron duramente usados en su contra.
Esto, entre temas tan ríspidos como el de su pariente Montiel, su relación no admitida con Carlos Salinas de Gortari y todas las “espuriosidades” que le han sido endilgadas a este modoso político, a partir de que existió la idea de que sería el bueno del priismo para recuperar la silla del Ejecutivo.
Claro, todo basado en sendos trabajos “periodísticos”, poco por comprobar. Cabe recordar que Peña Nieto, durante todo ese trayecto no dijo ni “mu” sobre su posible presencia en la contienda del 2012. Mantuvo una prudente reserva y nunca se enfrascó en discutir a nadie de los que le agredían y permitió que los medios escribieran a sus anchas sobre cualquier tema que estuviera relacionado con él y lo que le rodeaba.
Por el otro lado, uno de los políticos que más ruido ha venido haciendo en el país es Andrés Manuel López Obrador, quien al frente del Gobierno del D.F. no desperdició un solo día para promocionarse en sus famosas audiencias públicas matutinas.
Su gestión mantuvo una relación muy estrecha con el cuarto poder; su rostro, nombre y discurso, son inconfundibles para todos los mexicanos e incluso ha trascendido fronteras, ante la insoslayable penetración que tal publicidad le dio durante un periodo de seis años que continuó cuando emprendió su caminata hacia la Presidencia de la República en 2006.
¿Quién no identifica las palabras “espurios”, las “mafias del poder” y toda la parafernalia típica de las declaraciones acusatorias del famoso tabasqueño? Su proclama de justicia social y todo de lo que acusa a la labor institucional; lo que arreció cuando perdió en ese primer intento y fue puliendo pero a la vez haciendo permanente camino a su insistida participación del 2012.
Esto fue publicitado en todos los medios. Información que se vio robustecida con el internet y las redes sociales, de ahí que sigue causando estupor el modo en que muchos insisten en señalar inequidad de ambos partícipes ante los medios de comunicación.
Y también es evidente que la política ha vivido un proceso profundo de transformación en el modo en que trasciende al entorno social, donde lo mediático, infundado, difamatorio y calumnioso, también es evidenciado, permitiendo que la sociedad tenga un mejor criterio de la política a la mexicana, así que ya podemos ver novelas de nuevo. Ya no hay engaños.  

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