La caída de importaciones ha propiciado el desabasto de este producto infaltable en la canasta básica de los mexicanos
Alejandro Esquivel C. / alesquivelc@hotmail.com
De acuerdo a las “Estadísticas de comercio exterior de México”, publicadas por el INEGI, en los primeros seis meses de este año las importaciones de huevo se redujeron en un 55.3 por ciento.
El documento del INEGI resalta que la caída en las importaciones de huevo en lo que va de este año, representó un monto por 1.8 millones de dólares (mdd), mientras que el año pasado en ese mismo periodo se importaron 4 millones, lo que arroja una diferencia de 2.2 mdd.
Mientras que en 2010, las importaciones de huevo fueron por 1.2 mdd en el primer semestre de ese año, lo que significa que México “no es autosuficiente en la producción de este alimento básico”. Situación que se agravó con la presencia de la gripe aviar en el estado de Jalisco, siendo que está entidad es la mayor productora de este alimento.
La caída en las importaciones de huevo ha contribuido a un desabasto generalizado en el mercado nacional del producto, por lo que las autoridades han tenido que recurrir a compras de ‘emergencia’, principalmente a los Estados Unidos, incluso eliminando el arancel.
POBRES, LOS MÁS AFECTADOS
El alza en el precio de los alimentos en México, que se ha sentido en productos como tortilla, huevo, pollo y algunas legumbres, afecta a los estratos de menor ingreso de la población, que son los que destinan hasta 50 por ciento de sus recursos monetarios a la compra de comida, muestran datos oficiales.
El 10 por ciento de la población que se encuentra en la escala más baja de la distribución del ingreso en el país destina 48.6 por ciento de su recursos al gasto en alimentos, mientras, en el otro extremo, la décima parte de mexicanos de mayor ingreso dedica 21.9 por ciento a este propósito, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares, elaborada por el INEGI.
Si la medición se hace a partir de los ingresos por número de salarios mínimos, las familias que tienen como ingreso un salario mínimo dedican 58.8 por ciento de su gasto a la compra de alimentos, en tanto los que ganan más de ocho salarios mínimos sólo destinan 25.9 por ciento a este fin.
Para la Asociación Santo Tomás, el primer punto del orden del día de la próxima legislatura federal debe ser en torno a establecer un ‘blindaje’ y una protección a las familias pobres y de clase media, debido al encarecimiento de los precios de los alimentos. Este acuerdo es el más urgente ante la inminencia de que más mexicanos sean llevados a condiciones de pobreza, sólo para aumentar las ganancias de quienes tienen el control del mercado de los alimentos, considera Hugo Ireta.
Según datos oficiales, las cifras de la primera parte del año sugieren que la producción de maíz va a estar de acuerdo con las proyecciones, sin las heladas del principios de 2011, ni la sequía que se extendió en el norte la mayor parte de ese año.
Sin embargo, los datos de 2011 dejan entrever la necesidad de contar con una estrategia más completa para asegurar el futuro alimenticio del país. En dos años muy cercanos entre sí, 2009 y 2011, la superficie que se dejó de cosechar representó alrededor de 20 por ciento de la superficie sembrada. Eso da una idea de la vulnerable situación de la producción de maíz en México, por poner sólo un ejemplo.
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