Cada inicio de ciclo escolar se ha convertido en un suplicio para los padres de familia, pues mientras los útiles y uniformes para sus hijos cada día suben más de precio, los salarios se mantienen iguales
Alejandro Esquivel C. / alesquivelc@hotmail.com
De unos años a la fecha, cada inicio de clases se ha convertido en un suplicio y angustia para los padres de familia, pues mientras los útiles, material didáctico y uniformes para sus hijos suben cada día más de precio, los salarios se mantienen prácticamente iguales.
Es en esta época del año cuando empieza el viacrucis por cientos de establecimientos comerciales para conseguir los artículos más económicos y de mejor calidad, lo cual es una tarea nada sencilla. Las cosas se complican para las familias que tienen más de dos hijos estudiando.
Para doña Liliana de la Cruz, madre de tres menores, dos de los cuales están en edad escolar, y cuyo esposo trabaja como empleado en una refaccionaria, la situación no es nada fácil, ya que, comenta, comprar uniformes, mochilas, zapatos y surtir la lista de útiles escolares es difícil cuando no se gana mucho, y menos si, además de la cuota ‘voluntaria’ que aplican algunos planteles públicos, les piden uniformes para los lunes —de gala— y de deportes.
“Ya valoré y creo que me gastaré como cinco mil pesos por todo, y mi esposo gana ocho mil mensuales; es decir, tendremos que ‘apretarnos el cinturón’ y a comer frijolitos”, expresó la ama de casa, vecina de la colonia Las Gaviotas.
Pero no únicamente los gastos en material escolar agobian a los tutores, quienes también deben tomar en cuenta el gasto en transporte, la ‘cuota’ de la sociedad de padres de familia y una larga lista de erogaciones, pues llenar la mochila de un niño puede llegar a ser una difícil tarea, tomando en cuenta que necesita de cuadernos, lápices, colores, gomas de borrar, juegos de geometría, reglas, sacapuntas, tijeras, plastilinas, crayolas y pegamento, entre otras muchas cosas.
De acuerdo con diversas asociaciones civiles, el gasto en el que tendrán que incurrir los padres de familia en este regreso a clases podría llegar fácilmente a tres mil pesos por estudiante.
Esto fue corroborado por otros padres de familia, como don José Ángel Hernández, quien señaló que cada inicio de clases la situación económica de agrava, pues cumplir solamente con la lista de útiles escolares es sumamente costoso en estos tiempos. “El salario ya no da y tenemos que comprar los útiles por partes, porque ‘de golpe’ se hace muy difícil”, expresa preocupado.
PRÁCTICAS DISCRIMINATORIAS
El hecho de ser una familia de escasos recursos y no tener suficiente dinero para surtir la lista de útiles escolares de sus hijos no es lo peor, pues se han dado casos en los que algunos planteles escolares han negado la entrada a alumnos cuyos padres no han pagado las cuotas de inscripción, contraviniendo con ello el artículo tercero constitucional, respecto a la educación gratuita.
Se ha presentado el caso en que algunas mesas directivas de padres de familia se toman erróneamente la iniciativa de no inscribir a los menores porque no han pagado su colegiatura; sin embargo, se sabe que el personal administrativo, así como directores y maestros adscritos a la Secretaría de Educación tienen órdenes de que no pueden negarse inscripciones, así como tampoco se les puede condicionar la entrega de documentos al finalizar el ciclo escolar por omitir esa erogación.
UNOS ‘SE EMPEÑAN’, OTROS EMPEÑAN
El regreso a clases significa para las casas de empeño una buena oportunidad de ingresos, tomando en cuenta el enorme gasto familiar por el periodo vacacional de verano que seguramente dejará a los padres con el bolsillo vacío y, por tanto, deberán acudir a empeñar desde prendas de oro hasta aparatos eléctricos.
El problema es que la mayoría de las familias aprovecha esta época del año, al igual que la temporada decembrina, para salir a pasear, aún cuando saben que tienen el compromiso de surtir la larga lista de útiles escolares que piden las escuelas.
Al verse sin un peso para afrontar esos gastos, no les queda más opción que acudir a las casas de empeño por un préstamo a cambio de dar sus aparatos eléctricos y hasta sus alhajas, situación que genera una enorme afluencia de pignorantes que por lo general incrementa hasta en 40 por ciento semanas previas al inicio del ciclo escolar.
Con el propósito de atraer cada vez a más personas que andan en busca de conseguir el dinero mínimo suficiente para ‘salir del paso’ y poder adquirir libros, libretas, mochilas, uniformes escolares, loncheras, zapatos y demás artículos para que los niños puedan cumplir con la escuela, estos establecimientos lucen tentadoras ofertas sobre rebajas en el cobro de intereses.
Algunos negocios ofrecen desde un 2 hasta un 5% ciento en la rebaja de los intereses a pagar por el préstamo, así como otras facilidades con tal de no dejar escapar a sus clientes potenciales, quienes desesperados porque no encuentran la forma de obtener el dinero que los saque de apuros, empeñan todo lo que tienen a la mano.
El empeño de sus prendas significa una mejor opción que ir con el agiotista que cobra altísimos intereses de más del 10 por ciento mensuales y mucho menos solicitar un préstamo a un banco, que incluso no dudará en retirarles prácticamente la quincena una vez que la empresa deposita el sueldo al trabajador.
Las casas de este giro llegan a realizar hasta 100 empeños diarios, situación que ha servido para tomar el pulso e incluso las estrategias para esta temporada del año. Los empeños mínimos son de 300 pesos, pero el monto promedio es de mil 500 pesos.
En esta temporada los pignorantes pueden ser víctimas de fraude por establecimientos ‘patito’ o por las mismas casas de empeño conocidas, por lo que están en su derecho de acudir a denunciar cualquier estafa ante la Profeco.
RECICLAN CALZADO Y MOCHILAS
Por el regreso a clases, hasta en 25 por ciento se incrementan los servicios de mantenimiento y renovación de calzado en la ciudad de Villahermosa, actividad a la que se dedican unas 20 casas comerciales, las cuales se suman a decenas de zapateros que ofrecen sus servicios en los mercados públicos.
Es así como esos establecimientos y autoempleados incluyen dentro de sus servicios la reparación o reforzamiento de zapatos, mochilas y portafolios, que también es común en esta temporada de verano, debido a que existe un segmento de la población, sobre todo de las clases económicas media y baja, que ante las dificultades económicas se ven en la necesidad de aprovechar el calzado de sus hijos por lo menos para unos meses más.
De acuerdo al empresario tabasqueño, Rafael Cabal Cruz, propietario de la ‘Gran Suela’, esta práctica es muy común, aun cuando hay quienes prefieren comprar zapatos nuevos para sus hijos en cada ciclo escolar.
Indica que reforzar una mochila tiene un costo de 120 a 140 pesos, mientras que renovar un calzado cuesta de 220 a 340 pesos, precios que se mantienen a pesar de que ha habido incrementos en algunos materiales como el cuero.
“Esa actividad se incrementa para nosotros en función de las personas que van a salir de vacaciones, porque mandan a arreglar sus maletas y esto hace que la gente voltee hacia la renovación de calzado, sus artículos de piel, sus portafolios, chamarras y sus equipos de viaje para mejorarlos”, señala.
En lo que respecta al segmento escolar, dice que crece la demanda de reparación sobre todo de mochilas para los días finales de julio y en agosto, ya que la gente empieza a llevar a reparar las mochilas de los estudiantes.
“Lo más demandado es la mochila clásica, que es la va en la espalda y como le meten mucha carga, incluso hay quienes las mandan a reforzar cuando son nuevas”, expresa.
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