lunes, 23 de julio de 2012

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¿El puente de la ignominia? 


Considerado por su promotor como un ‘ícono del modernismo’ de la capital tabasqueña, calificado por sus detractores como un ‘elefante blanco’, y señalado por quien será el próximo presidente municipal como un ‘monumento a la corrupción’, la obra arquitectónica de Enrique Nortem, el Museo Elevado de Villahermosa (Musevi) es nuevamente tema de polémica.

Fernando Hernández Gómez / fdohernandezg@hotmail.com



Si su impulsor, el ex alcalde de Centro, Jesús Alí de la Torre hubiese ganado la elección de gobernador, este puente con cafetería y sala de exhibiciones en la viga que atraviesa Paseo Tabasco, sería en este momento punto de referencia de la ciudad, sitio obligado para placearse o el cabildeo político.
Pero el candidato del PRI perdió hasta en el municipio que gobernó casi dos años, y su única ‘obra’ palpable en Villahermosa es un hoy tema de debate a raíz de que el ganador de la alcaldía, Humberto de los Santos Bertruy, sugirió la posibilidad de derribarlo a ‘marrazos’.
En una ciudad donde casi nadie utiliza los puentes peatonales, el Musevi era innecesario en un lugar donde no hacía falta. Y para erigirlo hubo de alterarse un entorno que era perfecto. 
Se modificó el diseño con que el arquitecto Teodoro González de León reconstruyó el parque Tomás Garrido Canabal, obra que ha sido —desde los ochenta— uno de los puntos más bellos de la capital tabasqueña.
Irrumpió en el verde paisaje de Paseo Tabasco, que es la avenida más vistosa de nuestra ciudad y que tuvo que ceder muchos de sus árboles para dar espacio a ese puente elevado.
Y uno de sus extremos ‘comunica’ a un cuerpo lagunar —Vaso Cencali— que agoniza por las descargas de aguas negras que nadie ha podido evitar.
La discusión se inició el 10 de julio, cuando en el programa Telerreportaje, su director Jesús Antonio Sibilla preguntó a De los Santos Bertruy, estrenándose como alcalde electo de Centro, qué iba a pasar con el CENMA —ese otro ‘elefante blanco’ que yace sobre el río Grijalva—, y éste ofreció revisar el tema, al igual que las bardas construidas por Conagua en las márgenes del afluente que cruza la capital tabasqueña.
Humberto de los Santos dijo que él es de la idea de derribar ese muro de contención de las crecientes del Grijalva, pues afea la ciudad. Y ya entrado en materia, soltó un anunció que hizo que los ojos de su entrevistador saltaran de asombro: “Voy a hacer una consulta popular y si la gente dice que sí, yo voy a ir dar el ‘primer marrazo’ ahí al puente ese que hicieron en Paseo Tabasco”.
—¿Te refieres al Musevi? —inquirió Chuy Sibilla, pidiendo que le confirmara. El presidente municipal electo lo subrayó: “Sí, digo: son cosas que la verdad no se justifican”. Y argumentó que en su construcción se incurrió en irregularidades.
El anuncio desató la polémica, sobre todo, en redes sociales. Parecía que el ex secretario del Ayuntamiento había incurrido en un exceso. ¿Cómo derribar una obra ya concluida, que había costado tantos millones de pesos?, cuestionaron unos. “Ya se hizo, que la dejen”, objetaban otros.
Una semana más tarde —en otra entrevista radiofónica, en el programa de Gabriel Aysa—, De los Santos Bertruy moderó su posición respecto al Musevi.
Recordó que “medio en broma había dicho que íbamos a hacer una consulta y que si la gente decidía que se derribara, yo iba a ser el que iba a dar el ‘primer marrazo’; entonces, por ahí dijeron que yo ya estaba diciendo cosas negativas. No es cierto”, sostuvo. Y añadió:  “Yo no soy una gente de problema: ni me gusten los problemas, ni los ando buscando”.
Comentó que el Musevi fue una obra “enormemente cuestionada”. Citó que cuando se anunció su construcción, “muchísima gente dijo que no se hiciera”. Y fue el entonces presidente municipal, Jesús Alí de la Torre, quien decidió hacer dicho puente.
“Fue una decisión del presidente; ahí está la obra. Costó mucho dinero. Es lo que hay que averiguar, porque se supone que estaban hablando de, no sé, 60 millones de pesos que iba a costar, o menos, y terminó costando, según datos que tengo, entre 130, 140 millones de pesos”.
Para el futuro alcalde, no hay ningún problema. “Si la gente quiere que se quede, que se quede. Lo que yo digo es que al quedarse, va a quedar como una obra que va a significar para la posteridad dos cosas: primero, va a ser símbolo de lo que no se debe hacer o como un monumento a lo que ningún gobierno debe hacer, y otra, como un monumento a la corrupción”, expuso.
“Si la gente decide que se quite, bueno hay manera de quitarla”, acotó. Enseguida definió cuál será su postura como próxima autoridad de la capital tabasqueña. “Yo no voy a hacer nada que la gente no quiera que se haga; al contrario, la idea es prestarle mucho oído a la ciudadanía; escucharla”.
“Si escucho a la ciudadanía, yo sé que voy a hacer bien mi trabajo. ¡Ah!, si cierro mis oídos y cierro mis ojos, como dijo alguien alguna vez: ‘ni los veo ni los oigo’, pues es grave, porque un gobernante lo menos que debe hacer es dejar de escuchar a la gente”, estableció.
Y regresó al puente: “No tiene ninguna utilidad; no lleva a ningún lado. Es una obra que no se justifica de ninguna manera; ese es mi punto de vista, pero ahí está, hay que respetarla porque se hizo con dinero del pueblo”.

EL TATUAJE DE VILLAHERMOSA
Hoy, el Musevi es como un tatuaje de Villahermosa. Para unos se ve mal; para otros es un toque de modernidad a la ciudad. Difícilmente se podrá borrar o demoler, pero hay que revisar los costos y también la normatividad de construcción, para corregir y sancionar cualquier exceso o irregularidad.
Las voces que he escuchado —distintas a las de sus promotores— coinciden que el puente no hacía falta en ese lugar y se hizo allí por capricho de quien tuvo la autoridad y dispuso qué hacer o deshacer con el presupuesto municipal.
Ese es un mal de este país, que los gobernantes actúen guiados por ocurrencias o caprichos, que es lo mismo, como ese afán de tener sin funcionar dos años y medio la fuente de la Diana Cazadora, para que no opacara sus obras. A ver si el Musevi no corre la misma suerte a partir de 2013.  

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