martes, 31 de julio de 2012

POLICRONÍA SEMANAL



Tres años de testeo 



La política mexicana es tema para no terminar de discernir o escudriñar en sus invariables causas y efectos; lo actual, lo de hoy, versa en el período de transición que hay entre los gobiernos salientes y los entrantes. Tabasco es muestra clara de ello.

Rosa Elvia Bracamontes / rosaelviab@hotmail.com


Innegable que la sociedad tabasqueña emitió una decisión contundente creando una dinámica amarilla que se antoja muy interesante ante la fase experimental a que se enfrentará el Estado en los próximos tres años, con un político de mucha experiencia al frente del Ejecutivo.
El menú de ofertas planteadas durante las campañas deben cumplirse y ello tiene un excelente marco al tener la mayoría absoluta al interior del recinto legislativo estatal, y si bien es cierto esta región presenta una involución en su desarrollo socio-económico, las condiciones políticas están dadas para trabajar sin peros.
El optimismo prevalece en la mayoría de los tabasqueños, pero también subsiste un sector que mira con suspicacia hacia el futuro de la mano de la izquierda local y por más que se asoman por el rabillo del ojo al emblemático Distrito Federal, enumerando los progresos que dicha localidad presentan, sin embargo resienten que el personal de allá no pueda desplazarse por acá —por la experiencia— claro.
Basta ver el modo en que desde ya, se desató una guerra tribal por las posiciones estratégicas del gabinete del primer mandatario. Basta ver que la postura seria, experta, serena y capaz ostentada por Arturo Núñez, no se adopta por esos grupos que ya se comen los unos a otros.
Penoso resulta saber que la beligerancia que permeó en tiempos de campaña por diversos sectores izquierdos prevalezca a la fecha, sin ponerse a pensar que son tiempos de crear un ambiente de cordialidad entre los tabasqueños a fin de permitir que el complejo proceso de transición sea menos denso.
Hoy ya no son tiempos de disputas o revanchas entre los grupos políticos. La decisión popular de las mayorías merece absoluto respeto y con ello las instituciones deben constituirse en un marco de civilidad social y política, si queremos que las condiciones sean propicias para lograr un fin común muy postergado: el desarrollo de nuestra querida tierra.
Como sociedad estamos obligados a coadyuvar en esta empresa. Estamos obligados a estar atentos a lo que viene y exigir en todo momento, el cumplimiento de las ofertas de un gobierno que realmente brinde el cambio anhelado.
Los priistas serán una fuerza de presión hacia la labor gubernamental y legislativa. Tienen a gente muy experimentada al frente, checando tiempos, rendimientos, acciones, políticas, resultados. Y será “balconeado” a favor o en contra en todo momento.
La prueba será por tres años; tiempo en que de modo apremiante, deberán sentar las bases de una compleja y profunda reforma jurídica con el objetivo de romper con las inercias del pasado en donde el ocultismo, la opacidad, los trucos y mañas fueron una constante.
Se supone que ahora tendremos eficiencia. Justo esto permitirá la continuidad de la mayoría legislativa y de los gobiernos municipales para una fuerza política que se enfrenta por primera vez a un ejercicio sin precedentes en estas latitudes. Es tiempo de trabajar, de dejar atrás egoísmos y protagonismos. Dentro de tres años no habrá efecto paisanaje.  

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