martes, 3 de julio de 2012

POLICRONÍA SEMANAL


El día “D”

Al momento de recibir estas letras, México entero ya sabrá quién fue electo como presidente de la república mexicana, gobernador del estado de Tabasco y más cargos de elección popular en juego en estos comicios, con independencia del camino judicial que opten. 

Rosa Elvia Bracamontes / rosaelviab@hotmail.com



No hay sitio donde el tema no sea motivo de discusión y todos, de un modo u otro, se sienten árbitros electorales o analistas políticos; cada quien defiende sus posturas e ideologías pero todos son uniformes y contundentes al exigir que la jornada electoral discurra con estricto apego a la Ley.

Debemos reconocer que estamos lejos de alcanzar tal perfección; el mapacheo electoral está a la orden del día. Las costumbres se hacen leyes y la misma sociedad demanda de las fuerzas políticas los “regalitos” a cambio de sus conciencias —caso contrario no hay voto— total, los fregados saben que seguirán así llegue quien llegue. La historia tampoco miente.
A nadie sorprende ver combis y autobuses de servicio colectivo, yendo y viniendo a las casillas electorales con horda de ciudadanos, “orientados” para sufragar por algún operador político de cualquier partido. La cosa es sumar a favor de los proyectos, luchando contra la apatía y/o pobreza social, por ende, suministran cómodos medios para que no haya pretextos. ¡Cuanta amabilidad!
Son historias que deben dejarse atrás. Cierto que toda contienda tiene reglas pero en este país, son letra muerta; ni quienes se supone la deben aplicar la respetan.
Es absurdamente incongruente que se hagan tremendos escándalos porque los partidos políticos invierten un importante porcentaje de sus presupuestos, en “souvenirs” con los cuales invadir de basura electoral los domicilios de los mexicanos, cuando hoy por hoy la apuesta debería versar exclusivamente en las ideas o propuestas de campaña. Y de esto, tienen la culpa los mismos legisladores.
Sí, esos a los cuales hoy les daremos nuestro voto para que ocupen sus curules en los Congresos, son incapaces de generar una legislación electoral que reduzca los costos democráticos y amplíe las perspectivas sociales.
Para nadie es un secreto que las campañas electorales son negocios redondos y además de repartir plumas, ceniceros, encendedores, camisetas, mochilas, vasos, platos, cucharas, tazas, bolsas, hieleras, estufas, bicicletas, etc., ofrecen servicios varios, legales y médicos incluidos. Y todo cuesta.
El drama de esto no es por lo que dan, finalmente el pueblo lo recibe y de ello se beneficia. El tema es el modo en que la clase política obliga a estas prácticas a fin que no se les cuestione en sus proyectos de campaña o la falta de éstos. Al pueblo, pan y circo.
Es increíble que en México se agoten elecciones locales con presupuestos mayores que los erogados en elecciones federales, en otros países y se creen mecanismos de supuesto control, como el blindaje del formato de las boletas electorales, que por “brujerías” del mas allá siempre terminan de mas o menos en las urnas.
Es sabido que es tema de educación y valores, por ello se deben erradicar de raíz las causas de conflicto democrático para que, llegue quien llegue, la sociedad esté más involucrada con las ideas que con los cebos electoreros y podamos exigir su cabal cumplimiento. Es cuestión de evolución.  

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