A una semana de la elección concurrente, Tabasco no se incendió como otros estado. Hasta parece que no pasa nada, a no ser por la presencia de la chismocracia en la chismépolis.
Luis Enrique Martínez / luisenriquemarh@hotmail.com
A la semana siguiente de que el monstruo ontológico —el tabasqueñismo que criticó Carlos Monsiváis en la elección de gobernador de 1988— arrolló al PRI, la vida en Tabasco siguió con la chismocracia como modo de vida tropical.
La estridencia mediática difundió traiciones, lamentos, loas y esperanzas que llevaron a segundo plano la suerte del artífice de la alternancia en el sistema político estatal: Andrés Manuel López Obrador.
En tal escándalo poselectoral cayeron las redes sociales, en donde la mayoría del usuario no reparó en mensajes escatológicos al pasado reciente al tiempo de fustigar el comportamiento de los medios de comunicación antes y durante la contienda del domingo 1 de julio. Al día siguiente, la mayoría se transformó en camaleón.
Sobre todo al presunto gremio organizado que súbitamente se subió al carruaje del vencedor invocando un blindaje en el axioma trivial según el cual “perro no come perro”.
Apelando a la reconciliación, el gobernador electo Arturo Núñez Jiménez acudió al encuentro con esas agrupaciones de periodistas —que en su mayoría integran personas sin oficio profesional— y a noticiarios que en su momento, como las encuestas cuchareadas, daban por ganador al candidato de la coalición Compromiso por Tabasco, Jesús Alí de la Torre.
“Por su naturaleza, los críticos ya están de este lado. Ahora hay que convivir con los oficialistas para que no haya cuestionamiento por ningún lado”, fue la estrategia diseñada por Addy García, según confió un allegado al reportero el mediodía del jueves.
La semana poselectoral transcurrió en la fluidez de los resultados preliminares y el posterior conteo de las actas de escrutinio de las 2 mil 665 casillas que fueron confirmando la derrota de los candidatos de la alianza PRI-PVEM-PANAL. Y en la entrega de la constancia de mayoría a los ganadores de la elección concurrente.
Un documento que este domingo recibiría el abanderado de la coalición Movimiento Progresista por Tabasco en la sala de juntas del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPCT).
En medio de la rutina soleada de este verano ardiente, la chismocracia tomó bandera por la reñida competencia en municipios como Centla, Teapa o Jonuta pero esos escarceos no pasaron de lo natural en una provincia como la tabasqueña.
Tal vez la nota discordante la presentaron los jóvenes de la delegación #Yosoy132 que el martes 3 marcharon por Paseo Tabasco con una consigna demoledora: “El pueblo ya votó / Peña no ganó…”.
A saber, fue la única defensa del paisanaje a López Obrador en su cuestionable segunda derrota consecutiva en una elección presidencial.
CHISMÉPOLIS
Mientras tirios y troyanos se desvivían en reconocer en Núñez Jiménez virtudes que horas, días antes no veían, en la sede estatal del PRI no faltó quien propuso quemar en leña verde a Francisco Herrera León.
Pero también a los promotores del voto cruzado: vota por Luis Felipe Graham Zapata para presidente municipal de Centro, para gobernador por Núñez Jiménez y las demás boletas quedan a tu libre albedrío.
Asimismo, aparecieron las condenas a los aliados del candidato a gobernador: aquella foto con la líder vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, y la presencia de los petroleros en los actos masivos así como la entrega de candidaturas a José de Jesús Zamudio Aguilera y José del Pilar Córdova Hernández. La diputación plurinominal de éste último aún no es un hecho.
Como ocurrió la tarde-noche del domingo cuando empezó a funcionar el Programa Estatal de Resultados Preliminares (PREP), los cuestionamientos no sólo giraron en torno a las personas. Incluyeron a los partidos aliados: Verde Ecologista de México y Nueva Alianza.
¿Qué aportan al PRI? Alguien con un humor negro respondió: “La senaduría que ganó Humberto Mayans Canabal…”.
En un estado con dos millones 238 mil 818 habitantes y con una lista nominal de un millón 530 mil 142 ciudadanos en 17 municipios, a la fecha nadie conoce con certeza al autor intelectual de “los intereses mezquinos decisorios”. Sí, en efecto, Mayans Canabal simplemente aparece como su promotor pero ¿será el autor?
Utilizando sus “cinco minutos de gloria mediática”, Lorena Beaurregard de los Santos acudió a la radio a tomar distancia del ex secretario de Gobierno. Así como ella, otros exigieron la renovación del PRI. Uno de ellos, Nicolás Bellizzia Aboaf se apuntó para rescatar a su partido.
Al cabo de una semana, sin embargo, nadie explica por qué pactar con partidos políticos tan sólo con presencia testimonial en Tabasco: bajo la sombra del PRI, Pascual Bellizzia Rosique ha sido dos veces diputado local y federal, pero su partido, el Verde Ecologista de México, este año como desde 1994 no aporta más de los casi siete mil votos registrados a su favor el domingo 1.
Ni qué decir del Panal. Una organización cuyo diputado da pena ajena en el Congreso estatal pero que gracias a los buenos oficios de los operadores políticos del PRI repetirá en la 61 Legislatura.
Falta mucho para conocer los efectos de la alternancia en el sistema político estatal. Acudir a la memoria de los habitantes de Cárdenas o de Jonuta sería menospreciar la jetatura del poder estatal en los ayuntamientos, sean gobernados por el PRI, PRD o PAN. Y si a ello se añade la inexperiencia política administrativa de esos alcaldes, la verdad que es intrascendente.
A una semana de la elección concurrente, Tabasco no se incendió como Oaxaca, por ejemplo. Hasta parece que no pasa nada, a no ser por la presencia de la chismocracia en la chismépolis.
A todo esto: ¿Quién defiende a López Obrador? ¿Dónde están aquellos que gritaron en la Plaza de la Revolución: “Pre-si-dente”? ¿Los ganadores de la contienda local apoyan la impugnación a la elección presidencial?
De eso, en Tabasco, tampoco se sabe.
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