lunes, 18 de junio de 2012

PUNTA FINA


¿Cosa de hombres?

 

Lo dicen las encuestas: —En 2012 no habrá ni presidenta ni gobernadora ni jefa de Gobierno del Distrito Federal (GDF). Los números no les favorecen. ¿Misoginia? Júzguelo el electorado. 

José Ureña / primercirculo@hotmail.com


Para la historia quedarán los registros de mujeres contendientes pero no triunfadoras. 
Hagamos un repaso: 
Josefina Vázquez arrancó con cierta esperanza y es inevitable recordar la triunfal noche dominical del 5 de febrero, cuando desde una casa de campaña la hidalguense Xóchitl Gálvez se dirigía a la red nacional: —¡Ya llegó, ya está aquí, la que va a chingar al PRI!. Su victoria fue una sorpresa hasta para ella. 
Al grado de haber recurrido la semana previa a una intermediaria, profesional del periodismo y compadre de él, para encontrarse con el perredista Andrés López y proponerle un acuerdo.
—Me van a cometer fraude, Andrés. Si es así, yo me sumo a tu proyecto –dicen versiones confirmadas por varias fuentes.
El tabasqueño, agregan esos narradores, le pidió tranquilizarse pero dejó la puerta entreabierta:
—Espérese, Josefina. Usted juegue y luego hablamos. Nos buscamos la semana próxima.
Ese acuerdo quedó roto tanto como el delfín Ernesto Cordero el mismo domingo.
Hoy ese tabasqueño es de lo peor… menos peor que Enrique Peña.

RECTIFICACION TARDIA
Acaso Josefina Vázquez sea el mejor ejemplo del fracaso femenino en esta contienda. Llegó con un mal antecedente: En 2006, cuando le coordinaba la campaña, Felipe Calderón midió de cerca de su amiga.
Históricas fueron sus confrontaciones con Juan Camilo Mouriño, quien siempre la calificó de traidora, y su distanciamiento de Ernesto Cordero.
Pese a todo, Calderón la mandó a la Secretaría de Educación Pública y desde ahí mantuvo un enfrentamiento sordo con Mouriño hasta la muerte de éste.
El choque con Cordero continuó y tal vez por ello éste no dudó en acusarla de ser la responsable de no sacar las reformas fundamentales del país por su ausentismo en la Cámara de Diputados, donde era coordinadora del PAN, y su incapacidad para negociar con la oposición.
Quizá estos antecedentes fueron fundamentales para la orfandad de su campaña, al menos hasta hace un par de semanas. Esos antecedentes y una prueba: Calderón ya tiene la grabación de las llamadas de búsqueda directa y a la mediadora del encuentro entre panista y perredista.
Fue el sábado 4 de febrero por la tarde.
Hoy, cuando el presidente ha rectificado y decidido meterse abiertamente a la contienda y chocar con el perredista Andrés López y el priísta Enrique Peña —al primero lo acusa de populista y de impulsar un plan económico irrealizable, al segundo lo coloca al nivel de Vázquez—, tal vez sea demasiado tarde.
Su suerte está echada desde el tercer lugar de los sondeos.

BEATRIZ E ISABEL
Las otras dos candidatas más visibles también andan mal. La priista Beatriz Paredes arrancó con cierta aceptación por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal (GDF), pero ha resultado una decepción hasta para ella misma.
Si está a 50 puntos de distancia del perredista Miguel Mancera, sus posibilidades de victoria son nulas.
Mala campaña, ninguna estrategia, problemas de salud y una desorganización total rebotan en otros abanderados tricolores: Peña no tendrá la votación esperada y se han esfumado las esperanzas de unas cuantas delegaciones y un puñado de diputaciones.
Lo mismo sucede con la panista Isabel Miranda.
Ella es perdedora porque se demeritó como luchadora social, pero los panistas pagarán con tres delegaciones —Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Cuajimalpa— y posiciones en la Cámara de Diputados, más representantes en la Asamblea y en la Cámara.
Esta derrota femenina no debe verse como un problema de género.
Ninguna de las tres candidaturas compite gracias a las cuotas instauradas por legisladores, consejeros y magistrados electorales, pero sí deben llevar a contestar una pregunta:
—¿México es misógino o faltan mujeres profesionales de la política?  

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