Cuenta su historia que nació por los años 60, con disposiciones para la virtud y para las letras, que su padre dedicó el mayor cuidado a cultivarlas, dándole de niño maestros hábiles que le instruyesen. Era Evaristo de excelente ingenio, de costumbres inocentes y puras; por lo que hizo grandes progresos en breve tiempo.
Fernando Hernández Gómez / fdohernandezg@hotmail.com
No se sabe cuándo ni dónde tuvo la dicha de convertirse a la fe de Jesucristo, como ni tampoco en qué ocasión fue a Roma; sólo se sabe que era del clero de aquella iglesia.
Me refiero al quinto Papa, griego de nacimiento pero originario de Judea, como hijo de un judío llamado Judas, natural de Belén, que fijó su residencia en Grecia, y educó a su hijo en la doctrina y principios de su religión.
Evaristo —que llegó a ser santo— siendo todavía un presbítero, ya encendía el fervor y devoción en los corazones de sus fieles con sus instrucciones, con su caridad y con sus ejemplos.
Cuando se le designó Obispo de Roma no hubo en toda la iglesia quien desaprobase esta elección, sino él mismo por su profunda humildad. Pero a pesar de esta virtud, le fue forzoso rendirse y ceder a los unánimes votos de toda la clerecía. Fue consagrado el 27 de julio del año 99 (hablo del primer siglo de la era cristiana).
El nuevo Papa se vio colocado en la silla de San Pedro, y aplicó sus desvelos a remediar las necesidades de la iglesia en aquel calamitoso tiempo, pues era perseguida en todas partes por los gentiles, y cruelmente despedazada por los herejes.
Dado que en su pontificado los cristianos aumentaban, dividió Roma en parroquias. Instituyó las primeras siete diaconías que confió a los sacerdotes más ancianos y que dio origen al actual Colegio Cardenalicio.
Se atribuyen a San Evaristo dos epístolas: una a los fieles de África, y otra a los de Egipto. Ésta es sobre la reforma de las costumbres, y en aquella se condena que un obispo pase de un obispado a otro puramente por ambición o por interés, declarando que no son lícitas esas traslaciones sin evidente necesidad, y sin que se haga canónicamente.
Aunque el emperador Trajano fue uno de los mejores príncipes que conoció el gentilismo, no por eso fueron mejor tratados los que profesaban la religión cristiana, pues no cedió ni en tormentos ni crueldades a las demás persecuciones la que padeció la iglesia en su tiempo.
El Papa Evaristo fue condenado a muerte como cabeza de los cristianos, y aunque se ignora el género de suplicio con que acabó la vida, es indudable que recibió la corona del martirio el 26 de octubre del año 107, honrándole desde entonces como mártir de la iglesia católica.
Sirva este breve recuento histórico para enterarnos un poco del origen de este nombre que es común en suelo tabasqueño, y que lleva un político tan controvertible que, al igual que aquel primer Evaristo, nació en los años 60, sólo que éste del último siglo del segundo milenio de la era cristiana.
Éste —Evaristo Hernández Cruz— también ha sido objeto de acoso y persecución de gobernantes, aunque por presuntas irregularidades que se le imputaron en su paso por la alcaldía capitalina y que él atribuye a su posición crítica dentro de su partido, el PRI.
En los últimos meses, este Evaristo fue un verdadero dolor de cabeza para la cúpula de su partido, al cuestionar e impugnar por vía jurídica los procedimientos empleados para seleccionar al candidato a gobernador que, finalmente, no prosperaron, pues un tribunal federal los desechó por improcedentes.
Tal vez su mérito no ha sido el haber puesto en jaque al PRI, al desconocer las determinaciones de sus órganos de decisión, sino el optar por cauces legales para expresar su inconformidad, en lugar de levantarse en armas, encabezando movilizaciones y la toma de la sede partidista.
Esto lo resaltó el 4 de mayo en entrevista con Telerreportaje, donde —por cierto ya vislumbraba que su camino era permanecer en el PRI— dijo: “Durante este trayecto nunca alentamos la violencia, ni arriesgamos la tranquilidad social de Tabasco. Seguiremos defendiendo a la democracia como un sistema de vida fundado en la justicia. Nos interesa el bienestar del pueblo y, para alcanzarlo, no podemos distraernos.
“Entendemos que las determinaciones judiciales que pusieron fin a las impugnaciones que promovimos —prosiguió—, son apreciaciones subjetivas, percepciones legales que podrán ser justas o injustas, pero aceptamos los resultados”.
Y concluía: “Ante esta situación, la lucha por Tabasco que hemos venido sosteniendo, encontrará más pronto que tarde los cauces que como ríos tropicales decidan los tabasqueños para escribir su historia moderna… el futuro de Tabasco lo tenemos que hacer entre todos, y así que adelante, que el futuro es nuestro. Seguiremos luchando por la democracia, la justicia y el desarrollo de Tabasco”. ¿Desde dónde habría de hacerlo? ¡En el PRI!
Tal vez se le cuestione ahora que haya titubeado con dejar su militancia priista de más de tres décadas —camino que siguieron muchos de sus ex colaboradores, como su ahora ex mejor amigo Humberto de los Santos Bertruy—, pero no puede dejar de reconocérsele que al final de este episodio de la política priista tabasqueña decidió permanecer en el tricolor contra todos los pronósticos, y no sólo eso sino también manifestar su apoyo a todos los candidatos de su partido.
Ninguno de sus ex colaboradores, ex seguidores o ex amigos puede lamentarse que él los orilló a irse —como una especie de avanzada— a filas opositoras, pues estarían admitiendo que carecen de convicciones propias. Y él, Evaristo, lo resaltó también en Telerreportaje, el 10 de mayo.
“En el equipo no tenemos una camisa de fuerza. Hay libertad para que cada quien pueda tomar el camino que considere mejor, y Humberto decidió por ahí”.
Tal vez este Evaristo nunca llegue a ser santo, como aquel Papa del que sus progenitores tomaron su nombre, pero tampoco es el tipo de sinvergüenza que ahora prefiguran sus maledicentes de siempre… ah, y también los más recientes.
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