Tanto polvo levantó el pre-debate y la negativa de las televisoras a transmitirlo en sus canales de cobertura nacional y, sin embargo, muchos tabasqueños prefirieron hacer otra cosa: pasear en la Expo-Feria que a esa hora —las ocho de la noche del domingo— estaba a reventar...
... Irse al parque Centenario 27 de Febrero a presenciar el encuentro Olmecas-Guerreros con que el equipo local se afianzó en el liderato de la Liga Mexicana de Béisbol; ver en sus pantallas de plasma el partido de futbol en que Tigres doblegó en casa a Monarcas, o de plano, sus programas televisivos dominicales preferidos.
El primer debate de los cuatro candidatos presidenciales lo vieron los políticos, los comunicadores, líderes de opinión y, sí, también muchos, miles de ciudadanos que todavía se interesan por conocer las propuestas que ofrecen quienes aspiran a conducir los destinos de este país a partir del 1 de diciembre de 2013.
Los que no vieron esta confrontación de los presidenciables ante cámaras de televisión se perdieron los detalles de cómo la panista Josefina Vázquez Mota y el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, llevaban una carga de misiles para bajar de las nubes al priista Enrique Peña Nieto, quien les recriminó: “vienen el día de hoy con la navaja muy afilada”.
No escucharon cuando los adversarios de este debate sacaron los trapitos sucios sobre la corrupción en las administraciones públicas presidas por priistas, panistas y perredistas, y hasta algunos cadáveres fueron desenterrados.
Por si algún lector no vio el debate, le pasamos al costo que los mejores exponentes de presuntas prácticas deshonestas del pasado reciente mexicano, volvieron a cobrar vida: Javier Villarreal, tesorero de Coahuila durante el gobierno de Humberto Moreira; Arturo Montiel, ex gobernador mexiquense; René Bejarano y Gustavo Ponce, secretarios particular y de Finanzas, cuando López Obrador gobernó el DF, y quien fue innombrable, esta vez su nombre no podía omitirse: el ex presidente Carlos Salinas.
A los que el debate les valió un comino se perdieron la oportunidad de ver a un Gabriel Quadri sereno, centrado, moderado, hábil que, sin atacar a sus contendientes, se echó a la bolsa a muchos televidentes con sus inteligentes propuestas, tal vez los mismos que perderá cuando éstos se enteren que es el candidato del Panal, partido propiedad de la maestra Elba Esther Gordillo.
Pero, sobre todo, se quedaron sin ver lo que le puso sabor al caldo: la modelo Julia Orayen, que el IFE contrató como edecán de este primer debate, y que generó comentarios y críticas que saturaron las redes sociales, porque portaba un largo vestido blanco, ajustado, con un escote ¡al frente!, que no dejaba mucho a la imaginación sobre la dimensión de sus senos.
Y esta chica que fue modelo de Playboy recordó a aquella actriz efímera, Mar Castro, bautizada como la Chiquitibum, a raíz de su participación en comercial de una marca de cerveza —grabado en un estadio, con público bailando el tema musical de la porra a la escuadra verde— que se transmitió por televisión durante el torneo mundial de futbol México ’86.
Aunque a diferencia de esta chica Julia Orayen, que robó cámara 30 segundos de las dos horas que duró el debate, a Mar Castro le bastaron no más de tres segundos en dos apariciones en el spot de 20 segundos, para mostrar sus senos —apenas cubiertos por una playera recortada, con el logo de la marca de cerveza— brincoteando al ritmo del tema: Chiquitibum, y provocando que millones de televidentes estuvieran pendientísimos de su trasmisión.
Si muchos tabasqueños no vieron ni oyeron el debate, no se enteraron que la propuesta del priista Enrique Peña para México es cambiar el miedo por la esperanza, y no oyeron cuando dijo que durante los últimos 80 años, el país tiene su peor desempeño económico ahora que gobierna el PAN.
Lástima que tampoco hayan escuchado que su paisano, el perredista López Obrador, afirmara que sí hay salida para los problemas actuales y que sí se puede lograr la transformación, pues la situación del país no se debe a la “mala suerte”, sino a que un grupo se ha venido “apoderando de todo” y, sobre todo, al “mal gobierno”.
Tampoco se habrán dado cuenta que la panista Josefina Vázquez dijo que quiere ser presidenta porque es ‘diferente’, que aseguró tener el valor para defender a las familias con determinación, y se comprometió a recuperar la seguridad de todos los mexicanos, que —esto no lo dijo— perdimos los últimos 12 años que ha gobernado su partido.
Y qué pena, de verdad, que muchos no hayan visto a Gabriel Quadri, aspirante por Nueva Alianza —el único partido de la chiquillada que va solo a la disputa por la Presidencia—, decir que México requiere “una nueva revolución que transforme políticas energéticas, laborales, fiscales, en materia del ciudades, campo y medio ambiente”. Y que hasta se atrevió a afirmar que el 1 de julio los mexicanos tienen dos opciones: “La populista mediocre, y la liberal y moderna, que yo represento”.
En lo personal creo que México se merece algo mejor que cualquiera de estos cuatro candidatos que aspiran a vivir en Los Pinos, aunque tal vez entre ellos esté el Presidente que nos merezcamos si nos atenemos a esa máxima que dice: los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.
Y el debate no lo vi —¿me lo perdí realmente?-- porque a esa hora preferí estar con mi familia escuchando a quien su palabra no tiene réplica, pues es verdad pura. Y nos recordó el domingo —en voz del presbítero Inocente Santos— que Él es “la verdadera vid”. Y llama repetidamente a que “permanezcan en mí” los que quieran dar frutos y salvarse. Búscalo en San Juan 15:1-8.
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