Hasta parece empeño opositor el triunfo de Enrique Peña Nieto. Le han facilitado las cosas al candidato presidencial priista.
José Ureña / primercirculo@hotmail.com
Ni él, he de decirle de cierto, se veía en el cielo de las encuestas y en pleno ascenso a estas alturas del calendario, a menos de diez semanas de las votaciones.
En septiembre de 2011, cuando dejó el gobierno del Estado de México, se reunió con sus más cercanos y les presentó a Luis Videgaray como el hombre de sus confianzas.
Todos supieron desde entonces quién se encargaría de aportar la metodología, copia fiel del script mexiquense con Eruviel Ávila, porque el resto de los propósitos fue materia de una descripción de futuros inmediatos y mediatos:
A partir de entonces —dijo el ya ex gobernador— se dejaba un espacio de cierta inmunidad para pasar a la medición de popularidad efectiva y del parque adversario.
Él se iría de vacaciones unos días, adelantó, pero regresaría pronto y los requería para un trabajo de tiempo completo y tal vez de largo plazo.
Vendrían los ataques a todo el equipo, el abandono de muchos medios de comunicación, la persecución de cuadros priistas, las acusaciones de nexos —del partido y de cuadros destacados— con el narcotráfico y tal vez persecuciones.
Esa sería la prueba de la aceptación popular y el reto era preservarla en la adversidad.
A fines de marzo hablé con él.
—Su estrategia parece guión de película —le dije.
—Vamos a ver. No nos hemos caído y el reto es no caernos —contestó.
—¿Qué ataques espera?
—Los conocidos, nada nuevo. A mí me van a sacar cosas personales, familiares, cuestionarán mis actos de gobierno sin duda y de los demás ya sabemos: ahí están las acusaciones a varios ex gobernadores de Tamaulipas.
Remató:
—La intercampaña nos benefició, claro está, pero vendrán duras, incesantes embestidas.
—¿Qué hacer, según su librito de campaña?
—Estamos muy arriba en las encuestas y seguramente nos van a costar algunos puntos. ¿Qué hacer? Pues cuidar la caída. Administrar, dice Luis (Videgaray).
EN EL ESCENARIO IDEAL
Casi un mes después el panorama no les puede ser más favorable:
En lugar de descender, Peña Nieto asciende.
Contra todos los pronósticos, ni el Partido Acción Nacional (PAN) ni su candidata Josefina Vázquez Mota tienen aceptación popular a pesar de la campaña negra contra Peña Nieto y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
A estas alturas Vázquez Mota y Andrés López ya no pelean por acercarse a Peña Nieto, sino por ver quién ocupa el segundo lugar aunque 2 a 1 ante el priista.
La encuestadora GEA/ISA intenta quedar bien con López al ponerlo en segundo lugar y él, desconsiderado, desagradece con descalificaciones a la demoscopia nacional.
Hay el objetivo de colocarlo al final y no hay rigor en las encuestas, argumenta El Peje.
—Ya van de gane —le dijo a un perredista de campaña.
—Eso es puro cuento. Estamos más cerca de (Gabriel) Quadri que de Peña Nieto —refunfuña mientras desgrana divisiones internas y describe traiciones de Los Chuchos y de Marcelo Ebrard.
De los primeros se esperaba, me explica, pero no del segundo, cuya resurrección y puesto —resurrección en 2002 y candidatura en 2006— se la debe plenamente a López.
Hoy la mano de Ebrard se ve en el Distrito Federal con arreglos bajo la mesa con priistas, pero todo su activismo va a Miguel Mancera y no al Peje.
Luego me descifra:
—Ahí está la clave de la elevada popularidad del ex procurador y no la caída del tabasqueño en la capital. El primero ganará con amplio margen, el segundo está en competencia con Peña Nieto.
LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD
El Distrito Federal es necesario para Andrés López, pero no barrerá a Enrique Peña Nieto y eso va contra su orgullo.
Con todo, muestra un crecimiento si algunos puntos pueden considerarse como un logro.
No ha sido mérito suyo.
El PRI se empeñó en mostrar a un PAN endeble y a una candidata enfermiza, errónea, incoherente, sin propuesta vertebrada, y lo ha conseguido porque ella se ha esforzado en mostrar esos y otros defectos.
Con un agravante: en la desesperación, el panismo recontrató a Antonio Solá y éste aconsejó indagar los supuestos compromisos incumplidos por Peña Nieto en el Estado de México.
Lo hicieron, pero con beneficios no vistos hasta ahora.
Lo decíamos arriba: el mexiquense sigue al alza y la candidata presidencial azul a la baja.
No han acertado el tiro.
En días aparecerá otra fase de ataques.
Propuestos por Solá, avalados por Juan Ignacio Zavala, enervados por Juan Molinar Horcasitas y elogiados por Margarita Zavala, falta ver si pegan.
Les queda poco tiempo y por eso los intelectuales, mayoritariamente afines a López, reclaman debates a diestra y siniestra.
No están conformes con limitar las confrontaciones a dos, como lo ordena la ley, sino quieren un recorrido por estaciones de radio y televisión a fin de atacar a Peña Nieto.
Él está decidido: sólo dos debates.
Su argumento:
—Si nos la pasamos en debates, ¿cuándo vamos a hacer campaña? A mí me interesa más el contacto con la sociedad, recorrer el país, que pasármela en estudios.
Con todo, es el último chance para Vázquez Mota y López.
Eso los convertirá en más agresivos.
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