martes, 20 de marzo de 2012

Vivir mejor, ¿está en veda en México?

El balance casi al final del régimen de Calderón “es terrorífico”, señala Carlos Fernández-Vega, en su columna México S.A. (La Jornada, 05/mar/12), en que cita al Centro de Investigación en Economía y Negocios del ITESM, campus Estado de México, para concluir que el incremento de la pobreza se ha convertido en un hecho incontrovertible, en un problema estructural.

Entre 2006 y 2011, este flagelo tuvo un aumento a nivel nacional de 21 por ciento, según el Índice de la tendencia laboral de la pobreza (ITLP) del Coneval, “lo que demuestra que los programas oficiales de atención a la pobreza únicamente constituyen una aspirina para combatir el cáncer, que se incrementa a paso veloz con el desempleo y la precariedad laboral que enfrentan millones de mexicanos”, apunta el analista económico.
Según dicho estudio, la pobreza ya no es privativa del entorno rural, sino se ha incrustado en zonas urbanas, donde vive la mayor parte de los mexicanos.
Si bien la pobreza extrema se ubica en municipios pobres de Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Chihuahua, durante los últimos años su avance ha llegado a ciudades que concentran la mayor capacidad económica, financiera e industrial de México.
Las cifras —subraya el CIEN— son contundentes: entre 2006 y 2011 el ITLP rural se elevó 3.8 por ciento, mientras el urbano lo hizo en 29.3 por ciento, “de tal suerte que la marginación se ha generalizado”.
Algunas entidades multiplicaron su nivel de pobreza de manera alarmante. BC (76.7 por ciento), Chihuahua (52.2), DF (48.5), Guanajuato (32.9), NL (69.4), Q. Roo (49.7), Sonora (51.8) y Tamaulipas (52.9), “son la muestra más clara de que el deterioro del mercado de trabajo conduce a una merma en el nivel de calidad de vida de la población”.
El estudio apunta que el crecimiento económico no basta para frenar a la pobreza: en 24 estados aumentó este flagelo. Para el cuarto trimestre de 2011, el valor del ITLP fue el más elevado para seis estados y otros cuatro, entre éstos Tabasco, se encontraron muy cerca de los niveles históricos más altos.
En el análisis se expone que los ingresos per cápita provenientes del mercado laboral siguen retrocediendo. En 2011 retrocedieron 18.3 por ciento respecto a 2006, y 4.5 puntos en referencia a 2010.
José Luis de la Cruz Gallegos, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del ITESM, en el artículo El avance de la pobreza (El Universal, 05/mar/12), considera que el incremento de la pobreza urbana es atribuible al silencioso desmantelamiento del mercado laboral.
Apunta que el retroceso de la calidad del empleo comenzó desde que se utiliza al salario como uno de los elementos para contener la inflación, y si bien hoy se observan menores tasas de inflación, una parte sustancial de ello es atribuible al deterioro en el poder adquisitivo de los trabajadores.
Al no contar con programa económico integral que permita elevar la productividad y competitividad de México, los encargados de la política económica siguen aplicando un mecanismo que, en forma de inestabilidad social, se ha vuelto contra sus creadores, plantea De la Cruz Gallegos.
El tema se abordó en el programa Hoy por hoy, conducido por Víctor Trujillo (Brozo) el 6 de marzo. Su colaborador Pedro Tello señaló que este 2012 habrá elecciones de gobernador en DF, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tabasco y Yucatán, donde “el crecimiento de las personas cuyo ingreso no les alcanza para comprar lo mínimo ha avanzado a un ritmo preocupante”.
En dicho estados, indicó Tello, ninguno de quienes aspiran a las gubernaturas se ha pronunciado sobre la relevancia de asegurar un piso mínimo en poder adquisitivo para los hogares.
“Es, verdaderamente una realidad que duele. Duele, porque uno piensa en el jodido que no tiene trabajo”, acotó Brozo.
En su columna de La Jornada, Carlos Fernández-Vega, remató: “Quienes se van, tras de sí dejan un espantoso tiradero, y quienes pretenden llegar para tomar las riendas nacionales —la misma mierda, pero reciclada— sólo anuncian un mayor costo social”.
Y preguntó: “¿Cuánto más aguantará el país y sus silenciosos habitantes, en una nación en la que sólo dos elementos crecen con la misma velocidad: la riqueza de los menos y la miseria de los más?”.
El problema, añadiríamos, es que si el dinero no alcanza para lo primordial, como lo es adquirir los productos de la dieta básica, ¿cómo le hacen las familias de muy bajos ingresos para pagar los elevados costos de energía eléctrica, transporte público, los medicamentos que no surte el Seguro Popular y hasta el agua purificada, porque la que viene entubada no es apta para consumo humano?
Estos cinco años y pico del gobierno de Calderón Hinojosa nos vendieron el slogan de vivir mejor, pero por lo visto los únicos que lo han logrado son quienes están en el poder y quienes se han beneficiado con los negocios al amparo del poder. El jodido, el que gana lo mínimo pero no lo suficiente para vivir dignamente, se tendrá que tragar todos esos discursos de campaña con promesas que nunca verá cristalizadas ni en su bolsillo, ni en su mesa… vamos, ni en su panza.
Vivir mejor está vedado para el grueso de los mexicanos.

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