martes, 21 de febrero de 2012

La mano izquierda


La mano izquierda no se usa para saludar. ¿Entonces para que se emplea en la vida cotidiana, en la política? No es más útil que la derecha, a menos que sea uno zurdo.
Fernando Hernández Gómez /
fdohernandezg@hotmail.com

Lo planteo porque el lunes 13 de febrero —en una entrevista de radio—, Luis Felipe Graham recomendó a la dirigencia estatal y al delegado nacional de su partido, que “lo que debe de seguir es mucho tacto, mucha humildad y mucha mano izquierda para que las cosas caminen bien”.
El ex secretario de Salud estatal ha dado su brazo a torcer, convirtiéndose —por ahora— en ex aspirante a gobernador y en pretendiente a la candidatura priista a la alcaldía de la capital tabasqueña.
Un día antes, Graham Zapata accedió a tomarse un café en público con Jesús Alí, y el miércoles 15 lo acompañó a solicitar su registro como precandidato a la gubernatura ante la Comisión Estatal de Procesos Internos.
Declaró que él ya había hecho su parte: mostrar su disponibilidad y más de un gesto a favor de la unidad partidista, y subrayó que ahora tocaba a las dirigencias —estatal y nacional— hacer la suya; poner “mucha mano izquierda”.
Sin aludir que en la definición de candidatos del tricolor a puestos de elección popular han quedado en el camino muchos heridos o agraviados, Luis Felipe Graham apuntó que “todo mundo tiene que ser atendido y escuchado, porque todo mundo tiene derecho a aspirar”.
Esto, desde la óptica del reconocido pediatra, aplica no sólo en su caso, pues aspiró a ser candidato a la gubernatura, sino también para los que se han anotado en los procesos internos de los diferentes municipios.
“Ahí también se tiene que hacer los mismo: se tiene que platicar, se tiene que dialogar con la gente y darle el lugar a quien aspire, y bueno, yo creo que todo mundo tiene ese derecho”, afirmó.
Hay que dar su lugar a cada quien; respetar y reconocer el peso político que representa. Perfecto. Pero, ¿qué tiene que hacer ahí la ‘mano izquierda’?
La referencia traslada mi mente a una imagen, a una obra del pintor holandés Rembrandt (Rembrandt Harmenszoom von Rijn), inspirada en la parábola El hijo pródigo, que Jesús cuenta para expresar la alegría del reino de Dios cuando un pecador se convierte: “había que hacer fiesta y alegrarse” pues “estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”. (Lucas 15: 11-32)
Del relato bíblico, Rembrandt plasma en esa magistral obra (año 1669), el momento en que el padre recibe al hijo perdido, después de haber dilapidado su herencia en placeres mundanos.
En esa técnica del claroscuro y del tenebrismo, Rembrandt nos muestra en el lienzo el abrazo entre un anciano judío y un joven harapiento, en una escena llena de simbolismo.
Es el reencuentro entre el Padre representado por el anciano, casi ciego pero lleno de gozo, y su hijo menor, que arrodillado es la expresión del arrepentido en busca de perdón.
De las interpretaciones de la obra, recojo ésta: “El Padre estrecha y acerca al hijo menor a su regazo y a su corazón, y el hijo, harapiento y casi descalzo, se deja acoger, abrazar y perdonar. El Padre impone con fuerza y con ternura las manos sobre su hijo menor. Son manos que acogen, que envuelven, que sanan”.
Y hallé esta otra descripción no menos conmovedora: “El anciano de Rembrandt se inclina sobre su hijo recién llegado y tocándole los hombros con las manos, se puede apreciar, no sólo al padre que estrecha al hijo en sus brazos, sino a la madre que acaricia a su niño, le envuelve con el calor de su cuerpo, y le aprieta contra el vientre del que salió. Bajo la forma de un viejo patriarca judío, emerge también un Dios maternal que recibe a su hijo en casa”.
Pensé que esa mano maternal del cuadro de Rembrandt, era la ‘mano izquierda’ a que alude Luis Felipe Graham. Volví a apreciar una reproducción de la obra y —confieso— me equivoqué. Esa mano suave y fina del Padre que recibe al hijo que estaba perdido, es la derecha.
Aunque, en aval a mi intención, algunos estudiosos sugieren que la mano izquierda masculina es esa mano derecha maternal de Rembrandt, muy parecida a la mano izquierda de otra de sus obras: La novia judía (año 1666).
En esa imposición de manos de El hijo pródigo, la misericordia se hace carne; conjugan arrepentimiento, perdón, reconciliación, sanación, y a través de ellas encuentran un descanso tanto el hijo cansado como el anciano padre.
Tal vez no valga la comparación de cosas mundanas, como son todas las de la política, con este relato del Evangelio y la obra del maestro del tenebrismo.
Pero debo decir que sí hallé esa ‘mano izquierda’ entre los mortales: David Ross, el mejor fotógrafo de personalidades del mundo, presenta retratos de gobernantes mostrando la mejor expresión de su rostro —como sólo un profesional y talentoso artista de la lente como él puede lograr—, con una mano derecha ligeramente empuñada, símbolo de firmeza en el mando, y con una izquierda extendida, como señal de apertura, de voluntad conciliadora y de suavidad al ejercer esa autoridad.
Una ‘mano izquierda’ que el PRI no ha mostrado hasta ahora.

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