El Partido Revolucionario Institucional (PRI) se revuelve entre arenas movedizas por la soberbia de algunos cuantos.
José Ureña / primercirculo@hotmail.com
No ha sabido digerir ni las encuestas a favor ni los cambios obligados en su cúpula.
Su dirigente Humberto Moreira debió abandonar la presidencia tras una inclemente campaña desarrollada desde el poder y a los improvisados relevos los encontró la urgencia de postular candidatos acá y acullá sin método ni carrera ni justicia.
Moreira no agradaba a menudo por su estilo bronco, dicharachero, de confrontación.
Pero de operación política sabía.
Escogía al mejor posicionado en las encuestas, hablaba con los demás aspirantes a determinada postulación, los convencía, negociaba con todos los seguidores de los no favorecidos, repartía cargos y al final las cosas se le acomodaban para la victoria.
Para las cinco victorias, porque bajo su mando se sucedieron Estado de México, Nayarit, Coahuila, Michoacán, Hidalgo.
Hoy esa lógica no es la constante.
En muchos casos van algunos predilectos, no quienes gozan de mejor imagen, más puntos positivos y menos negativos.
Tal vez el mejor ejemplo sea Morelos.
Todas las encuestas colocan en la punta —no por mucho, pero punta al fin— al alcalde con licencia de Cuernavaca, Manuel Martínez Guirrigós.
Pero el PRI le tuvo miedo a un empresario sancionado por Martínez Garrigós por dar mal servicio de limpia al municipio y lo bajó con el pretexto de tener muchos rechazos.
Con Amado Orihuela reduce las posibilidades de recuperar Morelos.
TABASCO
Me lo contaron los propios actores: Humberto Moreira tenía muy definidos los planes para Tabasco y para Chiapas.
En Tabasco planteaba el lanzamiento de Humberto Mayans al gobierno del estado, vía el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), no tanto por la popularidad del ex secretario de Gobierno, sino para romper la columna vertebral del perredismo.
—Es la manera de desarmar el activismo de sus cuñados Rosalinda y Adán Augusto López Hernández —decía en referencia a dos de los perredistas más populares.
Muchos de sus simpatizantes dejarán al PRD y se irán con el PRI, argumentaba.
El escenario lo redondeaba así: Luis Felipe Graham al Centro, Jesús Alí al Senado y tal vez Nicolás Bellizzia en segunda fórmula.
Para los demás tejía diputaciones federales y locales, alcaldías, regidurías.
Ido Moreira, durante semanas se manoseó el proceso y al final se optó por Alí para el gobierno estatal, Graham para el Centro y Mayans para el Senado como candidato externo.
Se cambió radicalmente el escenario y como consecuencia las tendencias y las rebeliones internas no resultan favorables para el priismo.
CHIAPAS
De Chiapas Humberto Moreira tenía un panorama distinto al de la dirigencia actual del PRI.
—El riesgo es que se vaya María Elena Orantes. Nos haría mucho daño —dijo a miembros de su comité.
Trabajaba en la siguiente línea:
—El convenio con el Verde debe cumplirse con nuestro apoyo a Manuel Velasco, un fenómeno de popularidad. A María Elena le ofreceré una píldora que no me rechazará. La incorporaré al Comité Ejecutivo Nacional en labores específicas, la acercaré al candidato Enrique Peña Nieto, tendrá futuro político con nosotros y el escenario estatal lo limpiaremos.
El plan incluía quitar del escenario al hijo del ex gobernador Roberto Albores, a Roberto Albores júnior, de quien tenía una fotografía con una pancarta y un letrero imperdonable:
“El PRI me da asco”.
Los priistas responsabilizan a Albores de las dos derrotas del partido, en 2000 con Sami David de candidato y en 2006 con José Antonio Aguilar Bodegas, por haber dinamitado desde dentro.
Contra toda esa historia y esa lógica, Roberto Albores júnior es candidato al Senado y Orantes está prácticamente en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), donde seguramente tendrá mejor porvenir.
Estas divisiones aportadas como botón de muestra se reproducen en otras entidades y, multiplicadas, hacen impredecible un resultado electoral que se veía predecible.
El PRI no parece haber aprendido de 2000 y 2006 y tropieza con su misma miopía, con su misma soberbia.
Su dirigente Humberto Moreira debió abandonar la presidencia tras una inclemente campaña desarrollada desde el poder y a los improvisados relevos los encontró la urgencia de postular candidatos acá y acullá sin método ni carrera ni justicia.
Moreira no agradaba a menudo por su estilo bronco, dicharachero, de confrontación.
Pero de operación política sabía.
Escogía al mejor posicionado en las encuestas, hablaba con los demás aspirantes a determinada postulación, los convencía, negociaba con todos los seguidores de los no favorecidos, repartía cargos y al final las cosas se le acomodaban para la victoria.
Para las cinco victorias, porque bajo su mando se sucedieron Estado de México, Nayarit, Coahuila, Michoacán, Hidalgo.
Hoy esa lógica no es la constante.
En muchos casos van algunos predilectos, no quienes gozan de mejor imagen, más puntos positivos y menos negativos.
Tal vez el mejor ejemplo sea Morelos.
Todas las encuestas colocan en la punta —no por mucho, pero punta al fin— al alcalde con licencia de Cuernavaca, Manuel Martínez Guirrigós.
Pero el PRI le tuvo miedo a un empresario sancionado por Martínez Garrigós por dar mal servicio de limpia al municipio y lo bajó con el pretexto de tener muchos rechazos.
Con Amado Orihuela reduce las posibilidades de recuperar Morelos.
TABASCO
Me lo contaron los propios actores: Humberto Moreira tenía muy definidos los planes para Tabasco y para Chiapas.
En Tabasco planteaba el lanzamiento de Humberto Mayans al gobierno del estado, vía el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), no tanto por la popularidad del ex secretario de Gobierno, sino para romper la columna vertebral del perredismo.
—Es la manera de desarmar el activismo de sus cuñados Rosalinda y Adán Augusto López Hernández —decía en referencia a dos de los perredistas más populares.
Muchos de sus simpatizantes dejarán al PRD y se irán con el PRI, argumentaba.
El escenario lo redondeaba así: Luis Felipe Graham al Centro, Jesús Alí al Senado y tal vez Nicolás Bellizzia en segunda fórmula.
Para los demás tejía diputaciones federales y locales, alcaldías, regidurías.
Ido Moreira, durante semanas se manoseó el proceso y al final se optó por Alí para el gobierno estatal, Graham para el Centro y Mayans para el Senado como candidato externo.
Se cambió radicalmente el escenario y como consecuencia las tendencias y las rebeliones internas no resultan favorables para el priismo.
CHIAPAS
De Chiapas Humberto Moreira tenía un panorama distinto al de la dirigencia actual del PRI.
—El riesgo es que se vaya María Elena Orantes. Nos haría mucho daño —dijo a miembros de su comité.
Trabajaba en la siguiente línea:
—El convenio con el Verde debe cumplirse con nuestro apoyo a Manuel Velasco, un fenómeno de popularidad. A María Elena le ofreceré una píldora que no me rechazará. La incorporaré al Comité Ejecutivo Nacional en labores específicas, la acercaré al candidato Enrique Peña Nieto, tendrá futuro político con nosotros y el escenario estatal lo limpiaremos.
El plan incluía quitar del escenario al hijo del ex gobernador Roberto Albores, a Roberto Albores júnior, de quien tenía una fotografía con una pancarta y un letrero imperdonable:
“El PRI me da asco”.
Los priistas responsabilizan a Albores de las dos derrotas del partido, en 2000 con Sami David de candidato y en 2006 con José Antonio Aguilar Bodegas, por haber dinamitado desde dentro.
Contra toda esa historia y esa lógica, Roberto Albores júnior es candidato al Senado y Orantes está prácticamente en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), donde seguramente tendrá mejor porvenir.
Estas divisiones aportadas como botón de muestra se reproducen en otras entidades y, multiplicadas, hacen impredecible un resultado electoral que se veía predecible.
El PRI no parece haber aprendido de 2000 y 2006 y tropieza con su misma miopía, con su misma soberbia.
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