martes, 24 de enero de 2012

Cartas defeñas


Los perredistas monitorean con especial cuidado a Enrique Peña Nieto desde hace tres años. Siguen sorprendidos. Era y es espuma en las encuestas, por encima de Andrés López y Marcelo Ebrard, autodenominados adalides de los marginados y de la justicia. Símbolos de la nueva izquierda. José Ureña / primercirculo@hotmail.com

Ríos de dinero han dedicado desde el Gobierno del Distrito Federal (GDF) a oscuros programas sociales —hasta este jueves supimos cuántos viejitos recibirán la pensión en el nuevo año— con el fin de tener urnas rebosantes.
Les ha dado resultado.
Si 480 mil ancianos tienen asegurada una tarjeta con casi mil pesos mensuales, es de suponerse la correspondencia política: casi un millón de votos para las elecciones de julio.
No son suficientes para garantizar la retención del Distrito Federal, pero sin duda ayudarán mucho. Pero el tema es cómo nacionalizar una elección local.

REPARTO DE ELECTORES
Andrés López apuesta a repartirse el electorado.
Si como apuntaban los sondeos, la ciudadanía se polariza entre el centro y la derecha, la izquierda y él verán mermadas sus posibilidades de aspirar al poder federal.
Por lo tanto, son necesarios varios hechos:
En primer lugar, correr la propuesta lopezobradorista hacia el centro, donde hasta ahora domina el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Ya ha hecho esto el tabasqueño y cosecha beneficios con ascenso en las preferencias.
El segundo paso parece a punto: el triunfo de Josefina Vázquez Mota para jalar parte del voto moderado, el cual no se iría con un político tan chato como Ernesto Corde
ro.
Con una candidatura azul atractiva, el Partido Acción Nacional (PAN) volvería a la competencia y en esa lucha de tercios podría aparecer la ansiada Presidencia de la República para El Peje.
Si en su último esfuerzo Los Pinos no impone a Cordero, los estrategas del tabasqueño —con Manuel Camacho al frente— se pondrán de plácemes y empezarán a soñar como lo hicieron en 2006, con llevar a López a dormir en las habitaciones usadas por Benito Juárez en Palacio Nacional.
Conseguido este objetivo vendrá otro en apariencia más sencillo.

FRAGILIDAD DE PAREDES
La candidatura demoscópica de Miguel Mancera en el Distrito Federal reforzó la estrategia de Manuel Camacho.
Mostró a una Beatriz Paredes sin cimientos, con piernas de papel.
—Ya empezó a desplomarse —celebró Camacho.
Aportó la encuesta simulada, dirigida desde el GDF de Marcelo Ebrard, pero no fue el primer golpe.
Este provino del PAN con la candidatura de Isabel Miranda de Wallace, cuyo historial de luchadora social incrementó de inmediato entre ocho y diez puntos para el partido de Felipe Calderón.
¿A quién robaron esa intención del voto? Al PRI, a Beatriz Paredes. El efecto, presagian los consultores perredistas, será colateral: con Paredes también se derrumbará la popularidad de Enrique Peña Nieto.
Ese es el plan: mostrar nacionalmente la caída del candidato presidencial priista para quitarle su aureola de invencible y apearlo de las preferencias.
La capital de la república, repite Camacho en las reuniones a puerta cerrada, es caja de resonancia por sus repercusiones mediáticas y capitalizarla es prioridad.
En provincia se darán cuenta de cómo se caen el PRI, Peña Nieto y Paredes y el electorado del resto del país actuará en consecuencia.
La percepción es la clave, insiste Camacho a los dirigentes de los tres partidos de su alianza, y van por el mejor de los caminos.
¿Ya entendió cómo se nacionaliza una elección local?

No hay comentarios:

Publicar un comentario