La caída de Humberto Moreira del PRI nacional derrumbó las aspiraciones de
su tocayo para agenciarse la candidadura
al gobierno de Tabasco
“¡Hola, soy Humberto…!”. —¡Ah, también yo…! Así pudo haber sido el encuentro entre Humberto Moreira Valdés y Humberto Mayans Canabal antes de que la realidad tocara al ex gobernador de Coahuila.
El propio aspirante a gobernador de Tabasco se encargó de divulgar la visita que hizo al presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI a propósito de su plan para restablecer la relación que estatutariamente perdió al afiliarse al PRD al inicio del siglo.
Todavía el ruido mediático sobre el encuentro se escuchaba cuando el jueves 1 del último mes, Enrique Peña Nieto dejó a Moreira Valdés libre para decidir si seguía al frente o deponía a la presidencia por la acusación del gobierno federal de endeudar por más de 36 mil millones de pesos a su tierra natal.
La sugerencia del aventajado precandidato presidencial priista se dio en el marco de la toma de posesión de Rubén Moreira Valdés, hermano de Humberto, como heredero del gobierno coahuilense.
Y un día después, el viernes 2, ante el Consejo Político Nacional el controvertido dirigente renunció al cargo por el que fue electo hasta 2015 a pesar de los triunfos electorales obtenidos en procesos estatales bajo su responsabilidad.
Y entonces, el gozo se fue al pozo: Humberto, el tabasqueño, perdió al interlocutor que en su única visita a Tabasco como líder nacional priista había confiado al reportero que el método que utilizaría su partido para elegir a su candidato a gobernador sería similar al utilizado en el Estado de México en la sucesión de Enrique Peña Nieto: la candidatura de unidad.
Con ese mecanismo estatutario, el menos indicado para ganar era el ex secretario de Gobierno. Así lo entendió y a partir de ese momento intensificó su guerra mediática con reuniones y declaraciones en público que pretendían omitir el temporal desistimiento a su aspiración bajo un enunciado encriptado como el ya popular “intereses mezquinos decisorios…”
Pero si Mayans Canabal se reservó los nombres de quienes se oponen supuestamente a su aspiración, el gobierno federal no se ha se limitado en nada para inhibir la grandilocuencia de Moreira Valdés.
Y el resultado se conoció este viernes cuando Humberto, el coahuilense, renunció a la dirigencia para dar paso a un interinato que podría cubrir el senador Pedro Joaquín Coldwell.
El propio aspirante a gobernador de Tabasco se encargó de divulgar la visita que hizo al presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI a propósito de su plan para restablecer la relación que estatutariamente perdió al afiliarse al PRD al inicio del siglo.
Todavía el ruido mediático sobre el encuentro se escuchaba cuando el jueves 1 del último mes, Enrique Peña Nieto dejó a Moreira Valdés libre para decidir si seguía al frente o deponía a la presidencia por la acusación del gobierno federal de endeudar por más de 36 mil millones de pesos a su tierra natal.
La sugerencia del aventajado precandidato presidencial priista se dio en el marco de la toma de posesión de Rubén Moreira Valdés, hermano de Humberto, como heredero del gobierno coahuilense.
Y un día después, el viernes 2, ante el Consejo Político Nacional el controvertido dirigente renunció al cargo por el que fue electo hasta 2015 a pesar de los triunfos electorales obtenidos en procesos estatales bajo su responsabilidad.
Y entonces, el gozo se fue al pozo: Humberto, el tabasqueño, perdió al interlocutor que en su única visita a Tabasco como líder nacional priista había confiado al reportero que el método que utilizaría su partido para elegir a su candidato a gobernador sería similar al utilizado en el Estado de México en la sucesión de Enrique Peña Nieto: la candidatura de unidad.
Con ese mecanismo estatutario, el menos indicado para ganar era el ex secretario de Gobierno. Así lo entendió y a partir de ese momento intensificó su guerra mediática con reuniones y declaraciones en público que pretendían omitir el temporal desistimiento a su aspiración bajo un enunciado encriptado como el ya popular “intereses mezquinos decisorios…”
Pero si Mayans Canabal se reservó los nombres de quienes se oponen supuestamente a su aspiración, el gobierno federal no se ha se limitado en nada para inhibir la grandilocuencia de Moreira Valdés.
Y el resultado se conoció este viernes cuando Humberto, el coahuilense, renunció a la dirigencia para dar paso a un interinato que podría cubrir el senador Pedro Joaquín Coldwell.
Engaños
La mayor parte del tiempo que estuvo el frente de la Secretaría de Gobierno como parte del gabinete estatal del gobernador Andrés Granier Melo, Humberto Mayans Canabal mantuvo su animadversión a los medios de comunicación locales. No obstante, esa actitud desapareció este año para posicionarse en el ánimo de los priistas.
Así fue confesando vicisitudes de su carrera política. Un tiempo plagado de desengaños tras incursionar en la administración pública y que, al mismo tiempo, hablan de su inconsistencia emocional.
En 1982, por ejemplo, el gobernador electo Enrique González Pedrero lo invitó a integrar su gabinete como secretario de Comunicaciones Asentamientos Humanos y Obras Públicas —que con el tiempo se convertiría en Secretaría de Asentamientos y Obras Públicas— y no en la institución de cultura que él anhelaba.
Primer fracaso emocional.
Después de integrar el gabinete estatal de González Pedrero fue electo líder estatal del PRI para reordenar la campaña del candidato Salvador José Neme Castillo, un mes antes de la elección del 9 de noviembre de 1988. De esa manera contribuyó a endilgar la primera derrota político-electoral a Andrés Manuel López Obrador.
Al transcurrir los años, en el régimen sustituto de Manuel Gurría Ordóñez tuvo un paso fugaz por la Secretaría de Desarrollo y, luego de ser senador y diputado federal por el PRI, en 2000 renunció a esa militancia para empezar su conversión a la Izquierda tabasqueña que años atrás había combatido.
Tras coordinar las campañas a gobernador de César Raúl Ojeda Zubieta —la ordinaria de 2000 y la extraordinaria de 2001—, y posterior al fracaso electoral de quien en ese entonces era su amigo, pasó a ser delegado del CEN del PRD en Chiapas. Ahí se hizo asesor del gobernador de coalición Pablo Salazar Mendiguchía, quien hoy está como interno en una cárcel chiapaneca.
Pero insistía en cumplir sus sueños. La oportunidad se le presentó en 2006 cuando fue invitado por su amigo “casi hermano” Granier Melo a sumarse a su campaña por obtener, primero, la candidatura del PRI y, luego, ganar la elección de gobernador del 18 de octubre de 2006.
Al triunfo electoral priista —según narró, en su momento, a su confesor de confianza Jesús Antonio Sibilla Oropesa—, creyó que a partir del 1 de enero de 2007 sería el secretario de Administración y Finanzas de la nueva administración estatal.
Otra mala percepción política. El gobernador Granier Melo desoyó su aspiración y lo nombró secretario de Gobierno, cargo al que renunciaría durante el primer semestre de este año.
Un tercer fracaso no afectó sus ilusiones pero sí evidenció el carácter irascible que, dicen, lo caracteriza —propios y extraños sostienen que raya en lo bipolar— pero sobre todo desacreditó la ínfula de estadista que ordinariamente le dan sus corifeos.
Ese fue el caso de Cristóbal Álvarez Brown, quien después de ser cesado de manera fulminante por el secretario de Gobierno, recibió de la Procuraduría General de la República la absolución a la querella interpuesta por el PRD por, según la denuncia, almacenar y distribuir despensas del Fonden en abierta campaña política partidista.
A tal “estadista” es al que ahora Evaristo Hernández Cruz no sólo cuestiona sino que califica de traidor al PRI.
Aunque sea tocayo de Humberto Moreira Valdés, el coahuilense caído en el infortunio.
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