La efervescencia política augura una lucha muy pareja por la gubernatura de Tabasco, con variables inéditas en juego como la homologación y la redistritación
La elección de gobernador toca la puerta. A partir del viernes 25, la suerte del órgano electoral y de los partidos y actores políticos estará en la ciudadanía que salga o se quede sin votar por la hegemonía del PRI o por la alternancia en el Poder Ejecutivo estatal.
Serán siete meses y cinco días de espera para la jornada electoral del 1 de julio de 2012. Fecha emblemática por la concurrencia de la elección federal con la estatal desde la reforma política de 1977 del gobernador Mario Trujillo García. Y por la redistritación electoral por población y no territorial vigente hasta 2009.
Otra prueba en una elección presidencial consecutiva con un tabasqueño repitiendo como candidato: Andrés Manuel López Obrador.
Precisamente ese ingrediente inocula incertidumbre entre la población. Y partidos y actores políticos apoyan sus expectativas en el llamado efecto López Obrador que, en la experiencia de 2006, derrotó en las urnas a su paisano Roberto Madrazo Pintado, quien 12 años atrás lo había vencido en la controvertida elección de gobernador de 1994.
Para la presidencial vuelve la apuesta por el efecto electoral pero con el PRI llevando a un candidato si no desconocido sí extraño para la población electoral de Tabasco: Enrique Peña Nieto o Manlio Fabio Beltrones Rivera.
¿Si López Obrador le ganó a Roberto Madrazo cómo no va a derrotar a un desconocido?, especulan en las filas del PRD, la organización que se perfila para encabezar la alianza electoral con los partidos del Trabajo y Movimiento Ciudadano.
A esa conjetura responde la cúpula del Revolucionario Institucional apelando a la unidad de ese partido en torno a la inminente postulación del ex gobernador del Estado de México: “Son otras las circunstancias”, dicen mientras confirman su coalición electoral con el PVEM y Panal.
La otra opción electoral será la que presente el Partido Acción Nacional (PAN) que en la perspectiva a gobernador tiene a dos prospectos: Milton Lastra Valencia y Gerardo Priego Tapia.
En medio de la disputa adelantada a través de los medios de comunicación, emergen los cuestionamientos al órgano electoral presidido por el consejero ciudadano Alfonso Castillo Suárez.
Pero además de las críticas por sus resoluciones a las controversias internas o promovidas por los representantes partidistas contra funcionarios de la misma institución —que recién cumplió 20 años de su fundación— y diversos actores políticos por presuntos actos anticipados de campaña, se añade las referidas a la ejecución del presupuesto de alrededor de 50 millones de pesos.
Y también por la solicitud verbal no oficial del consejero presidente al Congreso estatal para una ampliación presupuestal o el adelanto de 20 millones de pesos del recurso destinado para organizar la contienda en que además de gobernador, se renovarán los 17 ayuntamientos municipales y el Congreso estatal.
La imparcialidad, transparencia, equidad y la capacidad de los siete consejeros ciudadanos son temas de discusión en los chocotorreos de la entidad. Lo mismo en Tenosique que en Huimanguillo o en Tacotalpa que en Centla; en cada uno de los municipios la efervescencia es igual o más que la registrada en el municipio de Centro, sede de la capital Villahermosa y de los tres poderes del estado.
Al igual que los aspirantes a regidores y diputados locales, la elección de gobernadores será nueva pero con candidatos viejos en su mayoría.
Constitucionalmente, el Consejo Estatal Electoral se instalará el próximo viernes 25. Para ese día ya Castillo Suárez habrá informado cómo quedará la redistritación ordenada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación tras la controversia promovida los diputados del PRD y PAN, Adán Augusto López Hernández y José Antonio de la Vega Asmitia, en diciembre de 2009.
Así es que la elección 2012 ya no es futuro.
La ruptura
Antes de 1988, Tabasco salía a votar cada tres o cada seis años bajo el estigma del porfiriato que ese año recordó López Obrador: “Si el PRI postulaba una vaca, ganaba”. Fue el aliento de la aún incipiente renovación ciudadana con la ruptura de la familia priista.
Sin embargo, la verdadera descomposición de la clase política empezó cuando el mismo López Obrador renunció a la presidencia estatal del Revolucionario Institucional, un 16 de agosto de 1983, es decir hace 28 años ya.
Dos años después, en 1985, ese desencuentro lo confirmaría la “democracia de carne y hueso” que impulsó el entonces gobernador Enrique González Pedrero para seleccionar a los candidatos a presidentes municipales y diputados locales.
En efecto, el resentimiento no trascendió pero sembró la semilla de la oposición que enfrentaría en la contienda de gobernador a Salvador José Neme Castillo en 1988.
Distanciado del PRI, López Obrador no fue el primer tránsfuga de ese partido sino Darvin González Ballina que se sumó a su candidatura a gobernador por el Frente Democrático Nacional no sólo siendo diputado federal sino como el principal beneficiado de la consulta a la base de González Pedrero.
A partir de ese desgajamiento, “las vacas” empezaron a naufragar como si el despertar de la conciencia ciudadana fuera la creciente que desborda los ríos como ancestralmente ocurre y como desde 1999 y 2007 impacta con mayor severidad en la población de Tabasco.
Es cierto, en el hato de los principales partidos políticos todavía “hay vacas” que mugen por una candidatura.
El encuentro
Si en 1988 López Obrador, como chofer y candidato del vochito blanco o del automóvil azul —que sería bautizado como “El Democrático”—, hacía campaña pero a la vez buscaba candidatos que se sumaran a la oposición, con los años esa incertidumbre empezó a desaparecer.
Contra el pronóstico del gobernador Neme Castillo, el candidato perdedor de la elección de 1988 no se fue de Tabasco sino que se quedó a fundar, el 5 de mayo de 1989, la filial local del Partido de la Revolución Democrática (PRD) ya con priistas conversos en oposición.
Todavía en 1994, Arturo Núñez Jiménez, César Raúl Ojeda Zubieta, Pedro Jiménez León, Manuel Ordóñez Galán, Óscar Cantón Zetina y otros miembros distinguidos de la familia priista defendieron con todo el cuestionado triunfo de Roberto Madrazo Pintado en la elección de gobernador de ese año.
Por eso, parafraseando la consigna popular nacida tras la masacre de estudiantes del 2 de octubre, fundadores del PRD esgrimen ahora el “19 de enero de 1995 no se olvida”, en recuerdo de la fecha del violento desalojo de las inmediaciones de Palacio de Gobierno que la fuerza pública y priistas hizo para que Roberto Madrazo Pintado asumiera la titularidad del Poder Ejecutivo estatal.
Y también la elección de 2000 cuando después de su anulación en diciembre de ese año, Adán Augusto López Hernández apareció como la opción del interinato después de coordinar la campaña de Manuel Andrade Díaz.
Para esa fecha, Ojeda Zubieta ya era un aliado de López Obrador como ahora lo son Núñez Jiménez, Cantón Zetina y otros con un pasado borrascoso en las filas del PRI.
Así es: no se han ido. Siguen mugiendo pero en otro corral. Y esperan hacerlo en 2012.
Serán siete meses y cinco días de espera para la jornada electoral del 1 de julio de 2012. Fecha emblemática por la concurrencia de la elección federal con la estatal desde la reforma política de 1977 del gobernador Mario Trujillo García. Y por la redistritación electoral por población y no territorial vigente hasta 2009.
Otra prueba en una elección presidencial consecutiva con un tabasqueño repitiendo como candidato: Andrés Manuel López Obrador.
Precisamente ese ingrediente inocula incertidumbre entre la población. Y partidos y actores políticos apoyan sus expectativas en el llamado efecto López Obrador que, en la experiencia de 2006, derrotó en las urnas a su paisano Roberto Madrazo Pintado, quien 12 años atrás lo había vencido en la controvertida elección de gobernador de 1994.
Para la presidencial vuelve la apuesta por el efecto electoral pero con el PRI llevando a un candidato si no desconocido sí extraño para la población electoral de Tabasco: Enrique Peña Nieto o Manlio Fabio Beltrones Rivera.
¿Si López Obrador le ganó a Roberto Madrazo cómo no va a derrotar a un desconocido?, especulan en las filas del PRD, la organización que se perfila para encabezar la alianza electoral con los partidos del Trabajo y Movimiento Ciudadano.
A esa conjetura responde la cúpula del Revolucionario Institucional apelando a la unidad de ese partido en torno a la inminente postulación del ex gobernador del Estado de México: “Son otras las circunstancias”, dicen mientras confirman su coalición electoral con el PVEM y Panal.
La otra opción electoral será la que presente el Partido Acción Nacional (PAN) que en la perspectiva a gobernador tiene a dos prospectos: Milton Lastra Valencia y Gerardo Priego Tapia.
En medio de la disputa adelantada a través de los medios de comunicación, emergen los cuestionamientos al órgano electoral presidido por el consejero ciudadano Alfonso Castillo Suárez.
Pero además de las críticas por sus resoluciones a las controversias internas o promovidas por los representantes partidistas contra funcionarios de la misma institución —que recién cumplió 20 años de su fundación— y diversos actores políticos por presuntos actos anticipados de campaña, se añade las referidas a la ejecución del presupuesto de alrededor de 50 millones de pesos.
Y también por la solicitud verbal no oficial del consejero presidente al Congreso estatal para una ampliación presupuestal o el adelanto de 20 millones de pesos del recurso destinado para organizar la contienda en que además de gobernador, se renovarán los 17 ayuntamientos municipales y el Congreso estatal.
La imparcialidad, transparencia, equidad y la capacidad de los siete consejeros ciudadanos son temas de discusión en los chocotorreos de la entidad. Lo mismo en Tenosique que en Huimanguillo o en Tacotalpa que en Centla; en cada uno de los municipios la efervescencia es igual o más que la registrada en el municipio de Centro, sede de la capital Villahermosa y de los tres poderes del estado.
Al igual que los aspirantes a regidores y diputados locales, la elección de gobernadores será nueva pero con candidatos viejos en su mayoría.
Constitucionalmente, el Consejo Estatal Electoral se instalará el próximo viernes 25. Para ese día ya Castillo Suárez habrá informado cómo quedará la redistritación ordenada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación tras la controversia promovida los diputados del PRD y PAN, Adán Augusto López Hernández y José Antonio de la Vega Asmitia, en diciembre de 2009.
Así es que la elección 2012 ya no es futuro.
La ruptura
Antes de 1988, Tabasco salía a votar cada tres o cada seis años bajo el estigma del porfiriato que ese año recordó López Obrador: “Si el PRI postulaba una vaca, ganaba”. Fue el aliento de la aún incipiente renovación ciudadana con la ruptura de la familia priista.
Sin embargo, la verdadera descomposición de la clase política empezó cuando el mismo López Obrador renunció a la presidencia estatal del Revolucionario Institucional, un 16 de agosto de 1983, es decir hace 28 años ya.
Dos años después, en 1985, ese desencuentro lo confirmaría la “democracia de carne y hueso” que impulsó el entonces gobernador Enrique González Pedrero para seleccionar a los candidatos a presidentes municipales y diputados locales.
En efecto, el resentimiento no trascendió pero sembró la semilla de la oposición que enfrentaría en la contienda de gobernador a Salvador José Neme Castillo en 1988.
Distanciado del PRI, López Obrador no fue el primer tránsfuga de ese partido sino Darvin González Ballina que se sumó a su candidatura a gobernador por el Frente Democrático Nacional no sólo siendo diputado federal sino como el principal beneficiado de la consulta a la base de González Pedrero.
A partir de ese desgajamiento, “las vacas” empezaron a naufragar como si el despertar de la conciencia ciudadana fuera la creciente que desborda los ríos como ancestralmente ocurre y como desde 1999 y 2007 impacta con mayor severidad en la población de Tabasco.
Es cierto, en el hato de los principales partidos políticos todavía “hay vacas” que mugen por una candidatura.
El encuentro
Si en 1988 López Obrador, como chofer y candidato del vochito blanco o del automóvil azul —que sería bautizado como “El Democrático”—, hacía campaña pero a la vez buscaba candidatos que se sumaran a la oposición, con los años esa incertidumbre empezó a desaparecer.
Contra el pronóstico del gobernador Neme Castillo, el candidato perdedor de la elección de 1988 no se fue de Tabasco sino que se quedó a fundar, el 5 de mayo de 1989, la filial local del Partido de la Revolución Democrática (PRD) ya con priistas conversos en oposición.
Todavía en 1994, Arturo Núñez Jiménez, César Raúl Ojeda Zubieta, Pedro Jiménez León, Manuel Ordóñez Galán, Óscar Cantón Zetina y otros miembros distinguidos de la familia priista defendieron con todo el cuestionado triunfo de Roberto Madrazo Pintado en la elección de gobernador de ese año.
Por eso, parafraseando la consigna popular nacida tras la masacre de estudiantes del 2 de octubre, fundadores del PRD esgrimen ahora el “19 de enero de 1995 no se olvida”, en recuerdo de la fecha del violento desalojo de las inmediaciones de Palacio de Gobierno que la fuerza pública y priistas hizo para que Roberto Madrazo Pintado asumiera la titularidad del Poder Ejecutivo estatal.
Y también la elección de 2000 cuando después de su anulación en diciembre de ese año, Adán Augusto López Hernández apareció como la opción del interinato después de coordinar la campaña de Manuel Andrade Díaz.
Para esa fecha, Ojeda Zubieta ya era un aliado de López Obrador como ahora lo son Núñez Jiménez, Cantón Zetina y otros con un pasado borrascoso en las filas del PRI.
Así es: no se han ido. Siguen mugiendo pero en otro corral. Y esperan hacerlo en 2012.
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