Confirmado: Andrés Manuel López Obrador irá por las izquierdas, por la Presidencia de la República; su aparición en los medios ofrece nuevo formato para remontar la popularidad de Enrique Peña Nieto y el poder institucional que representa Acción Nacional, en la titularidad del Poder Ejecutivo, desde donde se mueven muchos hilos.
Hay trabajo de forma; mejoraron imagen pública con trajes sobrios, elegantes y formales, más una nueva actitud; se le aprecia conciliador, sonriente, mesurado, con un tono de voz suave y un mensaje plagado de ideas pacifistas, armónicas y hasta moralistas.
Se ofrece como el remedio eficaz contra la violencia y las condiciones de incertidumbre que prevalecen en el país —su beligerancia no funcionó en el pasado— por granjearse la confianza social, en un proyecto político por el cual ha trabajado por cinco años, a lo largo y ancho del país.
Su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) ya cuenta con 40 mil comités y con el cual ha transitado un total de 250 mil kilómetros de carreteras. Ha visitado dos mil 038 municipios, incluidos los 418 municipios indígenas de Oaxaca. Presume estructura.
Tal organización ciudadana vigilará la legalidad del proceso electoral federal. Desconfía de las autoridades electorales y hoy sabemos lo fundada de su postura.
No hay trabajo de fondo; por querer ganar la carrera, el político tabasqueño pregonó un proyecto de nación duramente cuestionado porque no establece los “cómos” para lograrlo, ni tiene precedentes de que en algún lugar del continente nacional hayan desarrollado cuando menos uno de los 50 puntos de que consta.
Convencido que en el país se debe distribuir la riqueza nacional con justicia, para mejorar las condiciones de vida y trabajo. Propone la creación de 4 millones de empleos, por los cuales, según él, en 6 meses sacará a la milicia de las calles, tan luego se siente en la silla presidencial.
El ITAM refutó la viabilidad de dicha propuesta, dejándola como una postura populera, dirigida a convencer a los que menos tienen en el país, que constituyen esa mayoría que López Obrador requiere para obtener el triunfo presidencial.
La promesa del CAMBIO no cuaja; tienen al frente de un movimiento socialistas a uno de los representantes más emblemáticos del sistema capitalista que se ha negado a TRANSPARENTAR los recursos públicos que ha manejado en ejercicios institucionales, y los que ha dispuesto para desarrollar su actividad política como presidente legitimo.
Alguna vez dijo que la sociedad le daba 50 mil pesos al mes; seguro el presupuesto ya aumentó, pues no viaja solo el kilometraje que presume, no utiliza hoteles sin estrellas, ni viaja en el pollero, como estila la gente que menos tiene, y de algún modo sostiene todos los comités que conforman a MORENA.
Como sociedad debemos analizar la calidad de los discursos; ser conscientes que detrás de ellos hay especialistas que producen una oferta vendible a las mayorías; el sentido común debe operar a favor de nuestros intereses. No todo el país es ignorante y no debemos ser tratados así.
Sabemos que hasta ahora ningún estado o municipio manejado por el PRD o relacionados con el grupo MORENA se ha beneficiado con cualquiera de las acciones que conforman el sonado Proyecto de Nación y que amoroso o no, el Peje debió darle más inteligencia a su presencia. ¿O no?
Se ofrece como el remedio eficaz contra la violencia y las condiciones de incertidumbre que prevalecen en el país —su beligerancia no funcionó en el pasado— por granjearse la confianza social, en un proyecto político por el cual ha trabajado por cinco años, a lo largo y ancho del país.
Su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) ya cuenta con 40 mil comités y con el cual ha transitado un total de 250 mil kilómetros de carreteras. Ha visitado dos mil 038 municipios, incluidos los 418 municipios indígenas de Oaxaca. Presume estructura.
Tal organización ciudadana vigilará la legalidad del proceso electoral federal. Desconfía de las autoridades electorales y hoy sabemos lo fundada de su postura.
No hay trabajo de fondo; por querer ganar la carrera, el político tabasqueño pregonó un proyecto de nación duramente cuestionado porque no establece los “cómos” para lograrlo, ni tiene precedentes de que en algún lugar del continente nacional hayan desarrollado cuando menos uno de los 50 puntos de que consta.
Convencido que en el país se debe distribuir la riqueza nacional con justicia, para mejorar las condiciones de vida y trabajo. Propone la creación de 4 millones de empleos, por los cuales, según él, en 6 meses sacará a la milicia de las calles, tan luego se siente en la silla presidencial.
El ITAM refutó la viabilidad de dicha propuesta, dejándola como una postura populera, dirigida a convencer a los que menos tienen en el país, que constituyen esa mayoría que López Obrador requiere para obtener el triunfo presidencial.
La promesa del CAMBIO no cuaja; tienen al frente de un movimiento socialistas a uno de los representantes más emblemáticos del sistema capitalista que se ha negado a TRANSPARENTAR los recursos públicos que ha manejado en ejercicios institucionales, y los que ha dispuesto para desarrollar su actividad política como presidente legitimo.
Alguna vez dijo que la sociedad le daba 50 mil pesos al mes; seguro el presupuesto ya aumentó, pues no viaja solo el kilometraje que presume, no utiliza hoteles sin estrellas, ni viaja en el pollero, como estila la gente que menos tiene, y de algún modo sostiene todos los comités que conforman a MORENA.
Como sociedad debemos analizar la calidad de los discursos; ser conscientes que detrás de ellos hay especialistas que producen una oferta vendible a las mayorías; el sentido común debe operar a favor de nuestros intereses. No todo el país es ignorante y no debemos ser tratados así.
Sabemos que hasta ahora ningún estado o municipio manejado por el PRD o relacionados con el grupo MORENA se ha beneficiado con cualquiera de las acciones que conforman el sonado Proyecto de Nación y que amoroso o no, el Peje debió darle más inteligencia a su presencia. ¿O no?
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