martes, 29 de noviembre de 2011

¡Arrancan…!


Este proceso para elegir al gobernador de Tabasco para el período 2013-2018 tiene como común denominador que todos los que aspiran —sean priistas, perredistas y panistas— surgieron del Partido Revolucionario Institucional.

La única aspirante no priista auténtica, opositora de origen, perredista nata, era Rosalinda López Hernández, quien recién declinó para sumar sus activos al de su hermano, el ex priista Adán Augusto López Hernández.
No hay un solo aspirante a la gubernatura, uno solo que no haya pasado por el PRI, sea por puestos de dirigencia, sea como candidato a otros cargos de elección popular, o sea como funcionario de regímenes emanados del tricolor.
Todos tienen un pasado priista. Se formaron en sus filas y llevan en su sangre los genes priistas, así estén ahora en el PRD o en el PAN, o aun cuando se hayan ido y regresado al partido que les dio oportunidad de iniciarse en política.
Todos traen esa pasión por la política que aprendieron en el PRI: las buenas y las malas artes de este oficio. Saben ser institucionales pero también rebelarse a quien los creó. Fueron leales a la ‘línea’ y tienen el antídoto para evitarla.
Estos priistas y ex priistas son respetuosos del estado del Derecho, pero también conocen todas las lagunas, recovecos y argucias para burlar la ley. Y todos dicen que anteponen el interés superior al particular, pero nadie da su brazo a torcer.
Los conozco a todos; a unos más que a otros. Puedo decir que la mayoría poseen cualidades humanas, pero también sé de qué pie cojean.
Priistas fueron los dos que aspiran a la gubernatura por el PAN: Milton Lastra Valencia —todos lo sabemos— fue alcalde y diputado priista por Balancán.
Y Gerardo Priego Tapia tal vez pueda decir que nunca se afilió al tricolor, pero antes de vestir los colores blanco y azul se inició en la administración de Roberto Madrazo Pintado, como secretario Ejecutivo de Gubernatura. Y Madrazo no admitía medias tintas en sus colaboradores.
En el PRD, Arturo Núñez Jiménez es un caso excepcional del ser priista: su formación, su trayectoria administrativa y partidista; vamos, hasta sus amistades, las hizo en el PRI.
Óscar Cantón Zetina tiene una amplísima carrera legislativa que inició y forjó en el PRI.
Y Adán López Hernández —a diferencia de Rosalinda, cero PRI, cero cargos administrativos— fue subsecretario de Gobierno en la administración priista de Manuel Gurría Ordóñez y fue secretario general del PRI estatal en la primera campaña de Manuel Andrade Díaz.
Y en el PRI —voy a citar a Jesús Alí, Candita Gil, Luis Felipe Graham, Evaristo Hernández, Francisco Herrera, Humberto Mayans, Florizel Medina y Georgina Trujillo, ni uno más vale la pena— ninguno tiene más experiencia o talento que otros.
Quien presuma tener más cualidades o merecimientos que los demás, miente. Y quien pretenda reconocérselos públicamente podría resultar más tonto que a los que pretenda engañar.
Cualquiera de los que hoy aspiran tiene, por ejemplo, más experiencia administrativa que la que tuvieron al momento de ser nominados personajes como Enrique González Pedrero —su currículum era impresionante, pero como académico e intelectual, no político—, o Manuel Andrade Díaz (sólo había sido diputado local, dirigente partidista y líder juvenil).
El gobernador que llegó tras haber escalado la posición más alta fue Leandro Rovirosa; fue secretario de Recursos Hidráulicos en el régimen de Luis Echeverría. El otro, tal vez fue Salvador Neme Castillo, líder del Senado al inicio del periodo de Carlos Salinas.
Así que nadie puede presumir de trayectorias o que es más que otro. Tal vez hayan tenido mejores oportunidades —como ocupar cargos nacionales, en el caso de Núñez—, pero cada uno tiene lo suyo.
Y en la tarea de gobernar —que es a lo que ahora aspiran—, el paso por una alcaldía puede servir de más experiencia que el más alto cargo legislativo o burocrático.
A ver si al momento de que se postulen candidatos en sus partidos, o a la hora de que se hagan públicos los resultados de la elección del 1° de julio de 2012, se hace realidad esa aseveración de Andrade, de que “los priistas —incluyendo a los ‘ex’—, independientemente de todo, tenemos oficio político para resolver nuestras cosas”. Eso es lo que esperamos.

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