martes, 15 de noviembre de 2011

Aprendiendo a convivir con el agua


La semana pasada el director de Conagua, José Luis Luege Tamargo, declaró que Tabasco se iba a inundar muchas veces más, a lo que el gobernador Andrés Granier Melo replicó: “eso no lo vamos a aceptar”. En mi particular punto de vista, el asunto no es de aceptar o no, sino de reconocer nuestra realidad geográfica e hidrológica, y que vivimos en un estado susceptible de inundarse en un 80 por ciento.

Tabasco detenta en condiciones normales el 33% del agua dulce del país, con el sistema hidrológico más complejo y río más caudaloso del país (el Usumacinta vierte al mar 1,500 metros cúbicos por segundo) nuestra región es a nivel nacional, donde se registran las mayores precipitaciones pluviales (Teapa está considerado como el municipio donde más llueve en el país).
Desde siempre se ha tenido conocimiento de la condición hidrológica de Tabasco. Henry Badform en su libro La Historia de México (pág.76) manifiesta citando a Bernal Díaz Del Castillo en su Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España: “…en su camino hacia Guatemala los españoles en Tabasco cruzaron cincuenta ríos”, puede que no los hayan contado (sin-cuenta) pero se les hicieron muchos, o será porque en España, con el respeto que me merecen el Ebro, el Duero y el Guadalquivir, a cualquier agua corriente le llaman río.
Pero lo cierto es que Tabasco es la Mesopotamia de América, y por sus características es imperativo para los habitantes de esta planicie aprender a convivir con el agua y a sacarle mejor provecho. El agua es una bendición, es un recurso renovable, pero escaso en muchas regiones (en este momento los estados de Zacatecas, Durango, Coahuila y Sonora sufren una de las peores sequías en muchos años).
A los tabasqueños —sin defender a Luege— tenemos que hablarles con la verdad, conminarlos a que no construyan en zonas bajas ni en las márgenes de los ríos, prohibir los asentamientos en estas zonas y responsabilizar tanto a constructores como a las autoridades que otorguen permisos para construir en ellas, y en las comunidades donde sea necesario hacerlo adoptar el sistema de palafitos (programa que la Secretaría de Desarrollo Social va a poner en marcha en Tabasco).
En fin, prepararnos con anticipación para recibir las temporadas de lluvia con tranquilidad y no con estoicismo. Al mismo tiempo se deben continuar las obras de infraestructura hidráulica que sirvan para atemperar el impacto de las inundaciones, que le den seguridad y tranquilidad a los habitantes de la planicie tabasqueña, y coordinarse con los estados vecinos como el de Chiapas para implementar programas de reforestación de las cuencas y ayuden a evitar la erosión y atemperar el calentamiento global.

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