Doce años después, los priistas mexicanos volverán a elegir con su voto libre, secreto y directo a su candidato presidencial.
En 1999, el PRI experimentó por primera vez en su historia una contienda interna de selección de su abanderado a la Presidencia de la República.
El paisano Roberto Madrazo Pintado y Francisco Labastida Ochoa se enfrentaron en una batalla electoral que movió a unos 10 millones de personas que concurrieron a 68 mil casillas.
Ganó el sinaloense y nadie dudó que hubo dados cargados a su favor. Lo corroboró la elección constitucional de 2000 en que el PRI fue echado de Los Pinos.
Fue la primera vez en ocho décadas en que los resultados oficiales lo ubicaron como perdedor de una elección presidencial.
Ahora sucede algo extraño en la vida de este partido, pues recurre a un proceso democrático para elegir a su candidato a dirigir los destinos del país a partir del 1 de diciembre de 2012, cuando propios y extraños saben quién será su candidato.
Y eso que el PRI no tiene ahora a un primer priista que desde Los Pinos le indique quién es el bueno.
Son los propios priistas los que han opinado a lo largo de meses recientes quién les gusta para ser su candidato a la primera magistratura del país.
Si hoy, o mañana, nos dicen que el candidato presidencial es el ex gobernador mexiquense Enrique Peña, todos dirán que era ‘bola cantada’.
Entonces, el método de elección abierta como medio para determinar quién será su candidato presidencial para la contienda electoral del 1° de julio 2012, determinado por el Consejo Político Nacional, saldría sobrando.
Máxime cuando el senador Manlio Fabio Beltrones al inicio de la cuarta sesión del CPN (8 de octubre) bajó del presidium y acudió a la primera fila a saludar y abrazar a Peña Nieto, lo que fue sellado con aplausos y gritos de “unidad, unidad, unidad” de los mil 294 consejeros políticos.
Raro, ¿no?, que si el clamor es la unidad, el priismo representado en ese CPN opte por dejar a sus militantes y simpatizantes la decisión de elegir al candidato presidencial.
La primera experiencia de consultarle a la militancia a quién querían de abanderado presidencial, en 1999, no hizo más que provocar una enorme fractura que, sumado a todos los males del viejo régimen, condujo al tricolor a perder la Presidencia de la República.
En Insurgentes Norte —allá en la capital del país— están convencidos que el método de selección y la propia consulta abierta fortalecerán la vida interna de este partido. Puede ser.
Según Beltrones, son “reglas parejas para todo aquel que busque la candidatura del PRI”.
Ahora bien, ¿cómo decirle a los priistas tabasqueños, que tienen por lo menos siete aspirantes, cómo deberán elegir a su candidato a gobernador?
¿Le negará el PRI a su militancia de Tabasco —o del Distrito Federal, de Chiapas, Guanajuato, Jalisco o Morelos, donde también se renovarán gobiernos estatales en 2012— la posibilidad de elegir directamente a su candidato a la gubernatura?
Si existen las condiciones para elegir en elección interna al abanderado presidencial, ¿por qué no hacer lo mismo con el candidato a gobernador?
Dice Beltrones Rivera que hay ‘reglas parejas’ para todo el que busque la nominación presidencial; ¿las habrá también para quienes han manifestado su deseo por ser candidato a la gubernatura?
¿Qué argumento podrá esgrimir la cúpula tricolor para negar este privilegio a sus militantes y simpatizantes? ¿Cómo justificaría que el candidato presidencial sí puede designarse en elección abierta, y el que buscará la gubernatura no?
¿Sería un doble gasto? Suena bien. ¿Y qué tal si los eligen el mismo día, con la mismas mesas receptoras de votos y funcionarios de casilla? Interesante, ¿no? Sólo imprimirían unas 300 mil, o 400 mil papeletas más.
No creo que los siete que aspiran se opongan a ir a una consulta abierta, sobre todo cuando todos dicen que son punteros en sus encuestas.
Georgina Trujillo declaró que “al son que me toquen bailo”. Evaristo Hernández se pronunció porque se elija en consulta a las bases. Luis Felipe Graham afirmó que “el método que el partido decida será bienvenido… no hay que tener temor a la decisión de la gente”.
Humberto Mayans no ha dicho que regresa al proceso interno priista, pero opinó que “si el método de consulta a las bases garantiza la unidad es bienvenido; si divide y enfrenta habría que buscar otro”. Y Florizel Medina asegura que ahora no es conveniente este procedimiento porque la confrontación que se daría puede debilitar al PRI.
En noviembre, el Consejo Político Estatal deberá determinar el método de selección. Y entre diciembre y enero se emitirá la convocatoria para el proceso interno; ahí se verá qué tanto riesgo estaría dispuesto a correr el PRI de Tabasco en aras de que la sociedad lo reconozca —y se lo avale con su participación— como un partido que no teme a la democracia.
El paisano Roberto Madrazo Pintado y Francisco Labastida Ochoa se enfrentaron en una batalla electoral que movió a unos 10 millones de personas que concurrieron a 68 mil casillas.
Ganó el sinaloense y nadie dudó que hubo dados cargados a su favor. Lo corroboró la elección constitucional de 2000 en que el PRI fue echado de Los Pinos.
Fue la primera vez en ocho décadas en que los resultados oficiales lo ubicaron como perdedor de una elección presidencial.
Ahora sucede algo extraño en la vida de este partido, pues recurre a un proceso democrático para elegir a su candidato a dirigir los destinos del país a partir del 1 de diciembre de 2012, cuando propios y extraños saben quién será su candidato.
Y eso que el PRI no tiene ahora a un primer priista que desde Los Pinos le indique quién es el bueno.
Son los propios priistas los que han opinado a lo largo de meses recientes quién les gusta para ser su candidato a la primera magistratura del país.
Si hoy, o mañana, nos dicen que el candidato presidencial es el ex gobernador mexiquense Enrique Peña, todos dirán que era ‘bola cantada’.
Entonces, el método de elección abierta como medio para determinar quién será su candidato presidencial para la contienda electoral del 1° de julio 2012, determinado por el Consejo Político Nacional, saldría sobrando.
Máxime cuando el senador Manlio Fabio Beltrones al inicio de la cuarta sesión del CPN (8 de octubre) bajó del presidium y acudió a la primera fila a saludar y abrazar a Peña Nieto, lo que fue sellado con aplausos y gritos de “unidad, unidad, unidad” de los mil 294 consejeros políticos.
Raro, ¿no?, que si el clamor es la unidad, el priismo representado en ese CPN opte por dejar a sus militantes y simpatizantes la decisión de elegir al candidato presidencial.
La primera experiencia de consultarle a la militancia a quién querían de abanderado presidencial, en 1999, no hizo más que provocar una enorme fractura que, sumado a todos los males del viejo régimen, condujo al tricolor a perder la Presidencia de la República.
En Insurgentes Norte —allá en la capital del país— están convencidos que el método de selección y la propia consulta abierta fortalecerán la vida interna de este partido. Puede ser.
Según Beltrones, son “reglas parejas para todo aquel que busque la candidatura del PRI”.
Ahora bien, ¿cómo decirle a los priistas tabasqueños, que tienen por lo menos siete aspirantes, cómo deberán elegir a su candidato a gobernador?
¿Le negará el PRI a su militancia de Tabasco —o del Distrito Federal, de Chiapas, Guanajuato, Jalisco o Morelos, donde también se renovarán gobiernos estatales en 2012— la posibilidad de elegir directamente a su candidato a la gubernatura?
Si existen las condiciones para elegir en elección interna al abanderado presidencial, ¿por qué no hacer lo mismo con el candidato a gobernador?
Dice Beltrones Rivera que hay ‘reglas parejas’ para todo el que busque la nominación presidencial; ¿las habrá también para quienes han manifestado su deseo por ser candidato a la gubernatura?
¿Qué argumento podrá esgrimir la cúpula tricolor para negar este privilegio a sus militantes y simpatizantes? ¿Cómo justificaría que el candidato presidencial sí puede designarse en elección abierta, y el que buscará la gubernatura no?
¿Sería un doble gasto? Suena bien. ¿Y qué tal si los eligen el mismo día, con la mismas mesas receptoras de votos y funcionarios de casilla? Interesante, ¿no? Sólo imprimirían unas 300 mil, o 400 mil papeletas más.
No creo que los siete que aspiran se opongan a ir a una consulta abierta, sobre todo cuando todos dicen que son punteros en sus encuestas.
Georgina Trujillo declaró que “al son que me toquen bailo”. Evaristo Hernández se pronunció porque se elija en consulta a las bases. Luis Felipe Graham afirmó que “el método que el partido decida será bienvenido… no hay que tener temor a la decisión de la gente”.
Humberto Mayans no ha dicho que regresa al proceso interno priista, pero opinó que “si el método de consulta a las bases garantiza la unidad es bienvenido; si divide y enfrenta habría que buscar otro”. Y Florizel Medina asegura que ahora no es conveniente este procedimiento porque la confrontación que se daría puede debilitar al PRI.
En noviembre, el Consejo Político Estatal deberá determinar el método de selección. Y entre diciembre y enero se emitirá la convocatoria para el proceso interno; ahí se verá qué tanto riesgo estaría dispuesto a correr el PRI de Tabasco en aras de que la sociedad lo reconozca —y se lo avale con su participación— como un partido que no teme a la democracia.
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