Escucho a dirigentes y aspirantes perredistas decir, llenos de optimismo, que la alternancia toca a las puertas de Tabasco.
La contienda estatal aún no inicia y sin candidatos es difícil medir o predecir quién tiene las preferencias ciudadanas a su favor o quién se perfila para ganar las elecciones.
Las encuestas difundidas hasta ahora tienen la intención única de ubicar a los aspirantes con mayores posibilidades de hacerse de las candidaturas al gobierno estatal, si éstas se definen por posicionamiento.
Ningún partido o aspirante a candidato puede asegurar en este momento, a ocho meses y dos semanas de las elecciones, que tiene la gubernatura en la bolsa.
La única realidad es que hoy el PRI gobierna en Tabasco. Vive en la Quinta Grijalva, despacha en Palacio de Gobierno, controla el Congreso local, y detenta el poder en 10 de los 17 municipios, incluidos los tres más importantes: Centro, Cárdenas y Comalcalco.
El PRD gobierna en cinco demarcaciones; dos menos que hace tres años y la más importante es Paraíso, que se la despojó al PRI, pero todos juntos no valen, en términos electorales, lo que representan los dos municipios que perdió en 2009: Cárdenas y Comalcalco.
¿Va la alternancia? Históricamente la alternancia ha pasado por 15 de los 17 municipios. Centro y Tacotalpa se han mantenido priistas por más de ocho décadas; no han experimentado o no han querido a gobernantes distintos a los priistas.
En dos periodos, el Congreso local ha estado dominado por el partido del sol azteca y sólo en una ocasión, en sus 22 años de existencia, el PRD arañó la posibilidad de la alternancia en la gubernatura: fue en 2000 con Raúl Ojeda Zubieta.
Ganó Manuel Andrade Díaz, por un punto porcentual; apenas ocho mil sufragios. Los resultados fueron impugnados y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó anular la elección. En la segunda vuelta (un año después) el priista le ganó con más holgura al perredista.
La única ocasión en que el PRD le ha ganado al PRI en Tabasco y se llevó el ‘carro completo’ fue en 2006. Aquél 2 de julio de 2006 perdió aquí el candidato presidencial priista Roberto Madrazo Pintado ante el abanderado perredista Andrés M. López Obrador, que arrastró a la victoria a los dos candidatos al Senado y a los seis a diputados federales.
Tres meses y medio después, el 15 de octubre, el llamado ‘efecto Peje’ no dio para arrebatarle al PRI la gubernatura. Andrés Granier Melo, un candidato más popular que Ojeda, que iba por su tercer intento, volvió a desvanecer la posibilidad de la alternancia en Tabasco.
Contrario a lo sucedido en 2000, esta vez la diferencia de votos fue abismal: 440 mil 250 votos (51.6 por ciento) del priista, contra 358 mil 492 papeletas (42.04) del perredista. Casi 10 puntos porcentuales; 81 mil 758 sufragios.
¿Y ahora con qué logrará el PRD la alternancia? El PRI perdería el 1 de julio de 2012 si postula a un candidato impopular; si el proceso interno se le sale de las manos; si no realiza o si fracasa un esfuerzo genuino por reagrupar a los aspirantes que se quedaron en el intento, y si se activa el voto de castigo.
El PRD no ganaría si el que resulte candidato de cualquiera de los cuatro que aspiran no emociona al electorado, no despierta una ambición de cambio; si los no agraciados le dan la espalda, si el divisionismo es mayor que su anhelo de triunfo.
El PAN... ah, el PAN; a los del blanquiazul lo que les conviene es que conserven lo que tienen, y que cachen lo que puedan del descontento priista o perredista.
La pelea será entre PRI y PRD. Entre priistas y sus opositores, en su mayoría ex priistas. Aunque también en el tricolor habrá ex perredistas. Una batalla que dará mucho de qué hablar. Que se escribirá cada día. Que reflejará las potencialidades de unos y otros. Pero también sus miserias, sus trapos sucios.
Antes, tendrán que definir con quién se la jugarán. Quién buscará retener. Quién es el retador. ¿Votará la gente por el partido o por el candidato? Ese es el meollo. Y a todos debe quedar claro que la alternancia en el poder no se define por moda, por gustos, por decreto, sino con votos.
¿Quién toca a las puertas de la Quinta Grijalva?
Las encuestas difundidas hasta ahora tienen la intención única de ubicar a los aspirantes con mayores posibilidades de hacerse de las candidaturas al gobierno estatal, si éstas se definen por posicionamiento.
Ningún partido o aspirante a candidato puede asegurar en este momento, a ocho meses y dos semanas de las elecciones, que tiene la gubernatura en la bolsa.
La única realidad es que hoy el PRI gobierna en Tabasco. Vive en la Quinta Grijalva, despacha en Palacio de Gobierno, controla el Congreso local, y detenta el poder en 10 de los 17 municipios, incluidos los tres más importantes: Centro, Cárdenas y Comalcalco.
El PRD gobierna en cinco demarcaciones; dos menos que hace tres años y la más importante es Paraíso, que se la despojó al PRI, pero todos juntos no valen, en términos electorales, lo que representan los dos municipios que perdió en 2009: Cárdenas y Comalcalco.
¿Va la alternancia? Históricamente la alternancia ha pasado por 15 de los 17 municipios. Centro y Tacotalpa se han mantenido priistas por más de ocho décadas; no han experimentado o no han querido a gobernantes distintos a los priistas.
En dos periodos, el Congreso local ha estado dominado por el partido del sol azteca y sólo en una ocasión, en sus 22 años de existencia, el PRD arañó la posibilidad de la alternancia en la gubernatura: fue en 2000 con Raúl Ojeda Zubieta.
Ganó Manuel Andrade Díaz, por un punto porcentual; apenas ocho mil sufragios. Los resultados fueron impugnados y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación determinó anular la elección. En la segunda vuelta (un año después) el priista le ganó con más holgura al perredista.
La única ocasión en que el PRD le ha ganado al PRI en Tabasco y se llevó el ‘carro completo’ fue en 2006. Aquél 2 de julio de 2006 perdió aquí el candidato presidencial priista Roberto Madrazo Pintado ante el abanderado perredista Andrés M. López Obrador, que arrastró a la victoria a los dos candidatos al Senado y a los seis a diputados federales.
Tres meses y medio después, el 15 de octubre, el llamado ‘efecto Peje’ no dio para arrebatarle al PRI la gubernatura. Andrés Granier Melo, un candidato más popular que Ojeda, que iba por su tercer intento, volvió a desvanecer la posibilidad de la alternancia en Tabasco.
Contrario a lo sucedido en 2000, esta vez la diferencia de votos fue abismal: 440 mil 250 votos (51.6 por ciento) del priista, contra 358 mil 492 papeletas (42.04) del perredista. Casi 10 puntos porcentuales; 81 mil 758 sufragios.
¿Y ahora con qué logrará el PRD la alternancia? El PRI perdería el 1 de julio de 2012 si postula a un candidato impopular; si el proceso interno se le sale de las manos; si no realiza o si fracasa un esfuerzo genuino por reagrupar a los aspirantes que se quedaron en el intento, y si se activa el voto de castigo.
El PRD no ganaría si el que resulte candidato de cualquiera de los cuatro que aspiran no emociona al electorado, no despierta una ambición de cambio; si los no agraciados le dan la espalda, si el divisionismo es mayor que su anhelo de triunfo.
El PAN... ah, el PAN; a los del blanquiazul lo que les conviene es que conserven lo que tienen, y que cachen lo que puedan del descontento priista o perredista.
La pelea será entre PRI y PRD. Entre priistas y sus opositores, en su mayoría ex priistas. Aunque también en el tricolor habrá ex perredistas. Una batalla que dará mucho de qué hablar. Que se escribirá cada día. Que reflejará las potencialidades de unos y otros. Pero también sus miserias, sus trapos sucios.
Antes, tendrán que definir con quién se la jugarán. Quién buscará retener. Quién es el retador. ¿Votará la gente por el partido o por el candidato? Ese es el meollo. Y a todos debe quedar claro que la alternancia en el poder no se define por moda, por gustos, por decreto, sino con votos.
¿Quién toca a las puertas de la Quinta Grijalva?
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