martes, 13 de septiembre de 2011

Radiografía social de la provincia de Tabasco

Como primer reclamo, De Cárdenas y Romero describió de cómo se llevaba la Real Hacienda:
“Hasta hoy la administración principal de Tabasco se maneja con el Intendente de Yucatán, de modo que por un método extraño estos negocios bajan a Yucatán, y de aquí suben, volviendo por Tabasco, a la superintendencia general de N.E. [Nueva España] que está en México; y de aquí, retrocediendo por Tabasco, van a Yucatán para inteligencia del Intendente, y de aquí por fin vienen a parar a Tabasco.
“¡Hasta para explicar cómo esto sucede excita la risa! Seguramente que quien planteó esta dirección tan extraviada ignoraba la geografía de aquellos países, pues no debemos pensar de él que la entablase de intento tan en deservicio de la Corona y del común por esas idas y venidas, subidas y bajadas, retrogradaciones y estaciones, que consumen el tiempo y el dinero infructuosamente”, evaluó el sacerdote.
En cuanto a la estructura judicial, expuso:
“En cada uno de los ocho partidos hay un Juez Real puesto por el gobierno, a veces sin más requisito que el de una carta. En el de la capital, residencia precisa del Gobernador, ya no hay este juez; pues desde la instalación de su Ayuntamiento verificada en el año de 1809, administran la justicia ordinaria dos alcaldes electivos, aunque su jurisdicción se limita a solo Villahermosa y suburbios, y no a todo el partido.
“Debe observarse que cada uno de los ocho jueces dichos es un mero encargado amovible al arbitrio del gobernador, y viene a ser en una palabra punto menos que autómata; pues nada ejecuta so la pena de alta indignación, sino con arreglo a las órdenes inapelables del jefe que lo invistió como de prestado”.

Enfermedad vergonzosa
En la materia considerada como odiosa para él, “y con toda voluntad le daría a otro el pincel, por ver si sacaba un retrato al natural enteramente diverso del que he de dibujar en sus principales lineamentos a solo un primer toque”, es hablar del estado eclesiástico de Tabasco.
Argumentó que lo expuso por “la gravísima obligación que carga sobre mí, como representante por mi provincia, y me pone en la clase de persona pública, me está impeliendo victoriosamente a decir lo que debo, y lo que las instrucciones que traigo me prescriben”.
Insistió en su justificación porque como “toda enfermedad peligrosa, o ha de descubrirse cual ella es, a quien puede y quiere curarla, o viene por último a acabar con el paciente que la encubre, sea por náusea de los medicamentos, sea por una mala vergüenza de revelar su fatal estado. Y pues que me hallo precisamente en el caso de descubrirla para que se remedie, ningún respeto humano es capaz de hacerme callar”.

CORRUPCIÓN CLERICAL
En el punto treceavo de su “Memorias” apuntó que el estado de su provincia “en lo eclesiástico es harto deplorable y que para su medicina necesita una de aquellas medicinas que, por arriesgadas en la aplicación, claman por un médico eminente y consumado”.
Informó que la distancia de cualquier punto de la provincia de Tabasco a la sede episcopal en Mérida, Yucatán, es un grandísimo estorbo para curar a dichos males y llamó la atención en dos cosas: una, el perjuicio que padece Tabasco con que le vengan de Yucatán los curas, sus tenientes y domésticos, y otra, a la relajación de la disciplina eclesiástica, que se nota en gran manera, y se notará más en lo sucesivo, a quedarse las cosas como están.
“15o. En cuanto a lo primero, Señor, debe decirse francamente que mi provincia soporta un yugo, no como quiera gravísimo, sino que va tocando en la raya de lo intolerable. Un acervo de gravámenes la tiene oprimida, bajo un peso más enorme que el del Etna, y sobre oprimida, esclava y gimiendo entre la miseria y la ignominia.
“Es hecho constante, comprobado por la experiencia no interrumpida por más de un siglo que los yucatecos que vienen hacerse cargo de las parroquias de Tabasco sólo miran estos destinos como ínfimos escalones para subir los más altos de su provincia.
“No entro en la discusión si estas miras sean o no bastardas, por opuestas a la sana severidad de los cánones, pero si afirmo que de esto proviene el mal, pues dichos curas, al cabo de algunos años de servicio, habiendo venido pobres y empeñados se tornan a su patrio suelo, bastantemente, desahogados y, aún, ricos.
“Y estos bienes ¿dónde se adquirieron y a costa de quiénes? Es a más de esto notorio que dichos párrocos y sus ministros, o traen consigo sus familias o no las traen. Si lo segundo, éstas se mantienen en Yucatán a expensas de ellos, y si lo primero se presenta a la consideración de cualquiera una serie de daños que va en aumento como una progresión ascendente.
“Cada consanguíneo del cura toma precisamente algún arbitrio para hacerse de principal, y embarbascado o paladeando en sus negocios y ganancias viene a ser una maligna y perniciosa sanguijuela, que bajo la sombra del pastor chupa la sangre de las ovejas.
“De aquí los continuos choques con los jueces y las interminables discordias, rencillas y desazones con los particulares, cuyo remedio será ya tardío, aunque es indispensable aplicarlo. Conglobadas las sumas de esas parciales extracciones o sangrías que se dan a cada partido, digo con firmeza que de Tabasco, un año con otro, salen para Yucatán, sin esperanza de regreso, largos 30 mil pesos fuertes, bien por vías de los curas en mucha parte, bien por medio de sus familiares, pero no entran en el gazofilacio para subvención de la indigencia ni tres mil, pero tampoco disfrutan los templos para su necesaria decencia de igual cantidad”, detalló.
En sus “Memorias” De Cárdenas y Romero también propuso otros temas como la creación de sociedades agrícolas, la organización de la enseñanza gratuita, sin ninguna distinción de clases sociales y sin la exclusión de los indios, la libertad de comercio, la integración de ayuntamientos por elección popular y la división del gobierno en los poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

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