jueves, 8 de septiembre de 2011

El Grito


Hace ya 201 años que Miguel Hidalgo convocó al pueblo de Dolores a sublevarse contra la autoridad virreinal. Desde la escuela primaria nos enseñaron que El Grito de Dolores es un llamado a romper cadenas de tiranía y malos gobiernos.

El Grito movió la conciencia de los mexicanos de entonces y fue punto de partida de un pueblo que se proclamó nación libre.
El Grito es, sin embargo, sólo historia, como muchas luchas que se emprendieron para hacer de ésta una nación grande, fuerte y libre, que algunos han querido borrar de nuestra memoria.
Gestas que todavía evocamos y festejamos con homenajes cívicos a los que acuden unos cuantos, con desgano y más por obligación que por convicción.
Y a la mayor de estas luchas heroicas, la Independencia de México, se le recuerda con monumentos, plazas, calles, puentes que se entregan tardíamente y estelas rimbombantes que no terminan de erigirse para dar la impresión, a propios y extraños, de lo que no somos.
Ayer fue la lucha por la libertad, para cortarnos el yugo de la corona española. Hoy, esa libertad está terriblemente amenazada por nuevos tiranos que, desde la oscuridad, la clandestinidad y, en muchas ocasiones, confabulados con quienes deben combatirlos y protegernos, pretenden subyugarnos.
Nos han arrebato la tranquilidad. Han irrumpido la convivencia armoniosa de un pueblo pacífico. Y nos quieren robar el futuro.
Un México con violencia, con altos índices de criminalidad, con delincuentes sueltos, con autoridades cómplices, no puede proclamarse como una nación libre.
Un México con familias encerradas en sus casas, porque no pueden ni asomar la nariz a la calle por temor al secuestro, al asalto, al asesinato, no puede presumir que vive en un clima de libertades.
Un México donde aquel que lucha, trabaja honradamente y se esmera a diario para construir un patrimonio familiar, y teme que en cualquier instante se lo arrebaten quienes viven de rapiñas, no es aquel por el que lucharon Hidalgo, Morelos, Allende, La Corregidora…
Un México donde reinen el crimen, la impunidad y la corrupción no tiene Independencia que celebrar.
Un México donde la pobreza crece y atrapa en sus redes a cada vez más compatriotas, mientras una clase gobernante derrocha los recursos públicos, los utiliza en su provecho y se despacha con la cuchara grande haciendo grandes negocios con empresarios igual de corruptos, sólo avergüenza a quienes ofrendaron sus vidas para que tuviéramos patria y libertad.
Si El Grito ha sido símbolo de mexicanidad y de valentía, hoy se hace necesario volver a alzar la voz, pero sin derramar más sangre, sino buscando reunificar a este pueblo para una nueva gesta pacífica: por la integridad de sus hijos, por el clima de libertades, por la paz y la concordia.
Necesitamos dar un grito, reclamando nuestro derecho a una vida tranquila.
Queremos que viva México, pero que también vivamos todos en forma pacífica, sin sobresaltos, sin amenazas, sin atropellos a nuestra integridad.
Que viva México, pero sin excesos, abusos, libertinaje, concupiscencias e ilegalidades de una minoría cuyo signo es la ausencia de Dios.
Que viva nuestra patria, pero sin violentar ni desacatar la ley nadie.
No queremos dar gritos sordos, de impotencia, de quien ve que no se hace nada e, indefenso, tampoco puede actuar contra los que transgreden el derecho y atentan contra su convivencia.
No queremos, no debemos cruzarnos de brazos, porque este México nos pertenece, a nosotros y a nuestros hijos.
Tenemos que armarnos todos… pero de principios morales y de valores cristianos, de respeto al prójimo y al derecho ajeno.
Tenemos que rescatar las lecciones de civismo, de ética y de las gestas patrias, para que nuestros niños y jóvenes tengan una educación cimentada en valores humanos y no mundanos.
Tenemos que empezar desde el seno de nuestras familias a construir un México donde la reconciliación sea posible y la fraternidad no sea meta inalcanzable. ¡Viva México!

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