* ¿Y las nuevas generaciones?
Otra vez procesos electorales. Y con éstos, como cada tres años, comienzan a ser mencionados los nombres de quienes podrían convertirse en los candidatos a los distintos cargos de elección popular que estarán en disputa, y como para lamentarlo, son los mismos de siempre.
Manuel Andrade Díaz, a quien se le conoció con el apodo de “Bebesaurio” por su relativa juventud cuando comenzó su incursión en la política estatal y gracias a los oficios de Roberto Madrazo Pintado se convirtió en gobernador —antes había sido dirigente partidista, diputado y líder del Congreso de Tabasco—, pese a que ya logró la máxima aspiración de un político: gobernar su estado, ahora quiere convertirse en senador, algo que difícilmente conseguirá; pero lo cierto es que como nadie levanta la voz, al menos su aspiración sigue firme, y lo mejor para él: sin adversarios en el frente.
En Tenosique se habla de las aspiraciones de Fernando Peralta Juárez para la alcaldía, al igual que de Jorge Suárez Vela y de otros más; el problema es que ya fueron funcionarios de ese ayuntamiento, alcaldes, diputados, secretarios y directores del Gobierno de Tabasco, dirigentes partidistas… o sea, han vivido prácticamente del presupuesto público durante toda su vida y aún quieren seguir sirviendo, y por supuesto: cobrando.
Pedro Javier Reséndez Medina, ex coordinador de asesores del gobierno de Andrés Granier Melo, apenas supo que había sido separado de su cargo y con ello asumiendo una renuncia histórica por el tiempo en que permaneció sexenio tras sexenio ocupando cargos públicos y partidistas, una vez fuera del presupuesto público se dedicó a señalar los errores —que sí los hay y muchos— hacia el interior del sistema, si no le hubieran cortado el suministro presupuestal seguramente seguiría ahí sin mayores aspavientos.
Este es apenas un caso simbólico, pero ha ocurrido exactamente igual con otros cientos de funcionarios que han podido sobrevivir durante años con la entrada de nuevas administraciones.
Los apellidos Mayans Canabal (hasta con presencia en tres partidos: PRI, PRD y PANAL para asegurar por una u otra vía una eventual candidatura), Trujillo Zentella, López Hernández, De la Fuente y así indistintamente se encuentran como una constante en cada proceso de selección de candidatos.
Y en los partidos más representativos de Tabasco: PRI y PRD, que además viven del presupuesto público y de las aportaciones de sus militantes dentro de los que se encuentran los funcionarios en el gobierno, en un ejercicio real aparecen los mismos nombres y apellidos, con una incorporación mínima y no conforme a los estatutos de jóvenes y mujeres.
Para éstos el dicho del político veracruzano César Garizurieta parece cobrar plena vigencia: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
¿Y dónde están los jóvenes?
Algunos de estos jóvenes talentosos conforme fueron ocupando posiciones de poder se fueron dividiendo hasta quedarse solos. Manuel Andrade formó parte de una de esas generaciones al igual que José Antonio de la Vega Asmitia y Adán Augusto López; al final todos terminaron divididos, Manuel siguió en el PRI, Adán en el PRD y José Antonio en el PAN.
José Antonio de la Vega, en una entrevista radiofónica en 2000 junto al dirigente nacional del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, “off the record” lamentaba todo lo que esa generación de jóvenes tabasqueños había perdido, muchos de ellos con estudios de posgrado en la Sorbona de París y en otras universidades importantes, todo por asociaciones de interés económico y político que sobra identificarlas.
¿Quiénes perdieron? Ellos obviamente no perdieron, porque de una u otra forma continuaron en funciones públicas; quienes sí lo hicieron fueron los miles de jóvenes que creyeron en ellos y no encontraron un espacio de participación. Andrade Díaz como gobernador incluyó a un reducido grupo de jóvenes, sin embargo, la gran mayoría no alcanzó la continuidad, a pesar de alguno que otro talento.
Recientemente algunos jóvenes hijos de los políticos de siempre se están dejando ver en los cafés más representativos para darse a conocer, pero al mismo tiempo, para enviar el mensaje de que ahí están para la sucesión, como si se tratase de heredar los cargos que por años han tenido sus abuelos, padres y su familia en general.
El ejercicio de la administración pública no debería ser tan simple en cuanto a las personas que lo practican, más bien debería ser para las personas más competentes, las más preparadas, al igual que ocurre en la iniciativa privada donde se premia a quien más se esfuerza y quien ofrece mejores resultados, mientras que en la política se premia al más leal, aunque sea el más incapaz de todos.
Es el tiempo de los jóvenes, pero de los que traen una nueva visión, proyectos y otros horizontes mejores para Tabasco. ¿No lo cree?
En Tenosique se habla de las aspiraciones de Fernando Peralta Juárez para la alcaldía, al igual que de Jorge Suárez Vela y de otros más; el problema es que ya fueron funcionarios de ese ayuntamiento, alcaldes, diputados, secretarios y directores del Gobierno de Tabasco, dirigentes partidistas… o sea, han vivido prácticamente del presupuesto público durante toda su vida y aún quieren seguir sirviendo, y por supuesto: cobrando.
Pedro Javier Reséndez Medina, ex coordinador de asesores del gobierno de Andrés Granier Melo, apenas supo que había sido separado de su cargo y con ello asumiendo una renuncia histórica por el tiempo en que permaneció sexenio tras sexenio ocupando cargos públicos y partidistas, una vez fuera del presupuesto público se dedicó a señalar los errores —que sí los hay y muchos— hacia el interior del sistema, si no le hubieran cortado el suministro presupuestal seguramente seguiría ahí sin mayores aspavientos.
Este es apenas un caso simbólico, pero ha ocurrido exactamente igual con otros cientos de funcionarios que han podido sobrevivir durante años con la entrada de nuevas administraciones.
Los apellidos Mayans Canabal (hasta con presencia en tres partidos: PRI, PRD y PANAL para asegurar por una u otra vía una eventual candidatura), Trujillo Zentella, López Hernández, De la Fuente y así indistintamente se encuentran como una constante en cada proceso de selección de candidatos.
Y en los partidos más representativos de Tabasco: PRI y PRD, que además viven del presupuesto público y de las aportaciones de sus militantes dentro de los que se encuentran los funcionarios en el gobierno, en un ejercicio real aparecen los mismos nombres y apellidos, con una incorporación mínima y no conforme a los estatutos de jóvenes y mujeres.
Para éstos el dicho del político veracruzano César Garizurieta parece cobrar plena vigencia: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
¿Y dónde están los jóvenes?
Algunos de estos jóvenes talentosos conforme fueron ocupando posiciones de poder se fueron dividiendo hasta quedarse solos. Manuel Andrade formó parte de una de esas generaciones al igual que José Antonio de la Vega Asmitia y Adán Augusto López; al final todos terminaron divididos, Manuel siguió en el PRI, Adán en el PRD y José Antonio en el PAN.
José Antonio de la Vega, en una entrevista radiofónica en 2000 junto al dirigente nacional del PAN, Luis Felipe Bravo Mena, “off the record” lamentaba todo lo que esa generación de jóvenes tabasqueños había perdido, muchos de ellos con estudios de posgrado en la Sorbona de París y en otras universidades importantes, todo por asociaciones de interés económico y político que sobra identificarlas.
¿Quiénes perdieron? Ellos obviamente no perdieron, porque de una u otra forma continuaron en funciones públicas; quienes sí lo hicieron fueron los miles de jóvenes que creyeron en ellos y no encontraron un espacio de participación. Andrade Díaz como gobernador incluyó a un reducido grupo de jóvenes, sin embargo, la gran mayoría no alcanzó la continuidad, a pesar de alguno que otro talento.
Recientemente algunos jóvenes hijos de los políticos de siempre se están dejando ver en los cafés más representativos para darse a conocer, pero al mismo tiempo, para enviar el mensaje de que ahí están para la sucesión, como si se tratase de heredar los cargos que por años han tenido sus abuelos, padres y su familia en general.
El ejercicio de la administración pública no debería ser tan simple en cuanto a las personas que lo practican, más bien debería ser para las personas más competentes, las más preparadas, al igual que ocurre en la iniciativa privada donde se premia a quien más se esfuerza y quien ofrece mejores resultados, mientras que en la política se premia al más leal, aunque sea el más incapaz de todos.
Es el tiempo de los jóvenes, pero de los que traen una nueva visión, proyectos y otros horizontes mejores para Tabasco. ¿No lo cree?
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