jueves, 11 de agosto de 2011

Mercado de Villahermosa


Soy cliente asiduo del mercado “José María Pino Suárez”. Por las mañanas tiene ese olor a pan de huevo, a queso y requesón, tamalito de maíz nuevo, longaniza y chicharrón que describía Pepe del Rivero.


Pero también a pescado fresco y frito; a mariscos del mar, de río o de vivero. A tacos de guisado de Silverio; a los panuchos de doña Gela; a la cochinita pibil del Paso de la Dama, y a los dulces de Jalpa de Méndez y Nacajuca (¿dónde quedaron los de Torno Largo?).
Mejor que andar cazando ofertas del súper es el regateo a los precios en el tianguis campesino —apéndice del mercado— donde todos los días son días de frutas, de verduras, de olores, sabores y colores del campo mexicano.
Es el centro de abasto de antaño, el de las crónicas de doña Gaba —Gabriela Gutiérrez Lomasto— en ‘Mi mercado Pino Suárez’ que se resiste a morir. Pero también a renovarse.
Hace cuatro años, después que se inundó, a los locatarios les ofrecieron derrumbarlo y hacerlo de nuevo. Pero no se animaron. Luego ellos pidieron un estacionamiento público, y en calidad de mientras se hicieron adecuaciones viales en los alrededores y hasta se retiraron —por un tiempo— las camionetas de carga.
Hoy resurge nuevamente el interés por un estacionamiento elevado. Primero se pensó hacerlo sobre la estructura del propio mercado. ¡Ni pensarlo! Mejor sobre el tianguis “Jesús Taracena”, sugirieron otros. Tampoco. Que quede sobre la calle “Pino Suárez”, pareció ser la solución.
Casi cincuentón, el mercado es todavía un sitio tradicional para los villahermosinos, para surtir la despensa, para los tacos de pasadita o para el almuerzo con un puchero o un mondongo hirviendo en las fondas del segundo nivel. Pero ya es obsoleto y tan sólo pensar en acudir a él de compras es un verdadero dolor de cabeza. El congestionamiento vehicular en sus inmediaciones es todos los días, a toda hora. Y hallar espacio para estacionarse es tan difícil como hallar a un político honesto.
Y mientras, sigue el debate a dónde poner el estacionamiento público que inversionistas privados ofrecieron construir. Cuando parecía que por fin se haría sobre la calle “Pino Suárez”, brincaron los comerciantes establecidos en esa rúa. Cada quien ve su interés particular. El tiempo se agota y el capital destinado para la obra amenaza con buscar otro sitio donde aterrizar.
El presidente del Colegio de Arquitectos, Felipe Ocampo considera viable que el estacionamiento se construya sobre el mercado. “Es una superficie considerable y se puede trabajar con un sistema de estructura de acero; se harían columnas de cimentación de zapa y se podría cubrir la totalidad que tiene actualmente. Puede ser de dos o tres niveles”.
El costo de la obra andaría en unos 80 millones de pesos —casi similar al del puente donde está el Musevi—, y en el corto plazo no hay posibilidades de que alguna instancia estatal o el municipio se aviente el paquete. No quedaría otra que aceptar la propuesta de la IP; empero, se piden garantías.
“El proyecto está, siempre y cuando no haya problemas al ejecutarlo. Una inversión privada no la vas a poner en riesgo. Ahí los comerciantes no quieren ceder”, señala el presidente de la CMIC, José Ventura Priego.
El gobernador Andrés Granier le ha pedido a locatarios y a comerciantes de la zona no cerrarse, no agotar el diálogo y valorar que las obras, si bien causan polémica, “vienen a transformar”.
¿Cómo hacer entrar en razón a los que se oponen? ¿Cómo hacerles ver que sin más espacios para estacionamientos, las ventas no crecerán, la gente que todavía acude no estará a gusto con ir a perder treinta minutos, una hora, buscando dónde aparcarse?
El ayuntamiento ha ofrecido interceder con las partes, pero no puede ni con los vendedores ambulantes que se han apropiado de banquetas y acera de las calles “Bastar Zozaya” y “José María Pino Suárez”. Su área de Normatividad, ¿o es inoperante, o es exageradamente corrupta? Y Tránsito no quita a las camionetas de carga, que bien caben por el bordo de Casa Blanca..

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