martes, 30 de agosto de 2011

La guerra que nos recetan


Tardaron, pero al fin las autoridades hablan de terrorismo. El incendio del Casino Royale, con su saldo lamentable de 52 víctimas, cambió el lenguaje interno del gabinete de seguridad.

Modificación relevante, pues el país ha transitado al menos dos años con esos problemas: coche-bomba en Juárez, narcobloqueos en Monterrey, balaceras a las puertas del estadio de Torreón…
A esa escalada de violencia se ha incorporado el Distrito Federal, donde todavía Marcelo Ebrard desmiente un día sí y otro también la presencia del crimen organizado.
Su negativa sistemática, urdida en aras de aceptación, es desmentida con distintos sucesos.
Tras la detención del capo de la banda La Mano con Ojos, Oscar Osvaldo García Montoya, pidió no sobreestimar crímenes de ese grupo en la capital.
Tal actitud equivale a dar impunidad a muchos de los 600 delitos confesados por ese desalmado.
Pero no es esa violencia el tema de este día: es política.

SOBRE PEÑA NIETO
A nuestros graves problemas se agrega la virulencia de nuestros políticos.
Desde el gobierno, y con algunos medios de comunicación y el PAN como arietes, se ha lanzado una virulenta campaña de largo aliento contra el PRI.
El blanco directo es el dirigente priista Humberto Moreira, a través del cual pretenden iniciar derrumbar al rey de las encuestas hasta ahora.
No avisa a correligionarios de Moreira pero en la agenda están muchos otros cuadros tricolores conocidos: unos con mucho color como Fidel Herrera y otros con menor prestigio, como Ulises Ruiz.
El objetivo máximo es Enrique Peña Nieto, quien desde el 16 de septiembre carecerá de cargo y presupuesto.
Van por muchos.
Reviva usted lo dicho en Michoacán por el administrador panista ante su jefe Felipe Calderón y los senadores.
Dijo Gustavo Madero:
“75 por ciento de los delitos se cometen bajo gobiernos priistas y si ellos llegan al poder la violencia se multiplicará porque son socios del crimen”.
Bajo este esquema maniqueísta también cabe otra reflexión:
El ciento por ciento de los delitos cometidos en el país se dan en territorio panista porque Calderón es presidente de la nación entera.
Pero no se trata de culpar.
Habernos metido en esta violencia impide a unos y todos ver el problema con objetividad y si no lo analizamos, mucho menos lo enfrentamos.
¡Cuánta desgracia!
No nos merecemos políticos y gobernantes así.


EL PEQUEÑO CORDERO
Pequeño en todas las encuestas, Ernesto Cordero quiere dar saltos de gigante.
Se encargó de anunciar la denuncia penal por falsificación de documentos del gobierno de Coahuila.
Una denuncia vieja y por mal empleada no prendió en la campaña de Coahuila, donde Rubén Moreira heredará deuda y problemas dejados por su hermano Humberto Moreira.
Se falsificaron documentos.
Falta saber el destino de esta denuncia.
La PGR es la reina de los fracasos procesales y dio entrada a copias simples, lo cual restaría validez a las pruebas.
Pero fíjese usted:
Esos documentos fueron a la Secretaría de Hacienda del señor Cordero, y las dio por buenas.
¿Para qué sirven sus expertos? ¿Para qué la comunicación? ¿Para qué los instrumentos de control?
Luego se publicó en el Diario Oficial de la Federación y así se dio validez a los monstruosos créditos contratados por Coahuila.
Contratados, dicho sea también, con el aval de PAN.
Sus diputados, como los perredistas, los aprobaron. Es decir, el lodo es de todos.

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