Y sigue la política de ficción choca
A más de cien días de iniciada la administración pública federal y local, interesante es ver el modo en que los llegantes abordan sus encomiendas en forma muy distinta...
Rosa Elvia Bracamontes / rosaelviab@hotmail.com
Enrique Peña Nieto seguro trae un equipo que en tiempos de transición se dio a la tarea de investigar el garbancito de a libra que se echaban. Nada fácil, pues hablamos de toda una nación con múltiples necesidades, problemas y demandas que abordan por prioridades y así vemos a un Congreso de la Unión que, pese a las discrepancias políticas de su gremio, se suma a la titánica empresa, creando las reformas estructurales para el arranque de los motores del desarrollo.
Ya tenemos una reforma laboral que aunque se atribuye a Felipe Calderón la iniciativa, muchos la vinculan con el hoy primer mandatario federal. Si habrá mejoría en el aspecto laboral, el tiempo lo dirá y al respecto la sociedad se ha mantenido al margen, dejándola pasar sin mucho ruido.
No sucede así con la reforma educativa que para el universo docente de este país, es una tragedia pues los obliga a sumarse al grueso de la población obligada a estudiar y mantenerse actualizados, amén de ser objeto de exámenes.
Y si bien los encargados de polarizar el trabajo de la presidencia de la republica, tratan de desvirtuar una valiente postura, soslayando que aunque México no goza de una mayoría letrada, eso no implica que todos somos ignorantes e incapaces de dilucidar que para avanzar en el rubro necesitamos maestros con actitud y aptitud; justo el quid del pésimo nivel que nos laureamos a nivel internacional.
Las inercias de los malos hábitos se hacen constar con la renuencia de los profesores a aceptar que las reglas cambiaron; basta ver las movilizaciones que ya operan en el país al respecto, pero así y todo hay optimismo porque caigan en cuenta que los cambios deben operar desde la profundidad de los problemas y por ahí se empieza.
La responsable actitud de los legisladores federales antepone los intereses sociales a los partidistas y avanzan como un gran Panzer por crear la plataforma jurídica que de forma al proceso de transformación que el país amerita.
Pero ello obedece a la visión de Estado del Ejecutivo federal y la capacidad de diálogo y concertación que se viene mostrando para el fin último de dicha administración: cumplir con los compromisos adquiridos en tiempos de campaña.
Tabasco es otra historia. Más de cien días han arrojado una seria de eventos llenos de inconsistencias, irregularidades, ilegalidades, titubeos y olvidos de los compromisos adquiridos.
Y no se trata de poner dedos en llagas, sino de rever lo que están haciendo, pues hay con que comparar y aunque se pretenda justificar la inactividad por falta de presupuesto, ya deberíamos tener el atisbo de un plan estatal de desarrollo supeditado al suministro de los recursos económicos que caen año con año a la entidad.
Todo el esfuerzo institucional parece centrado en acusar al ido, sin ponerse a pensar que el tiempo pasa inexorable, y mientras aquí se duermen en sus laureles, la presidencia de la república ostenta un trabajo que a simple vista se antoja pulcro, por más que salgan con el chayogate denunciado por un panismo que ahora llora las delegaciones federales donde hizo su chamba electorera.
Hoy necesitamos a un primer mandatario que olvide los tiempos de campaña y se saque la camiseta de izquierda; que recuerde que ahora gobierna para todos los tabasqueños, sin distingos; que permita una relación tersa con el gobierno federal, dejando de lado cualquier bravuconería, respetando marcos de competencias; que mire de nuevo la lista de compromisos que adquirió con el pueblo choco y ponga a trabajar a todos esos que les tuvo confianza, para saber exacto por dónde empezar y concerté con los legisladores para que se pase del discurso vano a los hechos. Es tiempo.
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