Con el apoyo de la Agencia de Desarrollo Sustentable de la Sierra, la Universidad Intercultural de Oxolotán y la Sernapam, amas de casa participan en el cultivo de plantas de ornato
Roberto Barboza Sosa / rbarbozasosa@hotmail.com
CUITLÁHUAC, TACOTALPA.- Proyecto incluido en la microrregión de La Sierra del Corredor Biológico Mesoamericano, la floricultura pretende detonar la economía de núcleos poblacionales rurales, en el que se incluye notoriamente a la mujer.
Es el caso de féminas de este poblado serrano, obtenido con el apoyo de la Agencia de Desarrollo Sustentable de la Sierra, la Universidad Intercultural de Oxolotán y la Secretaría de Recursos Naturales y Protección Ambiental (Sernapam).
Maricela Torres Pérez, casada y madre de dos hijos, relata su experiencia en esta nueva actividad en la que ahora será incluida dentro de la población económicamente activa, a pesar de que ser ama de casa debería reconocerse como una tarea remunerada.
El jefe del Departamento de Áreas Naturales Protegidas de la Sernapam, Germán López Hidalgo, enumera que los cinco grupos a los que se apoya siembran flores y plantas de ornato como hawaiana, bastón del rey, xanadú, cachete de novia, maicero, helecho, maraca y bambú, con todo lo necesario para los arreglos florales.
Doña Maricela, nueva agricultora serrana, dice estar gustosa en el proyecto de las flores, donde trabajaba inicialmente con un grupo de diez señoras, “pero algunas no le entraron al monte y quedaron cinco, pero estamos trabajando perfectamente”.
TODO EXCESO DAÑA
En esta comunidad se cultivaron en dos partes. Una en un terreno de un escarpado más alto y otra a la orilla del río. Todas ellas mantienen la limpieza de maleza de la zona cultivada de flores y follaje de ornato.
Las féminas saben que tienen que equilibrar el sol y la sombra que les dan al cultivo, pues tanto el exceso como la falta de uno y otro dañan el crecimiento de estas plantas. Si carece o tiene mucha sombra se marchita, igual con el sol.
La señora Maricela afirma que nunca se había dedicado a la floricultura, conoció del proyecto a través de la Universidad Intercultural, ubicada a tres kilómetros de su comunidad.
Y es que en dicho centro de enseñanza superior ella fue la responsable de catapultar y acompañar a la Agencia de Desarrollo Sustentable de la Sierra —integrada con egresados de esa universidad—, organismo responsable de los proyectos productivos para las comunidades de la zona.
“Fue el punto clave”, para realizar ese proyecto productivo para este grupo de mujeres de esta comunidad de la sierra tabasqueña, comenta la señora Torres Pérez.
También dice que siguieron el ejemplo de un grupo de habitantes del poblado Tomás Garrido, localizado frente a esta comunidad al otro lado del río. Allí iniciaron por su propia iniciativa, sembraron y cultivaron flores y llevan a vender a la capital tabasqueña con éxito.
“Eso fue lo que nos orilló y motivó con el grupo de señoras de esta comunidad”, expresa.
NUNCA HABÍAN TRABAJADO
Todas son madres de familia, y aunque les absorbe tiempo la floricultura, creen que a través del tiempo esa actividad les dejará recursos para sus familias.
Entre las integrantes del grupo se encuentra doña Victoria Pérez Ramírez, con siete hijos; la tesorera, Victoria Pérez Pérez, tiene nueve hijos.
Estas señoras nunca habían trabajado, pero al verse motivada, les transmitió ese espíritu “y pues allá se van conmigo a echar machete todos los sábados”, día en que se desocupan un poco del quehacer doméstico y atención de sus hijos, según expresa.
Y tanto en las vacaciones, como cuando sus niños salían de clases, se iban con sus mamás a ayudarles.
Entrevistada en el terreno donde realiza su siembra, muestra que ahora está un poco tupido de maleza, “pero allí vamos, vamos levantando, y toda la familia participa y se involucra”.
Afirma que ninguno de los esposos se opuso a que realizaran esa actividad, sino al contrario: les apoyan también.
CAYENDO Y LEVANTÁNDOSE
“Tropiezos hay, pero ahí vamos, cayendo y levantándonos. Por ejemplo, a veces tienen que ver la manera de dividir sus tiempos de otras obligaciones familiares y personales que tienen”.
“Tenemos que ver la manera en que podemos dividir el tiempo”, insiste.
Ellas están conscientes de la responsabilidad asumida: “Tenemos que ser pilar, iniciamos este proyecto y no podemos quedar mal con quienes nos apoyan”.
“Si seguimos trabajando, más adelante quizás vendrán otros más, y si nosotras no lo trabajamos, pues no existirán más proyectos”, admite.
También recibieron capacitación en equidad de género y “por eso las señoras hemos estado firmes, y dicen: vamos a trabajar”.
LAS PRIMERAS FLORES
La siembra apenas inicia a producir sus primeras flores. Aún no se cosecha ni comercializa, “pero tenemos la esperanza que a través del tiempo y el trabajo que le echemos nosotros, se generalice la producción, corten y se venda”.
Considera que podrían empezar a vender en la misma comunidad y localidades vecinas que necesitan para eventos, en la iglesia. Empezar poco a poco a darse a conocer y cuando ya cuenten con suficiente producción ir a la cabecera municipal.
En esta comunidad existen dos grupos con siembra de flores; el otro está conformado por hombres, pero también algunos vecinos se han fijado en ellas y también por su lado también han sembrado flores.
Recuerda que primero alguna gente al verlas las criticaban, y decían “pero qué hacen esas señoras limpiando, están locas no tienen trabajo en sus casas.
“Pero esa es la idea: que los demás vean que nosotras estamos trabajando”, dice confiada.
En Cuitláhuac son diez mujeres y siete hombres quienes trabajan en total dos hectáreas; en Madrigal 4ª Sección son dos hectáreas con tres mujeres y dos hombres; Miraflores, cinco hombres trabajan en tres hectáreas y en La Cuesta cinco mujeres, otras tres hectáreas, y recibieron un apoyo de 927 mil pesos.
Les dieron cuatro rollos de alambres, bomba de mochila, y las plantas de flores de diversos lugares. Y ahí van, buscando la forma de encontrar otras entradas económicas que les permitan sacar adelante a sus familias en este municipio que registra los mayores índices de marginación en el estado.
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