martes, 16 de octubre de 2012

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En la sala de un hospital…



¿Acaso el Sector Salud de Tabasco es candil de la calle y oscuridad de su casa? La semana anterior, en Acapulco, el gobernador Andrés Granier Melo recibió el Premio Nacional de Calidad en Salud que obtuvo el Laboratorio Estatal de Salud Pública de Tabasco.

Fernando Hernández Gómez / fdohernandezg@hotmail.com



El reconocimiento le fue entregado por el secretario de Salud federal, Salomón Chertorivski, en el marco de la Reunión Regional de Calidad en Salud.
Granier resaltó que en casi seis años de su gestión, Tabasco alcanzó la cobertura universal en salud y 14 reconocimientos nacionales en programas de prevención y atención de diversas enfermedades, gracias —afirmó— a un equipo humano altamente capacitado y colaboración de todos los niveles de gobierno.
Una semana atrás, al inaugurar el 13° Congreso Académico del Hospital de Especialidades Juan Graham Casasús, el gobernador aseguró que la transformación de Tabasco se consolida con servicios de salud más cercanos y modernos, y con nueva infraestructura hospitalaria.
La realidad parece desmentir el discurso del gobernante. El Sector Salud está enfermo. Hay carencia de recursos en todos los hospitales y unidades médicas para subsistir de aquí a fin de año.
Todos, sin excepción, están endeudados con proveedores hasta el tuétano. Y quien más resiente esa insuficiencia de recursos es la población tabasqueña, que no entiende ni percibe cómo esa ‘calidad’ reconocida por el gobierno federal y esa ‘modernidad’ que se presume en infraestructura hospitalaria, se traduce en servicios con un mínimo de eficiencia.
Cuando el gobierno estatal alardea a los cuatro vientos que se ha alcanzado la cobertura universal de salud, la población sale de las consultas con su receta, pero sin medicamentos, pues no hay manera que se les surtan.
Y las citas con médicos especialistas prácticamente son inalcanzables… para lo que resta del sexenio. Muchos pacientes tendrán que esperarse a enero para conseguir una consulta o un estudio de alguno de los equipos de alta tecnología.
No era un secreto la crisis en el sector. Hace menos de un mes, trabajadores de campo de centros de salud en el estado realizaron un paro de labores en protestas porque se les retenían viáticos.
Para subsistir las últimas diez semanas de este gobierno y estar en condiciones de garantizar la prestación de servicio en el inicio de la nueva administración, los hospitales de especialidades Gustavo Rovirosa, Juan Graham, del Niño y de la Mujer andan en busca de ampliaciones presupuestales millonarias.
El problema de todos ellos es que ya no disponen de recursos para avituallarse material quirúrgico y de curación, reactivos, medicamentos y hasta insumos de limpieza, y sus proveedores se resisten a surtírselos sin una garantía de pago antes que fenezca 2012.
La Secretaría de Administración y Finanzas estatal ya notificó a todas las áreas de gobierno —incluidos los hospitales— que después del 30 de septiembre no se deberá hacer ninguna compra. Y, hasta ahora, parece que ni los requerimientos hospitalarios harán variar esta disposición.
A principios de octubre escuchábamos al director del Hospital Juan Graham, Humberto Azuara Forcelledo, admitir las dificultades financieras en el nosocomio que dirige desde hace casi un par de décadas.
Hablaba de áreas como estomatología y el laboratorio de análisis clínicos que no están dando servicio, y refería que el surtimiento de recetas en hospitalización anda en alrededor de 78 por ciento y para consulta externa del Seguro Popular en 75 por ciento.
O sea, que a un paciente al que le recetan cuatro medicamentos sólo se lleva tres. Algo que no ocurre ya ni en el hospital del ISSSTE, pues según su delegado Abel Rivera Rangel, tiene garantizado el abasto de medicinas al 98 por ciento a diciembre. Y hasta el oxígeno escasea en los hospitales estatales.
Cual papa caliente, la petición de ampliación presupuestal de los hospitales la tiene en sus manos el secretario de Finanzas, José Sáiz Pineda. Tan sólo el hospital Graham necesita les autoricen 119 millones de pesos.
No hay mucha esperanza. “Hay que esperar los tiempos para que (Sáiz) nos dé una respuesta positiva o negativa, y de lo negativo o positivo ver cuánto. ¿Todo? ¿Poco? ¿La mitad? ¿Nada?”, expone Azuara.
El secretario de Salud estatal, Carlos de la Cruz Alcudia, es quien encabeza las gestiones ante el titular de Finanzas, y justificó la solicitud de ampliación presupuestal a que se ha incrementado la demanda de servicios en los nosocomios.
Ya pasaron dos semanas y la dependencia que administra los recursos estatales no ha respondido. Al menos no públicamente.

ISSET, EN LA CALLE  DE LA AMARGURA
Si los hospitales de especialidades andan en una angustiosa búsqueda de recursos económicos para subsistir, lo que pasa en el nosocomio del ISSET es para ponerse a llorar.
La burocracia y sus familiares que son derechohabientes de ese instituto estatal se quejan de la mala atención en el hospital y que, de plano, no se les surten las recetas en la farmacia del mismo, ni se les den vales para que las consigan en farmacias particulares.
La directora del ISSET, Hilda Santos Padrón, aseguró que se restableció la entrega de medicamentos y que hay un surtimiento de 85 por ciento de las recetas. Se le pregunta a trabajadores del hospital la veracidad del dato y declaran: “eso ni ella se lo cree”.
El problema es grave, pues en muchas ocasiones se niegan los medicamentos a pacientes con enfermedades crónico-degenerativas, como insuficiencia renal, diabetes, hemofilia, hipertensión y sida.
Tan mal están los servicios que brinda el ISSET a sus derechohabientes, que empleados de limpia del ayuntamiento de Centro realizaron hace una semana un plantón frente a la institución exigiendo un mejor trato.
El ISSET está descapitalizado. No tiene dinero ni para el pago puntual a todos los jubilados y pensionados; ningún proveedor quiere darle fiado, y por si eso no bastara, está entrampado en pugnas sindicales.
La doctora Hilda Santos parece quitada de la pena cuando declara que para poder cumplir al 100 por ciento en sus obligaciones, “necesitamos refinanciarnos”. Pero no hay manera de conseguir más dinero. La reforma a la Ley de Seguridad Social del Estado que resolvería mucho de sus problemas está en la congeladora del Congreso local como si fuese un tema irrelevante.
Y todo indica que esta caja de pandora formará parte de los paquetes que se le heredarán a la siguiente administración estatal cuando se haga la entrega-recepción.  

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