Reforma laboral: ¿evolución o involución?
Calderón da el último puntapié a la sociedad mexicana, previa su salida de la Presidencia de la República. Ha puesto el dedo en la llaga al forzar una reforma laboral que para los millones de mexicanos se antoja una medida que lejos de beneficiar nos arroja a vivir en un escenario de incertidumbre económico.
Rosa Elvia Bracamontes / rosaelviab@hotmail.com
El conflicto grave que aprecia la generalidad de los mexicanos es la falta de una explicación correcta sobre los alcances reales que dicha iniciativa tendrá sobre la relación obrero-patronal. De por sí la misma conlleva una eterna desventaja hacia la clase trabajadora, de ahí que ha sido necesario conformar y sostener la vida de los sindicatos que se dice defienden los intereses de sus agremiados.
Que los priistas la aceptan sin chistar. Que la bancada del PRD simple y llanamente se limitó a oponerse a dicha iniciativa. Todo esto lo sabemos. Pero en sí el contexto real del por qué ambas posturas sigue siendo un paradigma por resolver.
Acá lo que interesa es saber cuáles son las conquistas conseguidas a lo largo de lustros de la vida mexicana, que se perderán en los ardides de políticas neoliberales introducidas a nuestro país por intereses de grupos de poder, coludidos con aquéllos de otros países que esperan con las manos sudorosas acceder a nuestro peculio.
Crítico es que las políticas públicas de países de primer mundo pretendan aplicarse en uno del tercer mundo, de lo cual no es difícil colegir que de ello seguirán siendo muy pocos los que se beneficien y sí muchos los que se perjudiquen.
No es sorpresa para nadie saber que los legisladores trabajan en función de los intereses de grupos políticos poderosos.
Los mexicanos ya no nos inmutamos al saber que los congresistas meten la basurita debajo de la alfombra al no encarar temas de trascendencia como la transparencia en los recursos económicos sindicales. Convengamos que debiéramos indignarnos, pues la opacidad es la madre de toda ilegalidad.
Nadie sabe, nadie supo, y casualmente todo el que llega al frente de un gremio sindical, cuando menos como nuevo rico termina dicho encargo, amén del plus de algún puesto de elección popular, al haber inclinado la balanza a favor de alguna fuerza política con el voto corporativo.
Por otro lado, el tema de los famosos outsourcing; formas “legales” mediante los cuales suprimen una serie de derechos laborales a los trabajadores al contratarse como “asociados”, alejándolos de la tutela de la actual Ley Federal del Trabajo y mediante los cuales se generan sendas evasiones fiscales.
Esto último rechazado por la izquierda, lo cual es un tanto paradójico, tomando en cuenta que es el modo en que tersamente han realizado las subcontrataciones en el gobierno del Distrito Federal, según que para darle más oportunidad a mayor número de personas y suministrar con ello el necesario alimento. Curioso, sí, porque con ello no se les brinda el derecho a la seguridad social, entre otros.
Ahora bien, lo que más inquieta son las formas de contrataciones a aplicar; la gente se entume ahora con la idea de percibir pírrico salario por mínimas horas; aducen que es para darle más oportunidades a los jóvenes y adultos mayores, que las actuales no tienen, entre otras peroratas legaloides.
La pregunta que muchos se hacen: ¿acaso esto no se puede hacer sobre las bases legales a la fecha vigentes? Se supone que el concepto “discriminación” que tan celosamente tutela la Constitución debiera ser el enfoque para que ni la iniciativa privada, menos el sector público, impidan el derecho fundamental de acceder a salarios dignos para tener un modo honesto de vivir, sin importar edad.
De ahí la preocupación de la clase trabajadora que los somos la mayoría en este país. Y lo crítico, se repite, es que nadie se toma el cuidado, la atención, la molestia de explicar a detalle donde está la ventaja de introducir esta famosa reforma a la vida de millones de mexicanos.
El silencio engendra una duda razonable; aunque seguro estamos al borde del precipicio social que sólo la actitud responsable de quienes tienen metidas las manos hasta el codo podrán impedir, mediante la justa y necesaria Controversia Constitucional a promoverse ante la Suprema Corte, a fin de no recibir uno más de los clásicos ganchos al hígado que acostumbra la clase política. He dicho.
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