lunes, 25 de junio de 2012

Punta Fina



El legitimador

 

A estas alturas la prioridad del poder ha cambiado. Ya no es impulsar a la candidata propia, sino buscar quién alce la mano del ganador Se lo digo de otra manera: 

José Ureña / primercirculo@hotmail.com


 Las encuestas prefiguran un seguro primer lugar, el priista Enrique Peña, y ya no hay poder panista o gubernamental capaz de apearlo.
Ninguna estrategia funcionó.
Se ligó al PRI al narcotráfico y al crimen organizado, con el candidato presidencial tricolor como protector de corruptos y de socios de la gran delincuencia.
Le difundieron su pasado de amoríos secretos, hijos fuera de matrimonio y mujeres resentidas dispuestas a dar nombre, datos, declaraciones de abandono e irresponsabilidades paternas.
Le inflaron artificialmente movimientos de rechazo, entre los cuales sobresale el #YoSoy132, surgido tras su visita a la Universidad Iberoamericana.
En aras del escándalo reciclaron en medios internacionales supuestos nexos ocultos y vergonzantes con las principales televisoras del país, Televisa y TV Azteca, cuyos directivos temblaron y abrieron sus cámaras a las criticas y a las protestas. Hasta le inventaron un fraude mediático en el extranjero con una cifra de escándalo —56 millones de dólares presuntamente comprometidos en Estados Unidos—, y ni así pudieron tumbarlo.
Salvo malas cuentas —y pocos creerían en una orquestada uniformidad de los encuestadores—, el triunfo de Peña es visto desde arriba como inexorable.

LO IMPORTANTE ES QUIÉN NO GANE
En el bando contrario, en el azul, las plagas cayeron una tras otra. Josefina Vázquez no ha brillado ni en la campaña ni en los debates, pese a haber sido la única en atacar sistemáticamente a sus tres adversarios: Andrés López, Enrique Peña y Gabriel Quadri. Nunca tuvo armas y ahora ya no hay tiempo de reposicionarla para el triunfo.
Por eso está puesto el empeño en colocarla en segundo lugar bajo una máxima: —Ya no importa quién gane, sino quién no gane.
Por eso la embestida final contra el perredista López, quien en hombros del #132 logró arañar puntitos dejados aquí y allá por Peña y Vázquez.
El propósito es obvio: quitar al izquierdista del segundo y mandarlo al tercero. Tres serían los frutos para el PAN-gobierno:
1.- El deterioro del partido gobernante sería menor tras 12 años de mandatos poco gratos a los mexicanos, si las tendencias se toman como calificación.
2.- Las bancadas azules en la Cámara de Diputados y el Senado de la República no serían tas escuálidas y, en la derrota, lo recuperado será ganancia.
Y 3.- arrumbado en el tercer lugar, López tendría menos argumentos para desconocer el resultado y regresar a las movilizaciones de 2006.
Las mismas encuestas no hablan de estrategia exitosa, pero…

PEÑA QUIERE APLASTAR
Imagine usted un escenario:
Dada la gran ventaja de Enrique Peña y la buena organización de su estructura, no estaría mal tener un pequeño apoyo del PRI.
Parte de sus votantes sufragarían por Josefina Vázquez y el PAN para asegurarles el segundo lugar.
¿A cambio de qué?
De tener un candidato bien colocado para levantar la mano de Peña como ganador indiscutible y dejar sin argumentos al relegado Andrés López.
Eso faltó en 2006, cuando la debilidad de Roberto Madrazo y la fortaleza del Peje, amén del titubeante papel de Luis Carlos Ugalde y su IFE, sembraron dudas y facilitaron la reacción desmedida del tabasqueño.
El plan no se ve mal, pero hay resistencia. Es natural. Peña quiere alcanzar la diferencia máxima posible porque así no habrá dudas de su triunfo y la estructura priista está dedicada a ello: a aplastar.
En el gobierno piensan diferente.  El 1 de julio, con los resultados en la mano, se sabrá si hubo colaboracionismo o no.  

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