lunes, 4 de junio de 2012

Policronía Semanal



La carrera de las guerras sucias 


El estrés de las contiendas electorales se empieza a sentir con fuerza conforme se ve el fin de las campañas electorales donde van surgiendo variantes según sus tácticas efectivas o fallidas, como sucede a nivel federal donde las guerras sucias han tenido más auge que las mismas propuestas presidenciables.

Rosa Elvia Bracamontes rosaelviab@hotmail.com


A nadie le interesa saber cómo le hará Andrés Manuel López para erradicar la pobreza en los millones de mexicanos que la padecen, cuando en el Distrito Federal dicho rubro fue tratado con placebitos clientelares, pero ahí sigue, haciendo números para que al llegar a la presidencia cumpla lo prometido desde que contendió para jefe de Gobierno.
Lo que interesa difundir de dicho presidenciable es su eterna queja contra las mafias del poder; su reiterada forma de exponer el “fondo” de los problemas que azotan a este país y por supuesto, las glorias que le viven tildando al candidato del priismo, al que cada que figura pública le finca la responsabilidad de todos los dramas del país.
De Josefina Vázquez, pues mucho que decir, no hay; se sigue citando como paso obligado al ser generadora de la peor estrategia para eclipsar al puntero de las encuestas —que se sostiene en su sitio— pero le allanó el camino al tabasqueño para suplirla tranquilamente en el segundo lugar. Lo que debe agradecerle, que fustigara al priista con supuestos compromisos no cumplidos.
Quadri está en lo suyo, cachando los votos de los indecisos y portando la bandera de una candidatura ciudadana a modo. Elba Esther Gordillo debe sentirse satisfecha, hizo una buena elección.
El movimiento 132 con olor a izquierda perdió todo terreno apartidista desde que se pronunció contra un presidenciable y apoyó a otro; su lucha inicial suena incongruente al pretender combatir la presencia del candidato del tricolor. El ciudadano que milite, y simpatice con el PRI, no tiene derechos en este país, pese a que la Constitución dice que sí. Finalmente su objetivo es coartar libertades ajenas a sus intereses.
En estos tiempos en donde la violencia es lo que más repulsa y se anhela la paz y tranquilidad social, el paso del candidato tricolor se ha dado de modo respetuoso, serio y responsable. 
No promete las perlas de las vírgenes, no va más allá de lo que es materialmente posible en un periodo de seis años, en caso de alcanzar la silla presidencial y especialmente, no ha tenido necesidad de tildar de nada negativo a ninguno de sus adversario.
En el amor como en la guerra todo se vale y alcanzar Los Pinos no es cualquier cosa. Sin embargo, este pasaje democrático nos deja un extraño sabor de boca. 
Lejos quedó el consejo del doctor en Derecho Miguel Carbonell, cuando orientó a exigir nos explicaran los “cómos” de cada una de las propuestas presidenciables. No existen. Se olvidaron las explicaciones. El primer debate, ya vimos que es el clásico dime y direte de lavadero. Y seguro el que sigue, no se apartará del guión.
Violencia genera violencia. El constante golpeteo, justificado o no, a la presencia tricolor en la contienda federal, trae una reacción. Nadie desea inestabilidad social, pero eso es algo que los mismos partícipes deben evitar, actuando con responsabilidad. En la puja del poder y de una lucha inequitativa en cuanto agresiones, dará más de que hablar y no justamente de Peña Nieto.  

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